La vivienda social transformó vidas

“Tanto tiempo que he esperado tener mi casita, ahora ya tengo mi casita con mi hijita que ha nacido, estoy feliz con ella, gracias le digo al Lucho Arce”, ese es el breve pero sentido testimonio de una de las miles de mujeres de escasos recursos económicos que se benefició con una vivienda social financiada por el Gobierno.

Son viviendas que cuentan con dormitorios, cocina, sala y baño, y todos los servicios básicos. En los últimos años se ha hecho una rutina la entrega de estas obras sociales, por lo que dejaron de ser noticia a pesar del gran impacto social, sobre todo para sectores vulnerables de la sociedad, principalmente, rurales.

La Agencia Estatal de Vivienda (Aevivienda) es la encargada de hacer realidad el sueño de miles de familias que califican a uno de los tres programas disponibles: Programa Cualitativo de Vivienda Social, para el mejoramiento, ampliación y/o renovación de hogares; Programa de Vivienda de Emergencia, orientado a las familias que tienen su casa afectada por un desastre natural; y el Programa de Comunidades Urbanas, proyectos integrales de vivienda y departamentos.

Achicar el déficit habitacional fue uno de los pilares en materia social del gobierno del presidente Luis Arce, porque fue un mandato de la población ante una realidad de familias bolivianas, padres o madres solteras con hijos, personas de la tercera edad o personas con discapacidad sin vivienda o con una inhabitable por sus condiciones.

Datos oficiales dan cuenta que, desde noviembre de 2020 hasta septiembre de este año, el Gobierno nacional construyó 76.238 viviendas en diferentes regiones de Bolivia, sobre todo del área rural. Miles de familias estrenaron una vivienda digna, que eleva sus condiciones de vida y genera seguridad.

Justamente los resultados oficiales del Censo de Población y Vivienda 2024 establecen que en Bolivia mejoró la calidad de viviendas y el acceso a los servicios básicos, lo que demuestra un salto cualitativo frente a lo que ocurría en el pasado.

En 2001 tan solo el 39,3% de las viviendas podrían ser calificadas como de calidad alta, pero en 2024, el 66,9% son de calidad alta. La mejoría se evidencia en el área urbana y es más visible en el área rural, donde las viviendas de calidad alta se incrementaron del 12,6% al 40,9%, de 2001 a 2024.

Mientras las viviendas de calidad baja cayeron del 30,2% al 10,9%. Entre 2012 y 2024 se tiene un mayor crecimiento en el número de viviendas, que pasaron de 3.159.000 a 4,5 millones en 2024.

El hacinamiento fue otro factor medido y los datos establecieron que el 71,8% de las viviendas no tienen hacinamiento, lo que revela otro factor de mejora en el desafío de bajar el déficit habitacional.

En correspondencia a las cifras, los datos muestran mejoras significativas en el acceso a los servicios básicos, como no había ocurrido en el pasado, principalmente, en el área rural. Por ejemplo, el acceso al agua mejorada alcanzó el 87,2% en Bolivia, el acceso a saneamiento mejorado pasó del 41,4% al 63,6% y la cobertura de energía eléctrica subió del 66,1% al 92,2%.

“Gracias a este proyecto de vivienda social voy a vivir dignamente junto a mi familia”, decía otra beneficiaria en Beni. Las palabras, los hechos y las cifras muestran que se avanzó en mejorar las condiciones de habitabilidad de los bolivianos.

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