Cuando se pierde toda convicción y solo prima el interés personal

Cuando faltan dos meses y medio para las elecciones generales del 17 de agosto; cuando el calendario electoral está avanzado, los partidos habilitados ya definidos y las listas finales a punto de cerrarse; y cuando todo el sistema político se apresta a participar en el necesario plebiscito democrático, Evo Morales y sus seguidores no se resignan a aceptar las reglas del juego e insisten en su amenaza de generar caos y confrontación.

Morales y sus pocos dirigentes afines llamaron a una movilización indefinida con bloqueo de carreteras, y aunque quieren asentar como motivo central la crisis económica por el incremento de precios de los productos básicos y merma de combustible, nadie tiene la menor duda de que sus verdaderos objetivos son los de siempre: lograr habilitarse como candidato y procurarse impunidad en los procesos judiciales por pedofilia y trata de personas.

Es importante repasar, primero, la real afectación que generan sus medidas, pero, además, una tercera meta como trasfondo. En las primeras horas de su medida —que, aunque es acatada por reducidas facciones disidentes de movimientos sociales, logra cortar vías estratégicas— se detectaron nueve puntos de bloqueo y solo en recaudación de peajes se registraron pérdidas por Bs 764.000, según informó el ministro de Obras Públicas, Édgar Montaño. Pero la verdadera afectación va más allá, pues el daño financiero trasciende hasta las finanzas estatales, las de emprendedores privados y, sobre todo, a la economía familiar del día a día. Hay que recordar que en 2024 el evismo protagonizó 40 días de bloqueos —16 entre enero y febrero y 24 entre octubre y noviembre—, que se saldaron con pérdidas de más de $us 4.000 millones que tuvieron una incidencia de 3,7 % en la inflación acumulada.

Es así que queda claro el trasfondo o tercer objetivo: el expresidente Morales —inhabilitado para repostularse por una Sentencia Constitucional— quiere profundizar el complejo contexto económico afectado por la falta de dólares que él mismo propició con su permanente sabotaje a los créditos de financiamiento externo en la Asamblea Legislativa. Quiere desgastar y desestabilizar al Gobierno nacional, y lo único que logra es someter a la población a la incertidumbre, pues el efecto mayor —la inflación de precios de productos de la canasta familiar— es directamente a la ciudadanía y sobre todo a los más humildes, a los que dice representar y defender.

En este difícil escenario hay una certeza: a pesar del gran despliegue mediático y de recursos humanos y económicos —¿de dónde sale el dinero para financiar la marcha y todo el aparato propagandístico evista?—, los bolivianos no se dejan sorprender ante una verdad irrefutable: los pocos cientos que se movilizan por Morales no tienen la representatividad y legitimidad que sí ostentan el Pacto de Unidad y las organizaciones sociales que crearon el MAS-IPSP e impulsaron el Proceso de Cambio a los que ahora defienden en la certeza de que—ante la arremetida de la derecha neoliberal— solo su continuidad garantizará un mejor futuro para la patria.

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