A los 72 años y a causa de una enfermedad, el ‘Bigotón’ perdió el partido más importante de su vida, aunque para ganar al rival luchó hasta el final.
El fútbol está de luto. Después de lidiar una dura lucha contra un rival —una enfermedad terminal— al que le fue imposible vencer, el técnico español boliviano Xabier Azkargorta falleció ayer a los 72 años. Nació el 26 de septiembre de 1953, en Azpeitia, España.
En vida se dio el gusto y placer de ganar a los adversarios mejor pintados; lo recordaremos por su exitosa trayectoria profesional.
El ‘Bigotón’ pasó a la historia del fútbol boliviano como uno de los personajes más queridos y que será recordado por siempre.
Su llegada al país —a finales de 1992— causó diversos comentarios, pocos esperanzadores; la mayoría con desconfianza, incluso, alguno lo llamó “un ilustre desconocido”, porque poco se sabía de él, de su experiencia como entrenador, pero desde que asumió la dirección técnica del equipo nacional en 1993, los resultados fueron los testigos absolutos de un giro de pensamiento para terminar por convencerse de que fue un acierto de parte de la dirigencia de la Federación Boliviana de Fútbol, de ese entonces presidida por Guido Loayza traerlo para sembrar y cosechar grandes alegrías, la principal y una de las más grandes en la historia del fútbol boliviano, la clasificación al Mundial USA 94.

Han pasado 32 años de aquella hazaña que enorgulleció a todos los bolivianos, porque tuvo que transcurrir mucho tiempo desde la última participación (Brasil 1950) en una Copa del Mundo.
Bajo su mando, en la primera etapa (1993-1994), el ‘Bigotón’ dirigió a la Verde en 35 partidos, con un saldo de ocho triunfos, 14 empates y 13 derrotas, entre los que destacan los enfrentamientos ante Alemania (0-1), Corea del Sur (0-0) y España (1-3).
En el segundo ciclo (2012-2014), Azkargorta estuvo al frente del equipo nacional en 15 encuentros, de los cuales tres fueron victorias, siete igualdades y cinco caídas.
Hoy, el mundo del fútbol llora su partida, especialmente por donde pasó y dejó huella se siente el dolor que embarga de no volver a escuchar sus experiencias, anécdotas, consejos, enseñanzas, que han servido como un aliento e impulso para crecer y mejorar.
En este sentido, en dirigentes, entrenadores, jugadores, periodistas, hinchas y quienes tuvieron la oportunidad de compartir alguna charla íntima quedará un vacío difícil de llenar. Paz en la tumba de don Xabier Azkargorta.
AEP

