Estabilidad económica contra viento y marea

Una economía estable, con buenos indicadores, con políticas sociales consolidadas en favor de las poblaciones más vulnerables, con la permanencia de la subvención a los carburantes, con medidas que no trasladaron el costo de la crisis al bolsillo del pueblo, con crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) pese a las adversidades externas y el asedio político interno… eso es lo que deja el presidente Luis Arce al próximo gobierno, demostrando la resiliencia del modelo y logrando que la gestión se imponga al boicot.

Lo conseguido no es poco. El mandato de Arce tuvo que lidiar con un difícil ambiente internacional signado por una crisis multidimensional, los efectos de la pandemia del coronavirus, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la guerra arancelaria de Estados Unidos, entre otros, que generaron altos niveles de incertidumbre; el encarecimiento de los combustibles, los alimentos y los bienes importados; una escalada inflacionaria, el aumento del peso del servicio de la deuda externa y la desaceleración económica.

En Bolivia, Arce enfrentó de inicio las ruinas dejadas por el gobierno de facto en 2020, en la economía y el sistema de salud. Y cuando había buenas señales de recuperación, tuvo que soportar la más dura crisis climática en la historia del país y, sobre todo, el boicot de la oposición que cerró el grifo del financiamiento externo en el Legislativo —$us 1.638 millones en la actualidad— y los 90 días de paros y bloqueos de carreteras que provocaron pérdidas por más de $us 5.000 millones desde noviembre de 2022.

Pero pese al asedio político, económico, legislativo y mediático, la economía salió a flote. El crecimiento es sostenido, con un promedio de 3,3% entre 2021 y 2024; la inflación está en franca caída tras el pico de 5,2% en junio por los bloqueos del evismo, con un 0,2% en septiembre que es el índice más bajo de los últimos 20 meses; la cotización del dólar en el mercado paralelo muestra un notorio declive; los depósitos y la cartera de créditos en el sistema financiero continúan con una flecha ascendente.

Eso no es todo. Si bien existe una iliquidez de divisas por el sabotaje legislativo, no se incumplió con la compra y la subvención de gasolina y diésel, por $us 1.282 millones hasta agosto, ni con el pago a los acreedores internacionales por $us 1.050 millones, y las reservas internacionales demuestran estabilidad con un alza de $us 1.298 millones en lo que va del año. Además, la deuda externa con relación al PIB bajó a 23,1%, el nivel más bajo desde 2017, con lo cual el país puede acceder a mayor financiamiento.

A esto se suman los buenos resultados en recaudación tributaria, el incremento de la base empresarial y de los créditos productivos, la creación del mercado virtual y, ante todo, la consolidación de los bonos sociales a los que el Estado destinó casi $us 10.000 millones desde 2006 hasta agosto de 2025. Es la herencia de estabilidad económica y de políticas en beneficio del pueblo, del desarrollo de los departamentos y del aparato productivo que deja Arce para el gobierno que asumirá el próximo 8 de noviembre.

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