No más parásitos

Se acercan las elecciones generales y, como cada cierto tiempo, todos volvemos a hablar del presidente, de los partidos, de los candidatos que se disputan el poder.

Pero hay algo que no podemos seguir subestimando: también elegiremos a quienes ocuparán la Asamblea Legislativa, y esta vez más que nunca, esa elección marcará el futuro del país. Ya no podemos darnos el lujo de volver a elegir a los mismos que han convertido el Parlamento en una vergüenza nacional e internacional.

Los bolivianos vimos con indignación cómo una parte de los legisladores convirtió la Asamblea en un circo sin ley. No hubo respeto por el país, por la institucionalidad, ni por el cargo que juraron honrar. Bloquearon proyectos de ley claves, sabotearon créditos externos fundamentales para la salud, la educación y la infraestructura. Y todo por sus cálculos políticos o, peor aún, por simple capricho. Su única función fue frenar el desarrollo de Bolivia.

No legislaron, no fiscalizaron, no representaron al pueblo. Lo único que hicieron fue hacer papelones. Los vimos llegar ebrios a las sesiones, gritar como si estuvieran en una cancha, golpearse como si fueran animales sin razón. Convertir el hemiciclo en un espacio de escándalo y vergüenza. Mientras tanto, afuera, la gente trabajaba desde la madrugada para llevar comida a su casa. Y ellos, cobrando un sueldo por ir a boicotear.

Peor aún, muchos de ellos solo asistían dos veces al mes, y cuando lo hacían, iban a dormirse en su curul, a ver TikTok en el celular, a chacotear como si estuvieran en un café, burlándose en la cara de quienes sí luchan día a día por sobrevivir. ¿Así quieren representar al pueblo? ¿Eso merecemos los bolivianos? No. A esos personajes no se les puede dar ni un solo voto más.

Votar no es un juego. Votar es asumir responsabilidad. Porque luego, cuando el país está paralizado, cuando no se aprueban leyes, cuando los créditos no llegan y las obras se detienen, no sirve de nada quejarse si fuimos nosotros quienes los sentamos ahí. No podemos seguir eligiendo parásitos del Estado. No podemos seguir premiando a quienes viven de nuestros impuestos para no hacer nada, o peor aún, para sabotear a su propio país. Si dejamos que vuelvan los mismos, estamos firmando una sentencia de ingobernabilidad. Bolivia no aguantará otros cinco años de trancaderas políticas y circo parlamentario.

El pueblo necesita representantes serios, comprometidos, capaces. Gente que sepa leer una ley, que entienda de gestión pública, que no use la Asamblea como trampolín de poder ni como escenario para shows mediáticos. Necesitamos voces que legislen con responsabilidad, que fiscalicen con honestidad y que representen al pueblo con dignidad.

Muchos de los que hoy buscan reelegirse no merecen otra oportunidad. Tuvieron su momento y lo desperdiciaron. No solo no hicieron nada útil, sino que entorpecieron todo lo que se intentó construir. Votar por ellos otra vez sería como invitar al ladrón a cuidar la casa. Hay que ser conscientes: si regresan, harán lo mismo o peor.

Los próximos años serán decisivos para Bolivia. Necesitamos una Asamblea que trabaje de verdad, que aporte al país y no lo hunda en el caos. Esta vez no puede ganar el show ni el oportunismo. Tiene que ganar el compromiso, la preparación y la voluntad de construir.

El voto no es solo una herramienta, es un arma poderosa. Usemos esa arma con responsabilidad. Bolivia no puede seguir pagando los platos rotos de quienes llegaron a servirse del poder en lugar de servir al pueblo. Que quede claro: los malos asambleístas no deben volver. No más parásitos, no más escándalos, no más saboteadores. Esta vez, pensemos bien antes de marcar la boleta.

Por: Miguel Clares/

Tribuna
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