La guerra sucia y el verdadero rostro de la derecha

Fieles a su esencia oligárquica y aristocrática, los políticos bolivianos de derecha que pretenden llegar a la presidencia demuestran que su único fin es acaparar poder, y se embarcaron en una guerra sin cuartel que no repara en ningún código, aun a pesar de que meses atrás firmaron un pacto en el que acordaron apoyar todos al postulante con mayor popularidad.

Samuel Doria Medina enfrenta una revelación que prueba que usa sus millones para atacar a sus rivales con mentiras y publicidad engañosa en redes sociales. Semanas atrás se reveló que él y Tuto Quiroga, en los 90, fueron a EEUU a tratar de negociar coca cero a cambio de impunidad para la corrupción del MIR; Samuel lo negó y atacó a Quiroga, quien, a su vez, intentó a lo largo de estas semanas mostrar a su rival como “tibio” y “anticruceño”. En el medio está otro neoliberal, Manfred Reyes Villa, cuyos asesores no hacen más que tratar de denostar a Doria Medina y Quiroga, bajo la premisa de que “ya fueron parte de anteriores gobiernos”.

Mientras sigue este fuego cruzado, hay que tener las cosas claras para este domingo ir a las urnas con certezas y convicción. A ese respecto, hay tres verdades innegables:

1) La derecha no es cambio ni renovación: es risible que Samuel, una persona de 67 años, que fue ministro a sus 30, que postuló cinco veces en las elecciones nacionales, quiera mostrarse como alguien del presente y con futuro; lo mismo ocurre con Quiroga, que fue vicepresidente y presidente hace más de un cuarto de siglo, y que en su gestión demostró sometimiento total a las reglas del imperio. ¿Y qué decir de Manfred? Baste recordar que fue incondicional aliado de Sánchez de Lozada mientras su gobierno masacraba al pueblo en la Guerra del Gas.

2) La crisis coyuntural, que la derecha esgrime como principal plataforma, fue y es provocada por ellos mismos. Junto con el evismo: ambos sabotearon leyes y gestión desde el Legislativo; los evistas, además, engañaron al país al no revelar la verdadera situación en temas cruciales como los hidrocarburos y el litio.

3) El Proceso de Cambio no es pasado, es presente y futuro. Reencauzando los problemas, salvando las diferencias, la Revolución Democrática y Cultural debe continuar para consolidar las conquistas sociales, la soberanía y dignidad del Estado Plurinacional. Es la representación genuina del pueblo y las mayorías, y si hay una inflexión coyuntural que lo divide y debilita, no es, ni mucho menos, su final.

Es fundamental mantener la memoria reflexiva y no dejarse embaucar por coyunturas artificiales y demagogia. Samuel, Tuto, Manfred y otros políticos de derecha son pasado y retroceso, porque representan a las élites caducas que quieren retornar a una Bolivia republicana, colonial, excluyente, racista, elitista.

Hay que recordar cómo se vivía en el neoliberalismo: la hiperinflación de inicios de los 80, la relocalización y otras medidas draconianas, los salarios de miseria, la estigmatización de la coca, la privatización y saqueo de los recursos naturales, la exclusión de indígenas y campesinos. Bolivia ya no es eso y no volverá a serlo nunca más.

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