En entrevista con el diario La Nación, el mandatario ratificó que en su gestión se resolvieron "errores del pasado" y pese a que la democracia estuvo en riesgo, se logró llegar a las elecciones.
En entrevista con el diario La Nación, el presidente Luis Arce aseguró que no teme que gane la derecha en las elecciones generales de este domingo, “pero que lo haga de forma correcta”. Tampoco cree que los políticos opositores alcancen un apoyo mayoritario como lo hizo el MAS-IPSP, en comicios pasados.
El mandatario boliviano, quien este 8 de noviembre concluye su mandato de cinco años, recibió recientemente la visita del medio argentino La Nación en Casa Grande del Pueblo, de La Paz. Con este medio habló de diversos temas, uno fue el trabajo que asumió su gobierno para resolver “los errores del pasado”, sobre todo, en la exploración de pozos petroleros que pronto dará resultados en beneficio del país. Aseguró también que pese a los bloqueos se cuidó la democracia y aunque había dudas, se llegó a las elecciones generales.
La primera imagen que uno tiene cuando llega por estos días a Bolivia son las largas filas frente a las estaciones de servicio con camioneros que esperan abastecerse de combustible. ¿Qué pasó en estos años para que el país que producía toda la nafta que consumía y además exportaba, ahora necesite importar?
En resumen, la causa es el gas. Nosotros teníamos una economía basada en el gas. Exportábamos 6000 millones de dólares al año y de ahí salían todos los dólares para importar combustible, vehículos y todo lo que se necesitaba. Pero, lamentablemente, el gobierno de Evo Morales no hizo exploración de nuevos yacimientos. Entonces, las reservas empezaron a caer. Hoy estamos exportando apenas 1.600 millones de dólares de gas, y la demanda de hidrocarburos comenzó a crecer, el precio internacional del petróleo también creció y por supuesto eso aumentó los costos de transporte y logísticos. Se lo digo con un ejemplo: en 2019 importábamos cerca de 1.500 millones de dólares en combustible y el año pasado tuvimos que importar 3.000 millones de dólares.
Entonces, exportando 1.600 e importando 3.000 millones, estamos en un problema.
Otra cuestión que padece la gente a diario es la escasez de dólares. El precio oficial ronda los 6,92 pesos bolivianos por dólar y el paralelo lo duplica.
Con la escasez de combustible y la suba de las tasas de interés internacionales, el costo de la deuda de Bolivia fue subiendo. Hoy pagamos más deuda externa que antes. Tenemos que importar más combustible y no tenemos la fuente de recursos de dólares. Como resultado de eso, por supuesto que no hay dólares y el precio sube.
¿Qué hizo para frenar la crisis que se veía venir?
Desde el primer momento hicimos lo que teníamos que hacer: corregir los errores del pasado. Y empezamos varios proyectos de exploración de hidrocarburos. Evo Morales no había hecho más que cuatro proyectos en 14 años y ninguno tuvo resultados positivos.
Nosotros hicimos 44 proyectos de exploración y 18 son exitosos. Pero como usted sabrá, la industria del petróleo toma su tiempo para que un hallazgo positivo termine en explotación. Por ejemplo, tenemos un pequeño campo que ya está produciendo que es Churumas (Tarija), donde le vendemos gas a la Argentina.
Por otro lado, no quiero dejar de mencionar que Bolivia ingresó por primera vez en la producción de biocombustibles. Tenemos una primera planta que está funcionando en Santa Cruz y otra en la ciudad de El Alto que empieza el próximo mes. Y nosotros sabíamos perfectamente que en este periodo de transición íbamos a necesitar endeudarnos para importar combustible. Así fue como en 2023 mandamos a la Asamblea Legislativa un proyecto para endeudarnos por 1.800 millones de dólares, pero el grupo de Evo Morales se alió con la derecha para bloquear el endeudamiento.
Si los créditos hubieran llegado en su momento, los bolivianos no estaríamos pasando las dificultades que atravesamos. Ahora, todos los partidos dicen que la única salida del próximo gobierno es un endeudamiento mucho mayor que el que boicotearon en su momento.
Vamos, entonces, a la cuestión política: ¿cómo ve la situación del MAS, el partido que los llevó a Evo Morales y a usted al gobierno, y que ahora se encuentra fragmentado y sin posibilidades en las elecciones del domingo?
El MAS quedó dividido y debilitado en cuatro fracciones, además de Evo Morales, que lanzó su propuesta de voto nulo, porque él quería ser el candidato, pero está inhabilitado por la Constitución.
¿Frente a ese debilitamiento de la izquierda, tiene miedo de que gane la derecha el domingo?
No, no tengo miedo, pero que lo haga de manera correcta, no manipulando encuestas como lo viene haciendo hasta ahora. Desde el 2022 hacen sondeos en los que dicen que van primeros. ¿En qué país se hacen este tipo de mediciones faltando tres años para las elecciones?
¿Usted no cree entonces que la derecha tenga tanto apoyo, más de la mitad del electorado?
No. Yo creo que la derecha ya llegó a su tope y que no va a superar sus porcentajes históricos.
¿En cuánto los calcula?
El conjunto de toda la derecha nunca pasó el 30 por ciento. ¿Cuándo han ganado como no- sotros con el 55 por ciento de los votos como se atribuyen ahora el conjunto de candidatos de la derecha?... Nunca.
¿Y cómo cree que va a resultar la propuesta de Evo Morales de anular el voto?
Va a tener alguna incidencia porque tiene sus fans, su gente que lo va a seguir. Pero no va a ser, como dice él, un 20 por ciento o 40 por ciento del electorado.
En cuanto a las relaciones con la Argentina, no están en su mejor momento. En junio pasado, usted, por ejemplo, no le recibió personalmente las cartas credenciales al actual embajador argentino, Marcelo Massoni, sino que derivó el acto en su canciller. ¿Qué es lo que pasa entre los dos países?
El tema de la recepción de las credenciales fue una cuestión netamente operativa. Yo tengo la costumbre de recibir personalmente solo las credenciales de los pedidos que llegaron en primer lugar, y el resto las derivo a la canciller.
Pero entre los que usted recibió estaban, por ejemplo, el del embajador de Arabia Saudita o el de Surinam. No parecen países prioritarios para Bolivia desde el punto de vista histórico ni geográfico, por encima de la Argentina...
Aquí es first in, first out (primero en entrar, primero en salir), seamos claros en eso, ¿no? Pero tampoco vamos a negar que tenemos diferencias con el señor Milei porque primero ha hecho una cuestión de injerencia hablando de la economía boliviana
¿Quieren que yo hable de la economía argentina? Por supuesto que puedo hacerlo y tengo muchísimo para decir, pero me reservo para cuando esté trabajando exclusivamente en la universidad.
Ahí voy a hablar. Creo que es una cuestión que un presidente debe respetar, ¿no? Y Milei no respetó. Tampoco lo hizo la señora Patricia Bullrich cuando dijo que nosotros tenemos fuerzas militares iraníes en Bolivia. Que nos demuestre eso. Nunca lo demostró. Ese tipo de acciones son las que generan la mala relación entre dos países.
A pocos meses de dejar la función, ¿qué evaluación hace de su gobierno?
Yo creo que es positiva. Primero, porque hemos metido un chip en la mente a los bolivianos que es el de la industrialización. Demostramos que Bolivia sí puede industrializarse.
Segundo, somos un gobierno que entró por la puerta y nos vamos por la puerta. Somos el gobierno que mantuvo la democracia en nuestro país pese a todo, a los bloqueos de caminos, a los 36 días de paros cívicos en Santa Cruz que buscaban derrocarnos. Enfrentamos un golpe de Estado el año pasado. Muchos no pensaban que íbamos a llegar a las elecciones, pero aquí estamos. Creo que el mejor legado que estamos dejando a Bolivia es demostrarle que sí se puede hacer una transición democrática.
AEP