La muestra “Las 44 obras de manos del artista” reúne piezas inéditas y donadas, y rinde homenaje a la familia que acompañó al maestro hasta sus últimos días.
La memoria de uno de los grandes maestros del arte boliviano vuelve a cobrar vida. El 21 de octubre se inaugurará en Daniela Mérida Gallery la exposición “Las 44 obras de manos del artista, un legado de amor”, una muestra que revela la faceta más humana de Gil Imaná (1933–2021) y el vínculo afectivo que unió al creador con la familia que lo cuidó hasta su último día.
La exhibición, curada por Daniela Mérida, está compuesta por obras inéditas y piezas que el propio artista donó a Lucrecia Santos ‘Grecia’ y Vladimir Aliaga, quienes compartieron con él más de tres décadas de vida y trabajo.
‘Grecia’ tenía apenas 13 años cuando comenzó a trabajar en la casa del maestro Gil Imaná y su esposa, la gran ceramista Inés Córdova.
Ella era una niña de pollera, huérfana de afecto, con el corazón marcado por la vida.
Los artistas no tenían hijos, pero el destino los unió para formar una familia elegida: una construida con gestos, con cuidado y con ternura, compartiendo techo, afectos y cotidianidades.
Durante 31 años, ‘Grecia’ acompañó a Gil Imaná e Inés Córdova en su vida diaria y en su taller, fue testigo de su proceso creativo y de su profunda humanidad. Con el tiempo, su esposo, Vladimir, también se integró a ese hogar, convirtiéndose en asistente y amigo del maestro.
“El Papayo ha sido mejor que mi padre, nos ha dado todo lo que la vida nos negó. Cuando me pagó mi primer sueldo, no sabía ni adónde ir… Él me enseñó a vivir con dignidad”, dice ‘Grecia’.
“Yo lo cuidaba como a una wawa”, recuerda Vladimir. “Lo alzaba, le cortaba el cabello, le daba sus remedios. Él nos sanó el corazón”, agregó.
Cuando Gil enfermó, fueron ellos quienes lo cuidaron con amor hasta su último día. Tras su fallecimiento en 2021, la familia debió dejar la casa que había sido su hogar. Pero el legado del maestro no se extinguió: sobrevivió en los valores, la memoria y el amor compartido.
A través de pinturas, dibujos y composiciones de trazo íntimo, la muestra que se organiza en Daniela Mérida Gallery propone un recorrido emocional por la sensibilidad del maestro, reconocido por su coherencia ética y su mirada espiritual del arte.
Según el espacio de arte paceño, la exposición busca mostrar “el pulso vital de una historia que une el arte con la gratitud, la belleza y la memoria”. Recordó que hace diez años el maestro eligió su galería —entonces Mérida Romero— para realizar su 99 exposición individual, una de las últimas en vida. “Esta muestra renueva ese lazo y nos recuerda que el arte puede sanar y dignificar”, afirmó.
Las 44 obras que integran la colección estarán disponibles para la venta, y los recursos obtenidos apoyarán los estudios de Luz y Belén, hijas de Grecia y Vladimir. De este modo, el legado del maestro Imaná se convierte en una oportunidad de vida para la familia que lo acompañó con afecto y cuidado.
El conjunto incluye piezas de gran valor simbólico, dibujos personales y obras que nunca salieron del hogar del artista. Este material complementa el vasto patrimonio que Imaná donó en vida al Estado boliviano: casi siete mil piezas y una vivienda que hoy conforman el Museo Inés Córdova – Gil Imaná, en Sopocachi.
Reconocido por series emblemáticas como La Mujer, La Revolución, El Paisaje y Erótica Vitalidad, Imaná es considerado una de las figuras esenciales del arte nacional del siglo XX. Su trazo austero, su dominio de la línea y su espiritualidad marcaron una obra que unió el paisaje andino con la interioridad humana.
La exposición permanecerá abierta al público hasta el 18 de noviembre en Daniela Mérida Gallery, ubicada en la avenida Montenegro, entre Enrique Peñaranda y René Moreno, en el barrio de San Miguel, La Paz. El ingreso será libre, en horarios de 10.00 a 13.00 y de 15.00 a 19.00.
El evento cuenta con el patrocinio de Laboratorios Bagó y el apoyo de Benedicto Arte Expuesto, Casa Goytia, Vinos Aranjuez, La Singanería, Chocolates Rhua, Agasajo Rental y Monopol
AEP