Víctor Hugo Robles y Pedro Lemebel en la marcha gay de 1995.

Las viudas odiosas de Lemebel

La publicación reúne más de 50 testimonios de amistades, artistas y activistas de Chile y América Latina, entre ellos el boliviano David Aruquipa, que recuerda con afecto su primer encuentro con Lemebel en Santiago.

A diez años de la muerte del reconocido escritor chileno Pedro Lemebel - icónica figura de la disidencia sexual y de la literatura latinoamericana -, presentamos en La Paz el celebrado libro Las viudad odiosas de Lemebel, una obra editada por mi persona, Victor Hugo Robles. 

El acto reunió a destacados activistas del movimiento LGBTIQ+ boliviano, entre ellos Édgar Soliz, de Maricas Bolivia; Laura Libertad Mollinedo y César Antezana / Flavia Lima, de la Colectiva Almatroste. La cita fue el martes 15 de julio a las 19.00, en el Espacio Cultural La Bruta, ubicado en el barrio de Sopocachi, en el corazón de la ciudad de La Paz.

David Aruquipa Pérez (der.) y Víctor Hugo Robles, en la presentación del libro.

“Era diciembre de 2014, vísperas de las fiestas de fin de año. Yo tomaba helado en la Plaza de Armas de Santiago cuando recibía un pequeño pero categórico mensaje informando que Lemebel estaba muy grave en la Fundación Arturo López Pérez. Para allá partí. No lo dudé un segundo, más allá de nuestros encuentros y desencuentros, angustiado y expectante, encaminé mi rumbo hacia la clínica pensando en la hermosa, tensa e intensa amistad con Pedro. No hubo mayor burocracia para entrar al lugar, así que me dirigí al segundo piso donde me señalaron estaba la habitación de don Pedro, como dijo una amable enfermera. Pensé que estaría acostado, descansando y doliente, pero para mi sorpresa lo encontré fuera de la pieza, rodeado de amigos, inundando con su energía vital todo el lugar. Recuerdo que estaba sentado en una silla de ruedas mirando la calle desde un ventanal, observando el horizonte, quizás pensando en el futuro, tal vez en la vida y en la muerte. Entonces me acerqué despacito y ya a su lado, por la espalda, exclamé: ‘Hola niña’. Pedro, sorprendido, se volteó y solo atinó a gritar: ¡Guardias! esforzando su particular voz robótica que le dejó una operación a la laringe. Me asusté, imaginé ser expulsado por los guardias de seguridad de la clínica frente a la sonrisa veleidosa de otras locas amigas de Lemebel, quienes le hacían férrea corte hospitalaria. Pero antes de ese bochornoso desenlace, Pedro, pícaro y juguetón, me dijo: ‘Tranquila, niña, es una broma’”.

davidyguidoEl boliviano David Aruquipa (Dana Gakán), a la derecha, en compañía del escritor chileno Pedro Lemebel.

Así, con alegría e ironía, comienza la primera crónica de Las viudas odiosas de Lemebel. La obra colectiva reúne los recuerdos de escritores, poetas, teatristas, fotógrafos y activistas. Más de 50 amigos y amigas de Pedro Lemebel rinden un justo y sentido homenaje a la vida y obra de nuestra querida e inolvidable “mariquita linda”, a una década de su triste adiós.

Como periodista y activista chileno, conocido como ‘El Che de los gays’, afirmo que esta obra no es una biografía más, ni un monumento académico o literario, ni mucho menos una oda personal. Es un ejercicio generoso y colectivo para recordar a uno de los mejores cronistas urbanos de Chile y al más importante activista de la comunidad LGBTIQ+. El libro recoge las voces de las disidencias sexuales. Sus autores, en su gran mayoría, forman parte del movimiento por las diversidades sexuales en Chile y América Latina. Entre ellos y ellas se encuentran Claudio Narea, Héctor Hernández Montecinos, Juan Pablo Pozo, Victoria Aldunate, Cristian Cuevas Zambrano, Sofía Devenir, Claudio Barrientos, Marco Ruiz Delgado, Rucitama, Gustavo Bernal, Ernesto Muñoz, Johnny Aguirre, Patricio Martínez, Iván Said, Bessy Gallardo, Fernando Blanco, Eugeni Rodríguez (del Frente de Liberación Gay de Cataluña), John Better (Colombia), Gonzalo León, Pedro Bahamondes, Manuel Hernández, Ximena Riffo, Álvaro Hope, Juan Pedro Catepillán, Mariela Rivera, Pamela Collado Varela, Pablo Sanhueza, Pablo Trujillo, Sergio López Retamal, Paz Errázuriz y, desde Bolivia, David Aruquipa Pérez. 

esctorchilenoEl reconocido escritor chileno Pedro Lemebel.

¿Y POR QUÉ VIUDAS ODIOSAS?

El título no es una invención del editor. Lo pronunció el talentoso actor Alfredo Castro, quien, en una entrevista, acusó a las amigas de Lemebel de pretender decir e imaginar todo lo que Pedro diría o haría ahora. Nos llamó “viudas odiosas”.

Alfredo se enfureció con nosotras porque no toleró las críticas a su ‘Loca del Frente’ en Tengo miedo torero y me bloqueó de sus redes sociales. Yo no me enojé. Al contrario, encontré precioso eso de “viudas odiosas” y así nació un colectivo imaginario que ahora se transforma en un libro incómodo para unirnos, luchar y alzar nuestras odiosas voces.

LAS DOS FRIDAS 2024

La fotografía de portada de Las viudas odiosas de Lemebel es una cita a Las dos Fridas, la famosa pintura de la mexicana Frida Kahlo. Pero también es una cita de la cita: una reinterpretación fotográfica de Las yeguas del Apocalipsis en clave Frida. Una generosa e irreverente obra del fotógrafo Pedro Marinello, autor de la emblemática imagen de Pedro Lemebel y Francisco Casas tomada en 1989. Treinta y cinco años después, Marinello da vida a Las dos Fridas 2024, protagonizada por Geraldine Mardones, sobrina de Lemebel, y por ‘El Che de los gays’. 

lasviudasodiosasPortada del libro Las viudad odiosas de Lemebel, de Víctor Hugo Robles.

¿QUÉ SIGNIFICA SER VIUDA O VIUDO DE LEMEBEL?

Pedro Marinello fundamenta en Las viudas odiosas de Lemebel: “Ser su viudo artístico significa abrazar su legado con la misma fuerza con la que él abrazó la vida. Significa no solo recordar, sino también replicar su audacia, su capacidad para desobedecer las normas literarias y performáticas con elegancia y furia. Lemebel entendía que la memoria es resistencia, y como viudo suyo, esa es la tarea, mantener su memoria viva”.

MI AMADA PEDRO LEMEBEL (BRINDO POR EL DÍA QUE TE CONOCÍ)

Así se titula la crónica escrita por este su servidor, David Aruquipa Pérez. Recuerdo con nitidez el año 2004, cuando conocí a la diva Pedro Lemebel. Fue en Santiago de Chile, durante el II Seminario Internacional Sexualidades y Sociedades Contemporáneas: Ciudad y Política. ¡Qué nombre! Un encuentro vibrante de artistas, feministas, locas y maricas del margen.

pedrolemebelPedro Lemebel, junto con un amigo, en la estación Mapocho.

A las 12.30 comenzaba la tertulia Incitaciones de la Sexualidad: El Uno por Uno, con Pe- dro Lemebel, Nelly Richard y Héctor Hernández (bautizada luego como ‘Descaro Galán’).

La heroína de mis lecturas entró a la sala vestida toda de negro. El público la ovacionó y ella, sabiendo que era adorada, avanzó con la elegancia de una reina sin corona. Me abrí paso entre la gente y me presenté con apuro.

“Niña, yo sabía que estabas acá”, —me dijo—. “Tengo un regalito para ti, que podrás llevar hasta mi querida Bolivia”, agregó.

Emocionada, me senté a escucharla.

Entre sarcasmos y risas, Pedro se llevó al mundo por delante. Leyó La Noche Quiltra, con discursos corales sobre la erótica de la sexualidad y algunas amorosas perversiones sexuales que se publicitan en zonas marginales y demoníacas de la noche. Luego llegó Levántate, Pier Angeli, una pieza demás sensible y develadora, parte de la historia coliza —la jerga para referirse a nosotras, las maricas— conectada con la historia de Violeta Parra. Finalmente, dijo: “Tengo estos dos textos que voy a dedicarles a mis primas Galán”.

retratohomenajelemebelRetrato homenaje a Lemebel.

El primero, está en su libro Crónicas de Sidario: Los mil nombres de María Camaleón, donde afirmaba que las Galán teníamos nombres sacados de un afiebrado santoral digital.

Emocionada, grité y aplaudí como si estuviera en un concierto de rock. El segundo texto fue Carta a un niño boliviano que nunca vio la mar. Mis ojos se humedecieron. Sentí que debía cumplir con el mandato de Pedro. 

CARTA A UN NIÑO BOLIVIANO QUE NUNCA VIO LA MAR

“Aun así, pequeño niño boliviano, te puedo contar cómo conocí la gigante mar, y daría todo para que esta experiencia no te fuera ajena. Incluso, te regalo el metro marino que quizás me pertenece de esta larga culebra oceánica.

Tanta costa para que unos pocos y ociosos ricos se abaniquen con la propiedad de las aguas. Por eso, al escuchar el verso neopatriótico de algunos chilenos me da vergüenza, sobre todo cuando hablan del mar ganado por las armas.

Sobre todo al oír la soberbia presidencial descalificando el sueño playero de un niño. Pero los presidentes pasan como las olas, y el dios de las aguas seguirá esperando en su eternidad tu mirada de llokalla triste para iluminarla un día con su relámpago azul”.

Por: Victor Hugo Robles y David Aruquipa Pérez

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