La Sentencia Constitucional 1010/2023 en Bolivia ha marcado un punto de inflexión en la defensa de los principios democráticos al anular la reelección indefinida en el país. Este fallo, basado en fundamentos constitucionales y jurisprudencia internacional, destaca la importancia de proteger la democracia de amenazas que puedan socavarla desde adentro.
Históricamente, la idea de permitir la reelección indefinida ha sido vista con escepticismo por muchos expertos y defensores de la democracia. Y no es para menos. Permitir que un líder permanezca indefinidamente en el poder crea un ambiente propicio para el autoritarismo y el abuso de poder.
La reelección indefinida no es solo un tema de permanencia de un individuo en el cargo, sino también de la consolidación de un poder que puede desequilibrar las instituciones democráticas.
El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), en su decisión, ha reconocido que la reelección indefinida puede ser una amenaza para la alternancia política, el pluralismo y el sistema de frenos y contrapesos.
La democracia se nutre de la diversidad de voces y visiones, y la permanencia prolongada de un líder puede sofocar esa diversidad, llevando a una dictadura camuflada bajo el manto de la democracia.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión de Venecia también han enfatizado en que la reelección no debe ser considerada como un derecho humano y que los límites a la misma son esenciales para proteger la esencia de la democracia.
Estas organizaciones han destacado que la prohibición de la reelección indefinida busca garantizar la alternancia en el poder y proteger las instituciones democráticas de posibles abusos.
Por lo tanto, la Sentencia Constitucional 1010/2023 no es solo un fallo jurídico, sino también un recordatorio vital de que la democracia es frágil y debe ser protegida activamente. La reelección, aunque pueda parecer un mero detalle técnico, tiene el potencial de alterar profundamente el equilibrio democrático si no se maneja adecuadamente.
Es un llamado a todos los países y líderes a reflexionar sobre la importancia de las instituciones democráticas y a actuar con responsabilidad para preservar la integridad de la democracia.
Una democracia saludable requiere un equilibrio constante de poder, una renovación periódica de liderazgos y una rendición de cuentas que solo pueden lograrse con la alternancia en el poder.