La Empresa Boliviana de Producción Agropecuaria apostó por drones de fumigación y prospección.
El gerente ejecutivo de la Empresa Boliviana de Producción Agropecuaria (B-Agro), William Villarpando, compartió con Ahora El Pueblo todos los logros y las proyecciones de la estatal en sus dos años de gestión. Destacó que se invirtieron Bs 44 millones en equipos tecnológicos para impulsar la agricultura de precisión.
—¿Cómo surge la Empresa Boliviana de Producción Agropecuaria?
—La empresa es una de las primeras que tiene el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras. Ha sido creada el 20 de abril de 2022; es decir, estamos con algo más de dos años de creación. Trabajamos en lo que es la producción, procesamiento y comercialización de productos agropecuarios, con énfasis en la parte agrícola. Producimos cultivos estratégicos extensivos, como es la soya, maíz, trigo, sorgo.
En algún caso estos productos son materia prima para la ganadería, y en el caso de la soya es materia prima para la estrategia de producción del biodiésel.
Entonces, somos una empresa que coadyuva en el proceso de industrialización de nuestro país.
—¿Cómo funciona la Empresa Boliviana de Producción Agropecuaria?
—Nosotros recibimos tierras en usufructo del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). En muchos de estos casos estas tierras están habilitadas y nosotros hacemos el trabajo de labranza.
Adquirimos la semilla y los insumos. Hemos logrado adquirir también con nuestro presupuesto la maquinaria.
Nos dedicamos a producir, nuestros técnicos producen. Somos una empresa que se dedica a producir para el Estado.
—¿Cuál es la extensión de tierra que abarca la Empresa Boliviana de Producción Agropecuaria?
—Nosotros ahora estamos cerrando la campaña verano 2023-2024, hemos sembrado 3.000 hectáreas.
—¿Cuánto se alcanzó a sembrar en el primer año de vida de la empresa?
—Hemos empezado gradualmente. El primer año iniciamos con 345 hectáreas de maíz, eso fue en el invierno de la gestión 2022; en el verano 2022-2023 logramos sembrar 1.000 hectáreas de soya; después, en el invierno de 2023, se sembraron 2.300 hectáreas de soya, 300 de trigo y 300 de maíz; y en el verano 2023-2024 hemos logrado sembrar esas 3.000 hectáreas. De todas formas, hay unos números progresivos.
—¿Cuál es la perspectiva para la siguiente campaña?
—Tenemos la perspectiva de ir aumentando nuestra producción. Debemos sembrar cerca de 5.000 hectáreas de soya. Estamos esperando las lluvias que se avizoran en el mes de julio. Si éstas van a ser bastante importantes, vamos a lograr sembrar estas 5.000 hectáreas.
Va a depender de las condiciones climáticas. En Bolivia no queda otra que depender de las condiciones climáticas y más en agricultura extensiva.
—¿Qué procede con la cosecha y cómo se comercializa el producto?
—Nosotros tenemos autonomía de gestión comercial, sin embargo, en el último caso, por ejemplo, de la soya, nuestra producción la estamos comercializando a Emapa (Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos), puesto que ellos tienen la planta de soya en San Julián, es una planta procesadora extractora de aceite.
Ellos van a procesar ese grano para generar el aceite crudo, que es la base de lo que va a ser el proceso de transformación en biodiésel en nuestras plantas de biodiésel.
—¿Qué pasa con las utilidades?, ¿Dónde se distribuyen?
—Lo que hacemos con las utilidades es reinvertirlas para aumentar nuestras superficies de producción.
Nuestra intención es el siguiente verano, 24-25, llegar a 9.000 hectáreas de producción. Tenemos una perspectiva de crecimiento en las áreas de producción.
—¿En qué cosiste la apuesta de la empresa por la tecnología?
—Ese es uno de los mandatos que tenemos de nuestro presidente Luis Arce. Debemos establecer un paquete propio de producción, tenemos que incorporar tecnología de producción en este paquete, en nuestro sistema de producción.
Resulta que la agricultura en Bolivia, en general, es escasa de recursos tecnológicos, financieros, genéticos y de recursos humanos. Ahí tenemos un gran vacío, un gran bache por resolver.
Como empresa, buscamos relacionar al productor con la tecnología.
A los productores les cuesta mucho invertir en tecnología, si es que no la manejan o la dominan.
Una vez que nosotros hayamos establecido estos paquetes y estemos familiarizados con la tecnología, vamos a poder invitar a los productores para que ellos también puedan familiarizarse con la tecnología.
Para eso nosotros adquirimos maquinaria de última tecnología, que cuenta con un sistema de seguimiento satelital. JD-Link se llama. Este sistema hace que podamos hacer un seguimiento en campo con la aplicación de las fumigaciones a la densidad de siembra, a la cosecha, hacemos un seguimiento a los ritmos de producción a medida que se va cosechando.
También tenemos, por las características de nuestra agricultura, drones fumigadores. Resulta que cuando llueve en demasía en nuestras regiones el acceso al campo es muy complicado, sobre todo con maquinaria. Entonces, nosotros hemos adquirido drones fumigadores, el T30, que son fumigadores de 30 litros.
Con estos hacemos un rocío de casi 15 hectáreas por hora de fumigación. Cargamos los fumigadores con el producto y ellos automáticamente, después de darle la parametrización, hacen la fumigación en nuestras áreas. La ventaja de este tipo de equipos es que no dejan huella, como en el caso de las pulverizadoras, eso evita la pérdida del 8 al 15 por ciento de los cultivos.
Nuestras áreas son extensivas, el trabajo es arduo y por eso necesitamos estos equipos, porque a veces fumigar es la clave del éxito o del fracaso de tu cultivo.
Tenemos, además, drones de prospección que nos permiten hacer diagnósticos de la topografía o la calidad de humedad o de suelo que tenemos, con ellos hacemos un barrido previo a poder entrar a algún cultivo.
—¿Cuál fue la inversión en este tipo de maquinaria tecnológica?
—En nuestras maquinarias, hemos llegado a comprar con cerca de 43 millones de bolivianos todos nuestros equipos, entre sembradoras, cosechadoras, fumigadoras, tractores. Es una inversión que cuenta totalmente con un respaldado.
En los drones hemos gastado cerca de un millón de bolivianos, en estos cinco drones más sus generadores y los equipos complementarios con batería anexa para poder manejarlos. Son aproximadamente 44 millones de bolivianos los que se invirtieron para apoyar en este tema.
—¿Cuáles son los resultados en utilidades?
—Actualmente, las utilidades se están reinvirtiendo. Tuvimos aproximadamente cerca de 12 millones de utilidades, que incluyen el pago de nuestros costos de producción.
—¿Estos resultados están posibilitando proyectar la adquisición de más tecnología?
—Por supuesto, tenemos que llegar a trabajar acerca de lo que es agricultura de precisión. El sistema de producción que tenemos normalmente en Bolivia está más cerca de agricultura 2.0, o sea de la tecnología de avance 2.0, mientras que en el mundo se impulsa ya la tecnología 4.0. Se están usando, por ejemplo, en muchos lugares, insumos fitosanitarios de nanotecnología; se están usando sistemas de software especiales para la producción agropecuaria. Nosotros tenemos la meta de ir incorporando todos estos aspectos importantes para lograr una agricultura de precisión y aumentar nuestros rendimientos.
La Paz/AEP