La Academia de Artes Marciales Black Belt organizó un vibrante campeonato interclubes en La Paz con la participación de 100 deportistas que han demostrado sus cualidades y capacidades en una disciplina muy exigente.
Con apenas 28 años, Mauricio Carrasco ha logrado lo que pocos deportistas pueden contar: una trayectoria impecable en múltiples disciplinas de combate, una formación profesional complementaria y una pasión intacta por las artes marciales.
Nacido en La Paz, Carrasco lleva casi toda su vida dedicada al entrenamiento, a la competencia y a la constante superación.
“Las artes marciales me dieron disciplina, foco y una forma de entender el mundo”, afirma Carrasco, quien comenzó a practicar taekwondo a los cinco años, y no se detuvo desde entonces. A los ocho ya entrenaba judo, y en la adolescencia amplió su horizonte con full contact americano, kick boxing y boxeo. También incursionó con éxito en lucha olímpica y Jiu Jitsu, dos disciplinas que exigen gran dominio técnico y físico.
Con una estatura de 1,78 metros y una estructura atlética trabajada con rigor, Carrasco ha acumulado cerca de 200 medallas en campeonatos locales, nacionales e internacionales, así como dos cinturones en artes marciales mixtas (MMA), disciplina que actualmente concentra buena parte de su energía competitiva.
Fue selección paceña de taekwondo, representó a Bolivia en un mundial de esa disciplina, compitió en judo a escala nacional, y kick boxing en el ámbito internacional.
Su experiencia no se limita al país. Ha competido en torneos de Perú, Argentina y Estados Unidos, donde no solo subió al ring, sino también se formó en nutrición deportiva, una herramienta que considera clave en el rendimiento de cualquier atleta. “Aprendí que la alimentación es tan importante como el entrenamiento. Conocer cómo funciona tu cuerpo marca la diferencia”, explica. Esa especialización, junto a su formación profesional en administración turística, le ha permitido construir una carrera integral que combina deporte, salud y gestión.
Carrasco entrena a diario, enseña a nuevas generaciones y se prepara para futuros torneos, sin dejar de estudiar y actualizarse. Su estilo, altamente depurado, es el resultado de años de práctica y una mentalidad enfocada en la mejora continua. “No hay atajos en esto. Solo constancia, respeto y mucho corazón”, dice.
Su historia es la de un deportista que no solo ha destacado por sus logros, sino también por su compromiso con el desarrollo de las artes marciales en Bolivia. Un referente joven que demuestra que la disciplina puede ser un camino de vida
TORNEO
La Academia de Artes Marciales Black Belt organizó el fin de semana un vibrante campeonato interclubes en la ciudad de La Paz, que reunió a más de 100 competidores en una jornada cargada de energía, respeto y técnica. Lejos de tratarse de un simple encuentro para principiantes, el evento sorprendió por el alto nivel de los combates, que emocionaron al público y dejaron en claro el crecimiento de las artes marciales en Bolivia.
La cita tuvo lugar en las instalaciones del club anfitrión, Black Belt, que abrió sus puertas a representantes de reconocidas escuelas como Gracie Barra del profesor Abraham Centellas; Team Mizu, de José Mizu; UFC Bolivia, de Hugo Soria; Force, de Juan Bersatty, así como a artistas marciales del Black Belt La Paz y Coroico con sus profesores Martín Arias, Kenny Mancilla y Nicky Nina.
Durante toda la jornada, damas y varones se enfrentaron en las disciplinas de kick boxing, grappling, boxeo y artes marciales mixtas (MMA), demostrando disciplina, respeto por el adversario y un espíritu competitivo que enalteció la práctica marcial.
“Nos emociona ver tanta entrega en jóvenes que recién comienzan en este camino”, dijo uno de los instructores del evento. Aunque se trató de una categoría de novatos, muchos de los combates destacaron por la técnica depurada y la determinación de los participantes. En el grappling —una modalidad de lucha que prescinde de golpes y busca el control total del oponente para lograr la victoria— varios enfrentamientos se definieron por sumisiones muy bien ejecutadas, lo que arrancó aplausos del público y elogios de los entrenadores.
En el kick boxing y el boxeo, el ritmo no decayó. Los intercambios de golpes, la movilidad sobre el ring y la capacidad de adaptación de los combatientes dejaron momentos memorables. La presencia de mujeres fue también notable, con combates intensos y parejos en todas las disciplinas, lo que refuerza el crecimiento del interés femenino por este tipo de deportes de contacto.
“El objetivo principal fue fomentar la fraternidad entre clubes y el desarrollo técnico de nuestros alumnos”, señalaron los organizadores. Y ese objetivo se cumplió con creces: durante toda la jornada reinó el respeto mutuo, el aliento entre rivales y la admiración entre escuelas, en una verdadera fiesta deportiva que va más allá del combate.
Este tipo de eventos interclubes, cada vez más frecuentes en el país, consolidan a las artes marciales como una disciplina formativa que combina exigencia física, control mental y valores de convivencia. En La Paz, la competencia dejó en claro que el futuro del deporte está en buenas manos y que, incluso desde la categoría novatos, el nivel sigue creciendo.
AEP