¿Visión de Estado o borrón y cuenta nueva?

Un país con una perspectiva de futuro clara y definida tiene mayores oportunidades de desarrollo y crecimiento, pero no solo eso, sino también muestra seriedad en lo interno y externo. Ahí radica la importancia de lo que se denomina Políticas de Estado o, en lo individual, un presidente con visión de Estado.

La ideología no debiera ser un óbice en este desafío, porque por encima deben estar los intereses de Estado. En la ciencia política y el derecho público esto es central y hace a los objetivos y necesidades considerados esenciales para la existencia, estabilidad, seguridad y prosperidad a largo plazo de una nación.

Bolivia, sin embargo, es un país poco usual cuando se habla de políticas de Estado, porque la experiencia mostró a lo largo de la historia que cada gobierno llega al poder prometiendo cambio, que implica borrar todo lo que pueda recordar a su predecesor, sin importar lo bueno que pudo o que puede ser.

Justamente el presidente Luis Arce alerta de esta actitud de la clase política boliviana sin renovación, cuando reivindica la importancia de que el próximo gobierno continúe con las iniciativas que fueron diseñadas y puestas en marcha con una mirada de Estado, como la industrialización con sustitución de importaciones.

“Está claro que, en estos últimos 20 años el país ha avanzado cualitativamente y sobre todo en esta última etapa de nuestro gobierno”, decía en un acto de entrega de obras el 30 de agosto en Tarija, mientras ese mismo día, en Santa Cruz, defendía los resultados del Modelo Económico Social Comunitario Productivo.

A diferencia del pasado neoliberal, los gobiernos del MAS reconfiguraron Bolivia con una visión de Estado. La nacionalización, la fuerte inversión pública, los bonos sociales (redistribución de la riqueza), universalización de servicios básicos, seguridad ciudadana y la industrialización son solo algunas de esas políticas de largo plazo.

En lo social están los bonos Juancito Pinto de Bs 200 para los estudiantes de unidades fiscales, Juana Azurduy para mujeres embarazadas y niños y la Renta Dignidad para mayores de 60 años, que son financiados con las utilidades generadas por las empresas estatales, como YPFB, ENDE, Entel.

La industrialización tiene como objetivo desarrollar el potencial de diferentes regiones con el aprovechamiento de su potencial productivo, generando polos de desarrollo con la idea de sustituir las importaciones y hacer un país cada vez más soberano. Un ejemplo gráfico es la industria del biodiésel.

Ya se cuenta con una planta de biodiésel operando en Santa Cruz y en breve una segunda estará aportando este biocombustible desde El Alto que, junto a los nuevos descubrimientos hidrocarburíferos, como Mayaya X-1, permitirá reducir la importación de diésel, como parte de una política de solución estructural a los problemas de abastecimiento de carburantes.

La seguridad ciudadana también tiene una mirada de Estado con la creación del Sistema de Comando y Control para Seguridad Ciudadana BOL-110 que, con una inversión superior a los Bs 703,6 millones, instaló todo un sistema de cámaras de videovigilancia en los municipios de La Paz, El Alto, Santa Cruz, Warnes, Trinidad, Oruro y próximamente en Cobija, para luchar contra la delincuencia.

Si bien el presidente Arce consolidó estas y otras iniciativas con una mirada de estadista, hoy los candidatos presidenciales en la primera vuelta, Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga, hablaban de “desmontar” todo lo hecho hasta el momento, con una lamentable ausencia de mirada de Estado.

Declarados neoliberales y abiertamente críticos al actual modelo económico y al MAS, anunciaron que cerrarán empresas públicas o las pasarán a manos privadas, achicarán el Estado, anularán los subsidios, como a los hidrocarburos y dejarán al mercado definir el tipo de cambio. Este discurso radical fue matizado en estas semanas con vistas a la segunda vuelta del 19 de octubre próximo para captar votos.

En sus discursos políticos no hay nada que rescate o destaque algo de lo que se hizo o se esté haciendo, aunque seguramente también hay cosas por cambiar.

Hay una falta de visión de Estado y de estadista en quienes buscan dirigir los destinos de los bolivianos, un problema arrastrado por los viejos políticos de derecha.

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