Mahmoud Elalwani

¿La guerra mundial comercial nos llevará a la militar?

La guerra comercial mundial ya ha comenzado; todo indica que el mundo se encuentra en una encrucijada histórica y sin precedentes que conducirá a una remodelación de los sistemas globales y de la relación del hombre con su entorno, en un intento de trazar un nuevo camino para el futuro.

El año 2025 comenzó con el nombramiento del presidente de Estados Unidos y su anuncio de implementar el lema “Estados Unidos primero”. Dicho lema refleja una tendencia a redefinir las prioridades de la política exterior e interior de Estados Unidos con el objetivo de proteger su economía, mejorar las oportunidades laborales de los estadounidenses y fortalecer la seguridad nacional estadounidense. Está basado en la idea de reducir los compromisos de Estados Unidos con sus aliados tradicionales, así como la reducción de su compromiso con las Naciones Unidas y con otras organizaciones internacionales que formaban parte del sistema global, lo que refleja su preferencia por los intereses nacionales directos frente a los compartidos con otros países, supone romper con las políticas tradicionales (económicas, comerciales y diplomáticas) que Estados Unidos adoptó durante las décadas anteriores y que hizo que al mismo tiempo hubiera una relativa estabilidad global.

La decisión de Trump de imponer aranceles a más de 180 países, incluidos sus aliados históricos, ha desconcertado al mundo entero durante las últimas semanas, siendo China el país que soporta la mayor subida de aranceles. Dichos aranceles se consideran los mayores de la historia y amenazan la estabilidad mundial, pudiendo conducir a una recesión económica mundial sin precedentes. El conflicto comercial entre Estados Unidos y China podría conducir a una separación económica entre ambos países, lo que desmantelaría las cadenas de suministro globales. Esto no sólo afectaría a ambos países, sino también al resto del mundo, incluidos países en los que Estados Unidos considera como alternativa para convertir sus cadenas de suministro.

Hoy nos encontramos en el umbral de la construcción de una nueva red de alianzas. Está claro que Estados Unidos ha considerado necesario formar una alianza o intentar controlar los países de Eurasia porque cabe la posibilidad de que haya llegado a la convicción de que esta medida es más importante para su seguridad futura que centrarse en Europa, porque ésta, debido a la guerra de Ucrania, está experimentando crisis internas, una crisis de deuda en algunos de sus países, un declive de su economía, el aumento de los precios de la energía y las diferencias políticas entre sus miembros y, por lo tanto, un declive de su papel geoestratégico en el escenario mundial. A pesar de todo esto, Europa todavía puede desempeñar un papel importante en el comercio mundial y está tratando de fortalecer su poder militar. Eurasia contiene la mayor parte de los recursos del mundo (produce aproximadamente el 60% de la producción mundial total), tiene el 70% de la población de la Tierra y cinco de sus países poseen armas nucleares capaces de crear un equilibrio militar que podría debilitar la hegemonía estadounidense. Una cuestión de este tipo requiere fortalecer el poder económico y tecnológico estadounidense en la región euroasiática y debilitar el poder económico chino que compite fuertemente con la economía estadounidense. El conflicto traerá de vuelta la Guerra Fría, y ello tendrá implicaciones para el liderazgo global en tecnología futura. Además, China ha vinculado directamente el sistema de liquidación transfronteriza con 10 Estados miembros de la ASEAN y algunos países del Medio Oriente al yuan digital, sin utilizar el sistema SWIFT que está dominado por el dólar, tratando de redefinir las reglas de implementación para la era de la moneda digital y adelantándose a Estados Unidos.

Al observar las declaraciones emitidas por los líderes mundiales últimamente, especialmente las estadounidenses y chinas, concluimos que ninguna de las partes está dispuesta a perder esta guerra. Si Estados Unidos no logra sus objetivos, perderá su capacidad de dominar la economía global y se fortalecerá la posición de China como el mayor productor del mundo; consecuentemente, aumentará la demanda del yuan como moneda para el comercio global y se incrementará la capacidad de China para fortalecer su presencia en Asia Central, Asia Oriental, África y América Latina, e incluso podría alcanzar una cooperación más fuerte con Europa. También convertirá a China en un país cualificado para liderar el grupo BRICS, expandir la Ruta de la Seda y mejorar la demanda de tecnología china (menos costosa que la estadounidense). Esto conducirá al colapso de la imagen de Estados Unidos como potencia reguladora global y a la desintegración del bloque occidental, algo que un país como Estados Unidos no puede aceptar para preservar su seguridad nacional y su posición global dominante. En ese caso, es posible que recurra al uso de la fuerza militar, desencadenándose así una tercera guerra militar mundial.

Sin embargo, si China pierde la guerra comercial con Estados Unidos, será un duro golpe económico y estratégico con importantes repercusiones a nivel interno e internacional, Entre ellas se incluyen una disminución del crecimiento económico chino, una desaceleración del desarrollo tecnológico, la salida de empresas internacionales del país, la interrupción de las cadenas de suministro globales, un aumento de los precios de los productos en los mercados globales, una pérdida de confianza en China como potencia en ascenso y, por ende, una pérdida de socios y una disminución de su capacidad para influir en la geopolítica global a favor de Estados Unidos a nivel mundial y a favor de la India en el sur y este de Asia. En el plano interno, el declive económico de China provocará una escalada de las tensiones sociales, lo que repercutirá en la estabilidad nacional y conducirá a un retorno al aislamiento político. China también podría verse obligada a exportar la crisis librando una guerra contra Taiwán, iniciando así una tercera guerra mundial.

La amenaza del estallido de una tercera guerra mundial hará de 2025 un año decisivo para el futuro de la humanidad. Sin embargo, esperemos que se recurra al diálogo y a la negociación en todas sus formas y que se active el papel de la Organización Mundial del Comercio para asegurar la justicia comercial, para regular el sector tecnológico de una manera justa y acordada por todas las partes, aunque sea a través de una tregua temporal hasta que se alcance una solución radical y para evitar al mundo crisis que podrían devastar su futuro.

Por: Mahmoud Elalwani/

Embajador del Estado de Palestina en Bolivia

Tribuna
Imprimir