Presidente Arce en la ONU

El presidente Luis Arce se prepara para participar, por última vez en calidad de jefe de Estado, en el escenario multilateral más importante del mundo: el 80.° período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebrará los días 24 y 25 de septiembre en Nueva York.

Será la despedida del mandatario en el ámbito global, una intervención final que no solo reviste un valor diplomático, sino que encierra un fuerte significado político en el marco de la transición democrática que atraviesa Bolivia.

Durante su estadía, Arce sostendrá reuniones bilaterales con representantes de países como Brasil, India, China y Rusia, además de organismos multilaterales.

El punto culminante de su agenda será el discurso que pronunciará el miércoles 25, en el que destacará los logros del Proceso de Cambio y reafirmará la posición soberana del país frente a los grandes desafíos globales: la crisis climática, la lucha contra los incendios forestales, la defensa de los derechos humanos y el respeto al derecho internacional.

Sin embargo, más allá de los temas de la agenda mundial, la participación del mandatario adquiere un valor simbólico adicional: muestra a un presidente que, en los foros internacionales, proyecta no solo la voz de Bolivia, sino también la firmeza de su compromiso con la democracia interna.

Arce ha sido enfático en señalar que el próximo 8 de noviembre entregará el mando al presidente electo en el balotaje del 19 de octubre.

Con ello, ha despejado cualquier especulación y ha reiterado su respeto irrestricto al mandato constitucional.

Esta definición adquiere mayor relevancia en un contexto donde ciertos sectores han promovido propuestas que buscan suspender a los vocales del Tribunal Supremo Electoral y prorrogar mandatos de las actuales autoridades, lo que supondría un retroceso institucional y un atentado a la voluntad popular.

El mandatario rechazó esas iniciativas, reafirmando que la salida de la coyuntura debe darse en el marco del voto ciudadano y de las reglas de la democracia.

La señal es clara: mientras algunos buscan prolongar incertidumbres, el Gobierno se encamina hacia una transición ordenada, transparente y sujeta al mandato del pueblo.

Ese mensaje, transmitido desde la principal tribuna internacional, adquiere un doble valor. Por un lado, coloca a Bolivia en sintonía con los debates urgentes de la humanidad, como la crisis climática o el multilateralismo en un mundo en transformación.

Por otro, envía al interior del país la certeza de que la continuidad democrática no está en cuestión y de que el voto del 19 de octubre será la única fuente legítima para definir el rumbo político.

En ese sentido, la última intervención de Arce en la ONU no se limita a un discurso de despedida.

Se convierte en la reafirmación de un principio fundamental: que la estabilidad institucional de Bolivia descansa en el respeto al calendario electoral, en la preservación de la independencia de los órganos del Estado y en la confianza en que la soberanía popular es la base del sistema democrático.

El escenario internacional servirá, así, como espejo de lo que ocurre puertas adentro: un país que, en medio de la polarización política, reafirma su vocación de seguir transitando el camino de la democracia.

Arce cumple con su rol de estadista no solo al hablar de los problemas del planeta, sino también al comprometerse públicamente con la continuidad constitucional de Bolivia. Esa será, sin duda, la impronta más duradera de su última aparición en las Naciones Unidas.

AEP

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