Se cumple hoy un año del golpe de Estado fallido orquestado por el entonces comandante del Ejército, general Juan José Zúñiga. Ese día, Bolivia y el mundo observaron azorados cómo un grupo de militares, con tanquetas de guerra, irrumpieron en la plaza Murillo y derribaron la puerta del viejo Palacio con el objetivo de derrocar al gobierno democráticamente electo.
Durante su violenta irrupción en el corazón del poder político, Zúñiga confesó a los medios de comunicación que buscaba conformar un nuevo gabinete y "liberar a todos los presos políticos".
Sin embargo, la asonada militar se frustró gracias a la movilización espontánea del pueblo y la determinación del presidente Luis Arce, quien se enfrentó con valentía al entonces general Zúñiga y le ordenó el repliegue de los militares, todo en las puertas del viejo Palacio.
A un año de ese hecho, sus cabecillas pretenden instalar la falsa narrativa de que no hubo una asonada militar. Algunos analistas políticos y militares también señalaron que no era un golpe de Estado porque un hecho de esas características deja muertos, heridos, toma de medios de comunicación y otros, tal como ocurrió con los golpes militares de los 70 y 80.
Los que niegan que fue un golpe militar están apolillados en viejos conceptos que siguen creyendo que en la actualidad las guerras se libran con batallones de artillería, caballería, infantería y brigadas de reconocimiento en terreno enemigo. Hoy, las guerras se libran con drones -cuyo piloto está oculto en una oficina-, con misiles inteligentes, aviones furtivos y otras perlas tecnológicas que desatan una muerte sin escrúpulos y un exterminio algorítmico.
Tras la aprehensión del principal cabecilla, el Ministerio Público hilvanó la trama militar y develó documentos, pruebas, declaraciones, testimonios y otros que desmontan los artilugios esgrimidos por los golpistas que pretendieron socavar la democracia.
Las investigaciones demostraron que la fase preparativa se inició el 30 de marzo de 2022 y tuvo como protagonistas principales al excomandante del Ejército, Juan José Zúñiga; al comandante de la Compañía de Inteligencia, mayor Leonel Elio Sanjinés Rada; Osvaldo Villarpando, exoficial de la Armada, y al teniente coronel de artillería Roberto Vargas, y otros. También se develó que algunos militares intercambiaron mensajes con Erick Foronda, exsecretario privado de Jeanine Añez, con personeros de la Embajada de los Estados Unidos y con el diputado opositor de Creemos Richard Rivera. También están involucrados otros civiles.
Un tribunal militar decidió la baja definitiva de cinco generales de las FFAA, algunos militares se acogieron a un proceso abreviado reconociendo su culpabilidad y algunos siguen en la cárcel.
Esta asonada militar pasará a la historia como un hecho execrable y demostró que el pueblo no está dispuesto a vivir nunca más en regímenes militares caracterizados por masacres, exilios, proscripción de sindicatos y derechos civiles. El pueblo quiere vivir en democracia.
AEP