Ha sido testigo de los extremos de la opulencia y la explotación, y sigue siendo un símbolo de la herencia colonial en América Latina. Su historia y su arquitectura asombran a visitantes de todo el mundo y nos recuerdan la complejidad de la historia de la región.
La Paz, 05 de noviembre de 2023 (AEP). – La Casa Nacional de Moneda (CNM) es un icónico edificio ubicado en el corazón de la histórica ciudad de Potosí, en el altiplano boliviano. Este majestuoso espacio colonial es testigo de una historia fascinante, donde la legendaria riqueza del Cerro Rico se transformó en monedas que circularon en todo el imperio español y más allá.
Una famosa leyenda cuenta que el inca Huayna Cápac, padre de Huáscar y Atahualpa, fue la primera persona que llegó a Potosí en 1462 para explotar los yacimientos de plata del Cerro Rico. El rey de los indígenas dio la orden de comenzar el trabajo, pero la historia relata que cuando se inició esta labor se escuchó una fuerte explosión.
Asustados por lo ocurrido los indígenas dejaron de trabajar y entre ellos, en vocablos quechua y aymara, dijeron “la montaña hizo ‘potoc’”, que traducido al español significa “reventado o explotado”, siendo desde ese momento el nombre con el que se denominaría al departamento. Tiempo después, llegaron los españoles y se les hizo difícil pronunciar las lenguas nativas, por lo que deformaron el nombre a Potosí.
Otra historia que se entreteje en torno al descubrimiento de la riqueza mineral del Cerro Rico es la del indígena Diego Huallpa. La fábula relata que subió a la montaña en busca de su llama perdida, con la esperanza de encontrarla. Al no tener éxito, encendió una fogata para pasar la noche y al día siguiente vio que por la loma corrían filones de plata que se fundieron a consecuencia del calor de la hoguera del fuego.
La montaña de plata, situada cerca de la CNM, es conocida por su histórica explotación mineral. Se dice que este cerro contenía tanta plata que se podría haber construido un puente de plata hasta España. Sin embargo, la extracción del recurso del cerro también llevó a la explotación y el sufrimiento de los trabajadores indígenas.
El director de la Casa Nacional de Moneda, Luis Arancibia, relató a Crónicas de Ahora El Pueblo que las ingentes cantidades de plata que la Corona extraía del Cerro Rico fueron definitorias para que las autoridades coloniales decidan la construcción de una casa de moneda, lo que implicaba incluso capacidad para que los funcionarios españoles habiten junto a sus familias y personal de servicio en el lugar, y luego decidan incorporar maquinaria tecnológicamente considerada de punta para la época.
Basado en datos históricos, señaló que todo ese aparataje de decisiones ‘reales’ para consolidar la colonización y el saqueo de recursos argentíferos y otros en los territorios que invadieron desde 1492 tuvo consecuencias funestas sobre los pueblos indígenas. Autoridades españolas como el gobernador de la Villa, Ventura Santaelices y Venero, quien también fue designado en 1750 como superintendente y encargado, tuvieron la destreza de lograr mano de obra barata, trabajo forzado y esclavitud, no debe dejar de mencionarse que Europa envió esclavos desde África, a través de las costas del Pacífico, desde mediados del siglo XVI.
“En este caso concreto, más que ‘montaña come hombres’ yo estoy convencido de que fue la colonización la que se comió seres humanos, los masculló y dejó los despojos como material de construcción de su imperio. Esa sigue siendo una asignatura pendiente de la monarquía española con los pueblos indígenas y los pueblos afrobolivianos”, afirmó Arancibia.
Debido a la inmensa cantidad de plata que se extraía de Potosí, la ciudad se convirtió en un símbolo de opulencia y riqueza desmedida en la época colonial. A partir de ello surgió la expresión “vale un Potosí” para describir algo de un valor incalculable o inmenso, ya que Potosí era considerado uno de los lugares más ricos y valiosos del mundo en ese momento.
Hoy en día, la frase “vale un Potosí” se utiliza en español para expresar que algo tiene un valor excepcional o inmenso, y ha perdurado como una expresión que recuerda la historia de la riqueza y la abundancia asociada con la Villa Imperial durante la época colonial.
La Primera Casa de Moneda
La actividad económica creció vertiginosamente a partir la riqueza de la montaña de plata. La sorprendente extracción del mineral creó la necesidad de organizar un centro de amonedación para facilitar las transacciones administrativas, laborales y económicas no solo en la región sino también en la dilatada geografía del nuevo continente.
De esta manera se concretó la construcción de la Real Casa de Moneda de Potosí, en 1572, la primera construida en la Villa Imperial. Se pusieron los cimientos en inmediaciones de la plaza del Regocijo (hoy plaza 10 de Noviembre) bajo la responsabilidad del alarife potosino Jerónimo de Leto, concluyendo la obra después de tres años. Su costo ascendió a 8.321 pesos, un tomín y 13 gramos de plata, según datos proporcionados por la Casa Nacional de Moneda.
Como institución de amonedación masiva, facilitó el movimiento económico entre la Corona española y los imperios vinculados a esta por los negocios sostenidos en el siglo XVI. La ceca no fue la primera de América Latina, la precedieron las casas de moneda de México, en 1535; la de Santo Domingo (República Dominicana) en 1542; y la de Lima (Perú) en 1565, detalló Arancibia.
La acuñación de monedas se inició de inmediato en base a una tecnología rudimentaria que duró 201 años, 1572-1773. Se fabricaban las monedas denominadas “macuquinas” a golpe de martillo de forma manual, razón por la que carecían de forma definida y eran fácilmente falsificadas.
“La rudimentaria tecnología utilizada en la acuñación de monedas dejó ver muchas debilidades que se fueron agudizando luego de más de 200 años de este trabajo. Lo más preocupante para las autoridades españolas era la falsificación de monedas y el robo de pequeñas porciones mediante una técnica de raspado de las irregulares piezas plata, en ese contexto se decide la construcción de un edificio más grande y con tecnología más moderna que dé lugar a la acuñación de las denominadas monedas de cordoncillo, reales columnarios o de busto”, resaltó el director de la CNM.
Explicó que entre los siglos XVI y finales del XIX, la tecnología de fabricación de monedas estaba pensada únicamente en la producción masiva de circulante. “La fuerza que hacía funcionar la maquinaria no diferenciaba la leña, las bestias (mulas o llamas) y los ‘indios’ y africanos. La colonización española construyó y armó los engranajes del sistema inhumano que consideraba a los seres humanos bienes materiales”.
Segunda Casa de Moneda
Después de casi dos siglos de funcionamiento de la primera Casa de Moneda, se determina adquirir nueva maquinara y construir un nuevo edificio para que la Real Casa de Moneda deje atrás las deformes macuquinas —que por tan largo tiempo circularon— y lance al mundo reales columnarios o de busto. Esta construcción se dio, además, dentro de lo que fueron las llamadas Reformas Borbónicas, destinadas en gran parte a estructurar la economía de la Corona.
La actual Casa de Moneda en realidad es el segundo inmueble que se construyó para la Casa de Moneda, que comenzó a edificarse en 1759 y culminó en 1773. Se trata de la edificación —en términos arquitectónicos— más importante que construyeron los españoles en toda América y el Caribe, construida en una superficie 7.570 metros cuadrados y, aproximadamente, 15.000 metros cuadrados construidos, indicó Arancibia.
Su majestuosidad se complementa con cinco patios y más de un centenar de ambientes. La arquitectura barroca adquiere una vistosidad variada desde cualquier ángulo. La portada, sus techumbres, los balcones del primer patio y sus vigorosas paredes de piedra labrada y bolona con partes de fino ladrillo, en su conjunto, le dan apariencia de una infranqueable y monumental fortaleza.
El arquitecto de su construcción fue don Salvador de Villa, de nacionalidad española, quien trabajó también en la construcción de las cecas de México y Lima, para ejecutar tan ambicioso proyecto que duró 14 años. A su muerte, en 1764, el arquitecto don Luis Cabello se encargó de la obra, quién culminó la construcción.
“Un detalle que considero importante comentar, la construcción del segundo edificio de la Real Casa de Moneda no contaba con la aprobación de los vecinos de la Villa Imperial, por lo que de manera sorpresiva los españoles levantaron los cuatro murallones alrededor de la denominada Plaza del Gato, que era un mercado o q’atu en idioma quechua, que fue llamada Gato como una adecuación española de la palabra q’atu, ante la imposibilidad de pronunciarla”, puntualizó Arancibia.
“En todo caso, el auge de plata extraída del Sumaj Orck’o (Cerro Hermoso en quechua) fue determinante para que las autoridades españolas decidan la construcción de la magnífica casona que hoy alberga nuestro repositorio nacional”, complementó.
Acuñación de monedas perfectas
A partir del 31 de julio de 1773 comenzó la acuñación de monedas perfectas. El primer período se caracterizó por la acuñación de monedas también llamadas “Columnarias” o de “Mundos y Mares” y luego las monedas de “busto”, que se prolonga hasta 1825.
En 1813 y 1815 esta segunda casa de amonedación fabricó también monedas para las Provincias Unidas del Río de la Plata. En la época republicana prosiguió sellándose monedas desde 1827 hasta 1951.
Desde 1869 a 1909 se trabajó con modernas máquinas a vapor, adquiridas bajo la presidencia de Mariano Melgarejo.
En 1909 se instalaron las nuevas máquinas eléctricas que acuñaron hasta el año 1951, año en que concluyó el proceso de acuñación que se prolongó por más de 400 años en la ciudad de Potosí.
“Un detalle importante, la Segunda Casa Real de Moneda no solo acuñó plata; en 1778 también acuñó monedas de oro hasta de 24 kilates, cálculo de la medida que corresponde a lo que disponían las ordenanzas españolas”, enfatizó el director del histórico repositorio.
Según datos históricos, la ceca acuñó una variedad de monedas, algunas de las cuales se convirtieron en raras y valiosas. Por ejemplo, el famoso Real de a Ocho es una de las más icónicas de la época colonial y se utilizaba ampliamente en el comercio internacional, según una publicación de la BBC Mundo.
La plata extraída del Cerro Rico se convirtió en moneda ampliamente aceptada en todo el mundo.
En la información disponible en el Archivo Histórico de la CNM, detalla que se acuñó por última vez monedas para el reino de España (monedas con la efigie del Rey de España), en 1825. El año 1951, la Casa Nacional de Moneda dejó de fabricar monedas.
Paso al museo y archivo histórico
En 1940, la Sociedad Geográfica y de Historia Potosí organizó el Museo de Arte retrospectivo en base al previo trabajo que hizo Don Cecilio Guzmán de Rojas, en 1930, con el apoyo del presidente constitucional Hernando Siles, sumándose a ellos las donaciones de los pintores libres de la sierra, además de organizar el Archivo Colonial de Potosí con la documentación existente sobre este periodo.
Ilustres ciudadanos potosinos con pasión y entusiasmo apoyaron tan noble proyecto, asimismo sucedió con autoridades nacionales y regionales, convirtiéndose en uno de los proyectos más ambiciosos del país.
Desde el 31 de julio de 1969, el Banco Central de Bolivia (BCB) participa como custodio de este repositorio para mejorar, enriquecer y divulgar su arquitectura y sus obras de arte de gran valor cultural.
A partir de 1996, es la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB) que tiene a su cargo este repositorio cultural.
En la actualidad, la Casa Nacional de Moneda cuenta con las Unidades de Archivo Histórico, Museo y Administración, donde desempeñan sus funciones varios profesionales en distintas secciones.
El museo de la Casa de Moneda cuenta con 23 colecciones, con un total de 12.261 bienes. El Archivo Histórico alberga documentación valiosa desde 1550 hasta nuestros días, con alrededor de 157.556 bienes documentales, tiene 27 fondos documentales (incluida una colección llamada General Hilarión Daza). La Biblioteca tiene 23 secciones. El Archivo Histórico cuenta, además, con una hemeroteca, una mapoteca y una planoteca.
La Virgen del Cerro
La población puede deleitarse con una impresionante colección de arte colonial, incluyendo pinturas, esculturas y objetos decorativos.
Entre estos destaca la pintura colonial de La Virgen del Cerro, tal vez la obra pictórica más conocida del país y la que más turistas atrae.
Llama profundamente la atención de los espectadores por la libre y directa disposición del autor anónimo de combinar elementos de la cultura inca con otros propios del cristianismo español y europeo, impuesto en las épocas de los virreinatos. Historiadores y críticos de arte la consideran como la máxima expresión del barroco mestizo, la cima del sincretismo espiritual y cultural que caracteriza a la identidad boliviana.
El misterio del Mascarón
Al ingresó a la imponente estructura histórica da la bienvenida un personaje muy popular que se encuentra en el segundo patio. Se trata del Mascarón, de quien ha sido muy difícil brindar una versión definitiva acerca de su significado. Sin embargo, dentro de las diversas interpretaciones se pueden consignar —según el repositorio— las siguientes: dios Baco, deidad de los indígenas, rostro de Diego Huallpa, burla a la codicia.
Dentro de esos análisis hay quienes se atreven a afirmar que el autor fue instrumento de fuerzas superiores y del destino para representar el rostro de la raza indígena con los pómulos abultados, la frente estrecha, los ojos rasgados, la nariz recta y el cabello largo y oscuro.
La corona de uvas que ostenta en varias culturas es símbolo de riqueza espiritual y, por lo tanto, sería la representación indígena. La sonrisa irónica podría significar una burla a los conquistadores, quienes jactándose de su religiosidad demostraron con sus actos estar lejos de la religiosidad espiritual de los Andes. Lo cierto es que fue tallado en 1856 por Eujenio Mulon, tallador francés quien trabajó en la Casa Nacional de Moneda gravando troqueles, punzones y matrices para sellar monedas y medallas conmemorativas.
Logros
El 31 de julio de este año, la CNM cumplió 250 años de haber sido inaugurada. Se organizó una serie de actividades que realzaron la importancia del repositorio en la historia de Bolivia.
“En el ámbito académico convocamos al Primer Encuentro de Cecas Iberoamericanas, en el que participaron exponentes expertos en la historia de casas de moneda de países como Perú, Argentina, Francia y España”, ponderó el director de emblemático repositorio.
En el ámbito de la interculturalidad, manifestó que lograron consolidar el encuentro del pueblo afroboliviano y los pueblos indígena-originarios potosinos, en una toma simbólica de la Casa de Moneda, “un lugar que por derecho propio pertenece a estos pueblos”. En el encuentro, además, intelectuales y autoridades indígenas compartieron conocimientos y experiencias, resaltó
En cuanto a la infraestructura, este año se hizo el mantenimiento de la fachada de la calle Quijarro, así como la intervención del Mascarón. Ambas tareas se llevaron a cabo dando cumplimiento a las normas nacionales e internacionales de restauración y conservación preventiva. Ambas intervenciones estuvieron en manos de profesionales potosinos y potosinas, especialistas en restauración, agregó.
La Casa Nacional de Moneda de Potosí se consolida como vanguardia de historia, riqueza y leyenda. Ha sido testigo de los extremos de la opulencia y la explotación, y sigue siendo un símbolo de la herencia colonial en América Latina. Su historia y su arquitectura asombran a visitantes de todo el mundo y nos recuerdan la complejidad de la historia de la región.