Maria Ximena Rodríguez Calderón

Estabilidad del sistema financiero: bienestar para todos

La estabilidad de un Sistema Financiero se refleja en su capacidad para canalizar eficientemente el ahorro hacia la inversión y reaccionar ante situaciones adversas.

Esta capacidad impacta directamente en la economía de los hogares, las empresas y el gobierno, constituyéndose en un pilar fundamental para el sostenimiento económico de un país.

Por el contrario, la inestabilidad financiera incrementa la incertidumbre, llevando a los agentes económicos a restringir sus operaciones y, por ende, se afecta su capacidad productiva, lo que se traduce en que sean menos rentables. En dicho escenario se reduciría la inversión, la cual provocaría una contracción del crédito con limitado acceso a financiamiento, ya sea para consumo o proyectos productivos. Estos efectos suelen intensificarse en contextos de alta incertidumbre política, condiciones ambientales y sanitarias desfavorables, como las ocurridas durante la pandemia del COVID-19, tensiones comerciales externas y periodos eleccionarios.

Ante versiones alarmistas que circulan en medios de comunicación, en cuanto a que “la estabilidad del Sistema Financiero estuviera amenazada”, basándose erróneamente en la disminución del ratio de liquidez entre 2008 y 2025; ante lo cual es fundamental explicar que un ratio de liquidez del 66% no es una manifestación de vulnerabilidad financiera, por el contrario, al situarse inclusive por encima del 40%, requerido en los estándares internacionales, demuestra que el Sistema Financiero cuenta con capacidad para atender sus obligaciones con los ahorristas.

La comparación del ratio de liquidez en el período mencionado resulta engañosa, ya que en 2008 el Sistema Financiero era más pequeño y con menor colocación de crédito, por lo que una interpretación más acertada indicaría que el 81% de liquidez respondía más a recursos estancados en el Sistema Financiero, que a una fortaleza. En 2025, el país cuenta con un sector financiero más estable, que canaliza eficientemente depósitos hacia créditos de distinto tipo, por lo que la actual liquidez evidencia que los recursos del público, recibidos por las entidades financieras, son utilizados para impulsar la economía real; no obstante, en términos absolutos, dichas entidades reportaron un récord histórico de Bs 74.369 millones en activos líquidos, lo que evidencia que nunca antes hubo tantos recursos disponibles para responder a las obligaciones de corto plazo.

En este contexto, hablar de amenaza de estabilidad financiera carece de sustento, ya que los niveles actuales de liquidez, la supervisión constante de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero y la fortaleza del sistema confirman su capacidad de cumplir con sus actividades en un contexto económico desafiante.

Las cifras del Sistema Financiero Nacional a agosto de 2025 son prueba clara de su fortaleza y estabilidad. Además del índice de liquidez de 66%, el sistema registra una mora de 3,2% (una de las más bajas de la región) y un coeficiente de adecuación patrimonial de 14,6%, por encima del mínimo legal (10%), cifras que, analizadas en su conjunto, demuestran que las entidades financieras cuentan con los recursos y respaldos suficientes para atender las necesidades de los ahorristas y de la economía productiva.

Estos datos evidencian una gestión prudente y responsable de los riesgos de crédito y de liquidez, muy lejos de una situación de fragilidad. A lo cual se suma el crecimiento sostenido de los depósitos (30% en los últimos cinco años) y la apertura de 1,7 millones de nuevas cuentas sólo en los últimos 12 meses, lo que a su vez refleja la confianza de la ciudadanía en su Sistema Financiero.

Lo mencionado evidencia un sector que no únicamente resguarda los ahorros de la población, sino que además impulsa la inclusión financiera y contribuye al desarrollo económico del país. Lo que corresponde hoy no es sembrar dudas infundadas sobre el Sistema Financiero, sino reconocer que la estabilidad alcanzada por éste es un pilar de la economía que se debe proteger y preservar con responsabilidad, ya que constituye la base sobre la cual se construye el crecimiento sostenible y el bienestar de la sociedad en su conjunto, siendo que la solidez financiera no se mide en rumores ni con interpretaciones forzadas, sino en cifras concretas.

Por: Maria Ximena Rodríguez Calderón/

Tribuna
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