Ivan Bellot

Táctica y estrategia

En este mundo de arrogancia vestida de democracia, no había bastado con tener el mayor poder de fuego; también había sido importante la capacidad de pensar a largo plazo, de anticiparse al adversario y de actuar con inteligencia, como en el ajedrez. Eso fue exactamente lo que hizo Irán.

Mientras el Estado de Israel, experto en tácticas de exterminio, asesinaba científicos y militares, y Estados Unidos mostraba músculo sin dirección, la República Islámica actuó con firmeza, sin apuro, pero con estrategia. Porque no se trata de quién ataca primero, sino de saber cuándo y cómo responder.

Netanyahu lanzó el primer golpe como quien tira piedras a una colmena. ¿La razón? El propósito expreso de desarmar a Irán, desbaratar su programa nuclear y, de paso —como de chanfle— provocar un “cambio de régimen”, como si la patria de los ayatolás fuese su patio trasero.

A su turno, Irán respondió con firmeza, sin sobreactuar. Devolvió el ataque con misiles medidos, quirúrgicos. Destruyeron la infraestructura israelí y redujeron a polvo los institutos científicos y militares. La publicitada Cúpula de Hierro, que le daba un aire de invencibilidad a Israel, se convirtió en coladera.

Trump, que ha jurado “hacer a Estados Unidos grande otra vez”, apareció con su habitual diplomacia de bulldozer: ordenó bombardear las instalaciones nucleares iraníes, escondidas a 90 metros bajo las montañas. Resultado: reventó unas cuantas rocas, calentó la arena, y le dio a Irán la excusa perfecta para salir del Tratado de No Proliferación Nuclear.

Por si fuera poco, en el Congreso iraní aprobaron el cierre del Estrecho de Ormuz, arteria clave del petróleo. No lo hicieron efectivo. No hacía falta. Solo con el anuncio, las bolsas del mundo entraron en crisis. El verdadero león persa no mordió, pero mostró los colmillos. Occidente tembló. Jaque mate.

Como epílogo de la aventura imperial, Trump salió a anunciar un alto al fuego. ¿Victoria? Sí. Irán resistió sin perder su alma. Como dijo don Clausewitz: la guerra es la política por otros medios. En Israel, la política es la guerra misma. Sin embargo, los iraníes son una historia completamente diferente. Nunca han comenzado una guerra ni perdido ninguna.

La República Islámica de Irán ha dejado claro cómo resistir con firmeza y vencer con estrategia. Porque mientras Israel mata científicos, Irán forma generaciones. Mientras Trump manda bombas, Irán manda señales. Mientras unos gritan muerte, otros piensan en la vida.

Táctica es disparar primero.

Estrategia es saber cuándo no disparar.

Y ahí, compañeros, está toda la diferencia.

Por: Ivan Bellot/

Tribuna
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