Mahmoud Elalwani - Embajador del Estado de Palestina en Bolivia

Israel pretende silenciar las voces matando a periodistas en Palestina

Desde que estalló la guerra el 7 de octubre de 2023, más de 211 periodistas han sido asesinados como resultado de los ataques israelíes que causaron 50.912 víctimas, 115.981 heridos y 12 mil desaparecidos en Gaza, y 954 víctimas, 6.700 heridos y 15.800 detenidos en Cisjordania. El número de periodistas asesinados desde el comienzo de la guerra es alarmante y actualmente es el más alto del mundo, convirtiendo esta guerra en la más sangrienta contra el gremio de los periodistas. El alarmante número de periodistas asesinados en Gaza supera los asesinados anualmente en todo el mundo, lo que pone de relieve los graves riesgos a que se enfrentan los periodistas en Palestina mientras desempeñan sus funciones profesionales.

Estas cifras indican una escalada sin precedentes en los ataques contra periodistas, lo que aumenta la preocupación internacional sobre la seguridad de los profesionales de los medios, la libertad de prensa y la libertad de expresión en zonas de conflicto. No hay duda de que los ataques contra periodistas en Gaza se entienden como un intento deliberado de silenciar las voces que transmiten desde el terreno la verdad, planteando serias dudas sobre la libertad de prensa y el derecho de todos los ciudadanos a saber lo que está sucediendo en el terreno.

Uno de los objetivos de atacar a los periodistas es reducir la cobertura mediática y evitar que el mundo vea la realidad, otro es el de infundir terror e intimidación para amedrentar a otros profesionales de los medios y obligarlos a retirar o reducir su cobertura y también para evitar que se difunda información sobre la rendición de cuentas en juicios internacionales por crímenes de guerra. En ausencia de testigos, es difícil documentar las violaciones y en tiempos de guerra quien controla la narrativa tiene el poder. La desaparición de periodistas palestinos abre la puerta únicamente a las narrativas oficiales israelíes y a los medios afines. Este contraste refleja la política de la ocupación, que consiste en borrar la narrativa palestina y promover la suya ante el mundo.

Los ataques deliberados de la ocupación contra periodistas palestinos no se limitan a la Franja de Gaza, también se extienden a quienes trabajan en Cisjordania. Desde el 7 de octubre de 2023, el gobierno de ocupación ha arrestado aproximadamente a 58 periodistas en Cisjordania, confiscando sus equipos y dispositivos móviles e infringiendo agresiones físicas contra ellos y sus familiares, además, también sufren ataques por parte de los colonos que actúan en presencia de las fuerzas de ocupación y protegidos por ellas.

Matar a periodistas en cualquier parte del mundo es un crimen condenado por todos los estándares éticos y legales. Los periodistas no son parte en el conflicto, son testigos que informan y transmiten la verdad desde el terreno, arriesgando sus vidas para dar voz a las víctimas. Sus ataques deliberados constituyen una flagrante violación del derecho internacional humanitario, en particular de las Convenciones de Ginebra, que estipulan la protección de los civiles, incluidos los periodistas.

El periodismo es un mensaje, no sólo un trabajo, los medios de comunicación deben transformarse de observadores de acontecimientos a creadores de realidad, los medios con propósito inspiran, guían y transforman.

Las élites culturales, intelectuales, artísticas y científicas han sido neutralizadas en la mayoría de los países y la política ha quedado abandonada a su suerte, manejada por personas de dudosa valía. La cultura es la incubadora común donde podemos encontrarnos a pesar de nuestras diferencias. El diálogo cultural es el antídoto más poderoso contra el extremismo porque crea una polinización intelectual cruzada que enriquece y ayuda a encontrar puntos de acuerdo sólidos, profundamente argumentados y duraderos.

La humanidad debería estar preocupada no sólo por las horrorosas imágenes provenientes de la Franja de Gaza, Jerusalén y Cisjordania, sino también por el terrible colapso moral de los gobiernos aliados de Israel y su inactividad ante el horror de esas imágenes, la enormidad y profundidad de los acontecimientos que conllevan.

En la Franja de Gaza, niños, mujeres, ancianos y enfermos son destrozados por aire con misiles pesados. Los paramédicos que acuden a socorrer a los heridos están siendo asesinados, sus cuerpos y vehículos son arrastrados y enterrados para ocultarlos. Se bombardean tiendas de campaña sobre las cabezas de los indefensos. Se destruyen campos de desplazados y se profanan iglesias y mezquitas. Todo ello en conjunto constituye una tragedia devastadora en su totalidad y en el detalle, no sólo por la enormidad del crimen sino también por el absoluto silencio, a todos los niveles oficiales, al respecto, especialmente por parte de países que enarbolan los conceptos de valores y derechos humanos, democracia, estado de derecho, derechos de los niños y de las mujeres, igualdad social y también contra todos los principios sagrados.

Lo más desafortunado es que algunos países fueron incluso más allá suministrando armas a Israel y dando cobertura a la continuación del genocidio, pero han quedado retratados al alinearse con el verdugo. No obstante, sus pueblos han avanzado y han defendido la humanidad, los derechos humanos y a Palestina; rompieron su silencio, marcharon por sus calles y utilizaron popularmente todas sus ideas creativas para detener el derramamiento de sangre en Palestina. Los amigos de Israel deben saber que nada dura para siempre, que el derecho internacional y la legitimidad internacional proporcionan una solución inevi- table basada en la verdad y en la justicia.

La comunidad internacional, el Consejo de Seguridad y los parlamentos internacionales y regionales deben asumir sus responsabilidades jurídicas y morales para poner fin a estas graves violaciones contra el pueblo palestino. También deben subrayar la importancia de hacer frente a las políticas de ocupación encaminadas a desplazar a los palestinos y expandir los asentamientos. Deben subrayar la necesidad de respetar el derecho del pueblo palestino a vivir con dignidad en su tierra, de conformidad con las resoluciones internacionales pertinentes. Deben trabajar para obligar a detener de inmediato la ocupación, su brutal agresión contra la Franja de Gaza y su peligrosa escalada en la Cisjordania ocupada y para que se cumplan los derechos legítimos del pueblo palestino a establecer su Estado independiente sobre las fronteras del 4 de junio de 1967, con Jerusalén Oriental como su capital.

Por:  Mahmoud Elalwani (Embajador del Estado de Palestina en Bolivia)

Tribuna
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