El rumbo incierto de la política exterior

En estos momentos de inminente cambio para el país, hay una serie de señales que no deben pasarse por alto. El presidente electo, Rodrigo Paz, anunció que llamó al mandatario argentino, Javier Milei, para felicitarlo por el triunfo de su frente, La Libertad Avanza, en las elecciones legislativas argentinas del pasado domingo 26. Paz también avisó que volverá a viajar a Estados Unidos en las siguientes horas para “gestionar cooperación”. De su equipo de transición, entre quienes con seguridad están varios de los próximos ministros y altas autoridades, se filtraron declaraciones, según las cuales, durante los primeros meses del mandato se espera el retorno del embajador de EEUU a La Paz y de la DEA para “ayudar” en la lucha contra el narcotráfico. A esto se debe sumar la reciente suspensión del Estado Plurinacional de Bolivia de la ALBA debido, precisamente, a las señales proimperialistas que dan Paz y su equipo desde que se confirmó su triunfo electoral.

Son signos, adelantos, pistas que deben ser tomados muy en cuenta a la hora de perfilar lo que le espera al país en cuanto a su rol —o a la postura de sus futuras autoridades— tanto en la región como en el ámbito global, no solo desde la diplomacia y la presencia en organismos multilaterales y foros de integración, sino, sobre todo, en cuanto a la soberanía y autodeterminación.

En una delicada coyuntura internacional en la que Estados Unidos, de la mano de su radical presidente Donald Trump, reactivó su injerencismo y unilateralismo geopolítico, se debe resaltar el actual modelo soberano boliviano, desarrollado con éxito en los cinco años de gestión del presidente Luis Arce. Hay cuatro ejes que sustentan la dinámica y propuesta de la política exterior nacional y su accionar en el ámbito global, a instancias del Proceso de Cambio: i) respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y Estados; ii) igualdad efectiva de los Estados: respeto mutuo y no injerencia; iii) solidaridad: complementariedad más allá de lo político e ideológico; y iv) consignas base: antimperialismo, anticolonialismo y despatriarcalización.

Frente a este panorama que priorizó la dignidad y libertad de acción frente a los poderosos, ¿ahora qué se puede esperar de un presidente que, aún antes de asumir el cargo, ya da evidentes muestras de alineamiento a las consignas de las potencias? Y es que hay que remarcar que no se trata solo de la incidencia de la Casa Blanca, sino también de las potencias conservadoras de la Unión Europea que buscan mantener un mundo bipolar en franca contradicción a las aspiraciones de multilateralismo promovidas por bloques progresistas como la ALBA —a la que ya no pertenecemos más—, la Celac —actualmente en horas bajas— y, sobre todo, los Brics. Más allá de las señales, habrá que darle a Paz y su futuro gobierno el beneficio de la duda y seguir muy de cerca sus primeros pasos en un tema esencial como es la política exterior.

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