El reciente documental que revela los pormenores del fallido golpe de Estado del 26 de junio de 2024 invita a reflexionar sobre el valor de la democracia y la determinación del pueblo boliviano para defenderla.
Este episodio, que ahora podemos analizar con mayor claridad gracias a la evidencia presentada, representa un mo- mento decisivo que merece ser estudiado y comprendido en toda su dimensión.
Lo ocurrido aquel 26 de junio de 2024 fue una acción coordinada que movilizó tanques, armamento militar y efectivos con la clara intención de tomar por asalto las instituciones democráticas del país.
La imagen del presidente Luis Arce enfrentado personal- mente al entonces general Juan José Zúñiga en las puertas del Palacio de Gobierno quedará grabada como un símbolo de resistencia democrática.
Esta confrontación directa entre un presidente elegido democráticamente y un militar sublevado representa, en forma condensada, la lucha histórica de América Latina: el poder civil legitimado por el voto popular frente a la fuerza bruta de las armas.
El valor demostrado por el presidente Arce y el vicepresidente Choquehuanca, quienes según sus propias palabras estaban "dispuestos a todo para defender a nuestro pueblo y la democracia", merece reconocimiento más allá de cualquier posición política.
Sin embargo, sería un error atribuir el fracaso del golpe únicamente a la valentía de sus autoridades. La verdadera fuerza que desarticuló la intentona golpista fue la movilización espontánea del pueblo boliviano, que acudió masivamente a la
Plaza Murillo para defender con sus cuerpos desarmados la institucionalidad democrática.
Esta respuesta ciudadana, que no respondió a convocatorias partidarias específicas sino a un profundo sentido de defensa de la democracia, demuestra la madurez política alcanzada por la sociedad boliviana.
Tras décadas de dictaduras militares y luchas sociales, el pueblo ha internalizado que la democracia, con todas sus imperfecciones, es un valor no negociable que debe ser defendido activamente.
El documental también arroja luz sobre aspectos que merecen atención. La coordinación entre militares golpistas y civiles vinculados con sectores de oposición y exfuncionarios extranjeros revela la persistencia de redes antidemocráticas que operan en las sombras.
La elaboración de un manual sobre "doctrina de operaciones urbanas" basado en las experiencias de octubre de 2003 evidencia una planificación meticulosa y de largo alcance.
El presidente Arce señaló con acierto que "cuando enfrentamos todos una amenaza al pueblo boliviano, una amenaza a la patria, hay un factor que es fundamental para vencer, y ese factor fundamental es la unidad".
Esta reflexión se sitúa en el terreno de los valores funda- mentales compartidos por todos los bolivianos.
La defensa de la democracia no puede ser patrimonio ex- clusivo de un sector político. Debe constituir un compromiso transversal que una a todos los bolivianos más allá de sus legítimas diferencias ideológicas.
Los acontecimientos del 26 de junio demostraron que, cuando está en juego la institucionalidad democrática, el pueblo boliviano sabe actuar con determinación y unidad.
AEP