El reciente debate vicepresidencial entre Edmand Lara (PDC) y Juan Pablo Velasco (Libre) dejó al electorado con una sensación de vacío, pues se transformó en un espacio de polarización, marcado por acusaciones, discusiones superficiales y frases repetidas, lo que evidencia el limitado nivel intelectual de ambos candidatos. Los votantes aguardaban más de este encuentro para orientar su decisión de cara al balotaje que se avecina; ahora, las expectativas se trasladan al debate presidencial que tendrá lugar este fin de semana.
La ausencia de propuestas claras, concretas y originales sobre asuntos fundamentales como la subvención de hidrocarburos, economía, exportaciones, educación, política, gestión de empresas estatales, provisión de dólares y reforma constitucional resultó evidente. Estos son temas urgentes para la población y, sin embargo, pasaron desapercibidos durante el debate.
La calidad del discurso político fue pobre, dando lugar a un intercambio insulso, donde brilló por su ausencia cualquier planteamiento capaz de sacar al país de la crisis económica. Tampoco se abordó la necesidad de construir consensos para guiar a Bolivia hacia el desarrollo, lo cual ha incrementado el descrédito y la impopularidad de los candidatos, quienes no logran mostrar atributos que los posicionen como dignos aspirantes a la vicepresidencia.
El objetivo del debate era conocer propuestas y fortalecer la decisión del electorado; sin embargo, se convirtió en una oportunidad desaprovechada. Los candidatos fueron incapaces de articular planes concretos y viables. Así, el pueblo se ve forzado a elegir entre un vicepresidente con historial racista, apodado “empresario digital”, y un “capitán” que cree que los problemas se resuelven a gritos o con discursos vacíos, aunque llenos de grandilocuencia.
La esencia de la democracia radica en el diálogo, el intercambio de ideas y la presentación de propuestas claras sobre gobernabilidad. No obstante, el debate puso en evidencia —como muchos ya advertían— la mediocridad de quienes aspiran a la vicepresidencia, sembrando dudas sobre la continuidad en la construcción de una sociedad más justa, inclusiva e igualitaria.
El encuentro deja claro que ambos candidatos no están a la altura del cargo, pues desconocen el funcionamiento de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Se anticipa que serán incapaces de tejer consensos para gestionar la economía, designar futuras autoridades, fiscalizar la gestión pública y garantizar el funcionamiento adecuado de un órgano estatal indispensable para la democracia.
Quedan atrás los tiempos en que el pueblo contaba con gobernantes comprometidos, con ideas claras sobre la administración del Estado y capaces de implementar un modelo económico soberano que distribuía los excedentes entre los sectores más vulnerables. Los resultados fueron tangibles: disminución de la pobreza, recuperación de la dignidad nacional y bienestar gracias a un crecimiento económico sin precedentes en la historia del país. Este es el legado indiscutible que deja el Proceso de Cambio y el Gobierno nacional.