Después de años, en 1904, sumida en la pobreza, Ríos entregó la bandera al cónsul de Bolivia en Iquique, Aristides Moreno, a cambio de 25 pesos.
El 26 de febrero de 1879, La Paz recibió la noticia de la ocupación chilena de Antofagasta a través de un correo expreso enviado desde Tacna.
Dos días después, el periódico El Comercio publicó una edición extraordinaria informando sobre los hechos ocurridos el 14 de febrero, cuando el buque chileno Blanco Encalada desembarcó tropas en el puerto boliviano.
Entre los relatos de aquel día, el periódico paceño destacó la valentía de Genoveva Ríos, una niña de 14 años que, a riesgo de su vida, resguardó la bandera nacional entre sus ropas para evitar que cayera en manos del ejército chileno.
“El momento más trascendental de aquel infortunado día lo protagoniza la niña Genoveva Ríos, hija del comisario Clemente Ríos, quien, aprovechando el desorden, salvó la bandera izada en la Intendencia de Policía, escondiéndola entre su ropa y evitando así que fuera capturada por la rotería enfurecida que momentos antes había destruido el escudo y arrasado la bandera de la Prefectura”, relató la publicación.
Sin embargo, tras ese acto heroico, el destino de Genoveva Ríos quedó en el olvido en los registros de la época.
Años después, el historiador Roberto Querejazu Calvo, en su obra Guano, salitre, sangre – Historia de la Guerra del Pacífico, reveló que Genoveva guardó la bandera como una “reliquia”.
Y agrega un dato conmovedor: “…en 1904, ya mujer madura, atingida por la necesidad, la entregó en Iquique al Cónsul de Bolivia, a cambio de 25 pesos”.
El diplomático la envió a la Sociedad Geográfica de Sucre, donde permanece hasta hoy, según el relato de Querejazu Calvo.
La invasión de Antofagasta, ocurrida sin una declaratoria de guerra previa, marcó el inicio de la Guerra del Pacífico, que se prolongó hasta 1884.
En 1825, Bolivia nació a la vida independiente con aproximadamente 400 kilómetros de costa sobre el océano Pacífico.
En 1884, luego del conflicto, ambos países firmaron un pacto de tregua con el compromiso de negociar un acceso soberano al mar para Bolivia, una deuda histórica aún pendiente.
AEP