Si esa casa pudiera hablar, seguro contaría cientos de historias. Diría, quizá, que en las mañanas ambos despertaban abrazados, durante el día se refugiarían y entregarían, por completo, a su arte y en las noches acurrucarían sus cuerpos fríos para soñar, de nuevo, juntos.
Al examinar las cartas escritas por el famoso Vlad Drăculea se ha revelado que podría haber experimentado una condición que resultaba en la mezcla de sangre en sus lágrimas.