En 1973, entre lentejuelas, tules y bordados, una joven rompió esquemas, bailó por devoción y desafió la discriminación; dejó una marca imborrable en la cultura popular boliviana que, durante décadas, permaneció oculta tras los estereotipos.
Situado en una de las grandes maravillas del planeta, en este lugar hay centenares de vagones y locomotoras abandonadas que no hacen más que añadir espectacularidad a un enclave ya de por sí impresionante.