ONU desmiente alarmismo sobre hambruna

La clarificación oficial de la Organización de las Naciones Unidas en Bolivia ha puesto fin a una campaña de desinformación que durante días sembró zozobra innecesaria en la población boliviana. 

Ana Martina, representante y coordinadora de la ONU en el país, fue categórica al aclarar que el informe conjunto de la FAO y el PMA "no menciona ni alerta sobre una situación de hambruna en Bolivia", desvirtuando así las interpretaciones maliciosas que pretendieron generar pánico y desestabilización.

Los hechos son incontrovertibles. El informe Puntos críticos sobre el hambre: Alertas tempranas sobre la inseguridad alimentaria aguda. Perspectiva de junio a octubre de 2025 identifica específicamente 13 países donde la situación del hambre está empeorando, con 5 naciones en riesgo inmediato de hambruna: Sudán, Palestina, Sudán del Sur, Haití y Mali.

Bolivia no "gura en ninguna de estas categorías de preocupación.

La representante de la ONU fue precisa al explicar que la hambruna es "un término técnico con criterios especí"cos" que incluyen la proporción de población con hambre extrema, emaciación infantil y tasas de mortalidad, "criterios que no aplican en el caso boliviano".

Esta aclaración técnica demuestra que quienes difundieron la versión alarmista ignoraron deliberadamente la metodología científica de estos informes internacionales.

Más allá de desmentir las falsas alarmas, la ONU reconoció explícitamente"los esfuerzos del país y el compromiso del Gobierno nacional" en materia de seguridad alimentaria.

Este reconocimiento, que debería haber sido la noticia principal, fue sistemáticamente ignorado por quienes pre"rieron ampli"car versiones catastróficas sin fundamento.

El Sistema de las Naciones Unidas y sus agencias especializadas no solo reconocieron los logros bolivianos, sino que rati"caron su compromiso de "mantener su apoyo a las políticas públicas orientadas al fortalecimiento de la producción agropecuaria, la agricultura familiar y la seguridad alimentaria".

Esta es una validación internacional de las políticas implementadas, que contrasta radicalmente con las narrativas de colapso que algunos sectores intentaron imponer.

La tergiversación deliberada de informes internacionales constituye un acto de irresponsabilidad que trasciende las diferencias políticas legítimas.

Generar zozobra en la población mediante la difusión de información falsa sobre temas tan sensibles como la seguridad alimentaria no es ejercicio de libertad de expresión, sino manipulación destinada a crear inestabilidad social.

Quienes distorsionaron el contenido del informe de la ONU demostraron un desprecio absoluto por el bienestar psicológico de la población, especialmente de los sectores más vulnerables, que podrían haber tomado decisiones precipitadas basándose en información falsa.

La creación artificial de pánico alimentario es una forma de violencia social que debe ser repudiada por todos los sectores responsables de la sociedad.

La desinformación sobre el supuesto riesgo de hambruna no solo afectó la tranquilidad ciudadana, sino que intentó socavar la credibilidad de las instituciones bolivianas ante la comunidad internacional.

Presentar a Bolivia como un país al borde del colapso alimentario, cuando los organismos técnicos especializados indican lo contrario, constituye un intento de deslegitimación que va más allá de la crítica política constructiva.

Esta estrategia de desinformación buscaba generar una percepción de crisis que pudiera ser utilizada para justi"car medidas extraordinarias o para desacreditar las políticas públicas en curso. El desmentido oficial de la ONU no solo restaura la verdad, sino que expone la naturaleza manipuladora de estas campañas.

La rápida clari"cación de la ONU y el reconocimiento de los esfuerzos bolivianos en seguridad alimentaria señalan que la verdad prevalece sobre la manipulación.

AEP

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