Consolidación democrática de las FFAA

En el marco del Bicentenario de las Fuerzas Armadas de Bolivia, el presidente Luis Arce lanzó un mensaje claro y urgente sobre la necesidad de redefinir el papel de nuestras instituciones castrenses en el siglo XXI.

Más allá de la tradicional función militar, las Fuerzas Armadas están llamadas a ser un pilar fundamental para la estabilidad democrática, la soberanía del voto popular y la defensa de la institucionalidad frente a las amenazas internas y externas que han marcado la historia reciente del país.

Los hechos políticos de 2019 y 2024, con el quiebre institucional y el intento de acordar mandatos constitucionales, dejaron en evidencia que la seguridad y defensa del Estado no se reducen a la protección contra enemigos externos.

Hoy, Bolivia debe enfrentar también los riesgos derivados de conspiraciones políticas y rupturas institucionales que ponen en jaque la gobernabilidad.

En este contexto, el llamado presidencial a construir una política de defensa que integre al Estado, al pueblo y a las Fuerzas Armadas es imprescindible para garantizar un futuro en paz y en democracia.

Este nuevo enfoque requiere que las fuerzas militares se renueven en conciencia, compromiso y vocación de servicio patriótico.

La conclusión de la Agenda Patriótica 2025 abre la puerta a una planificación estratégica que proyecte la defensa y seguridad nacional hacia 2050, sustentada en valores supremos como la soberanía, la democracia, la integralidad y la participación activa de toda la sociedad.

Es fundamental que esta transformación no se base en el miedo ni en la militarización del pensamiento, sino en la confianza mutua entre las fuerzas armadas y el pueblo, en el respeto irrestricto a la legalidad y en una doctrina propia, construida desde la identidad boliviana y alineada con los principios constitucionales.

La defensa nacional del siglo XXI debe incorporar una ética que oriente el comportamiento institucional, alejándose de prácticas autoritarias y subordinaciones extranjeras, para convertirse en un ejército al servicio de la nación, respetuoso de la diversidad cultural y social del país.

Además, la propuesta de una doctrina común de defensa regional, basada en la cooperación, la integración y la solidaridad, posiciona a Bolivia como un actor comprometido con la paz y la estabilidad en América Latina y el sur global.

El Bicentenario es, así, un punto de inflexión histórico que debe marcar la refundación técnica, ética y doctrinal de las Fuerzas Armadas.

La nueva generación de soldados y oficiales deberá ser ejemplo de vocación, conocimiento y humildad, consolidando una relación de confianza con el pueblo que deje atrás un pasado de confrontación para abrir paso a la segunda independencia de Bolivia: una independencia de pensamiento, institucionalidad y soberanía plena.

Las Fuerzas Armadas, en su futuro nuevo rol, no son solo garantes de la defensa física del país, sino también custodias de la democracia, la paz social y la integridad del Estado Plurinacional.

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