En entrevista exclusiva con Diario Red, Arce rechazó recurrir al FMI y denunció que Morales no respeta la democracia.
El presidente Luis Arce enfrenta una crisis económica agravada por el distanciamiento con Evo Morales. La confrontación entre ambos ha paralizado créditos clave para el país, lo cual pone en riesgo la estabilidad política y económica.
En entrevista exclusiva con Diario Red, Arce rechazó recurrir al FMI y denunció que Morales no respeta la democracia. Además, reveló detalles sobre la ruptura interna en la izquierda boliviana, lo que amenaza con desmantelar uno de los proyectos progresistas más exitosos de la región.
—La izquierda ya gobierna casi dos décadas Bolivia, pero hoy se habla de un posible fin de ciclo. En su opinión, ¿habrá un fin de ciclo o continuidad en 2025?
—Hay una gran posibilidad de que continúe la izquierda en Bolivia, porque la izquierda es la única que ha dado verdaderas respuestas a los problemas del país. Al margen de las candidaturas o de los partidos políticos, en una mirada retrospectiva a los últimos 30, 40 años, nunca otros han atendido los problemas de la gran mayoría de la sociedad. Por lo tanto, en el fondo las personas saben que la izquierda sigue siendo una opción de gobierno en nuestro país.
Mire lo que ocurrió luego del golpe de Estado de 2019, cuando asumió un gobierno de derecha. Entonces se hizo la ‘política del avestruz’ con la pandemia, se dejó desguarnecido al pueblo boliviano y no se lo atendió. Nosotros tuvimos que venir, con el voto popular, a resolver los problemas y darle certeza a la ciudadanía. La izquierda sigue siendo una solución cuando la gente piensa en quién atiende verdaderamente sus necesidades.
—Se habla también de un fin de ciclo del modelo económico. ¿Podría explicar cuál es el momento económico que estamos viviendo? ¿Qué da lugar a que se piense en un fin de ciclo?
—El Modelo Económico Social Comunitario y Productivo sigue vigente, sigue dando buenos resultados económicos. La generación de riqueza con los recursos naturales y la redistribución de esta riqueza a la sociedad siguen siendo la mejor opción.
Es evidente que ahora estamos tropezando con problemas que responden a errores del pasado. La nacionalización estaba bien, pero no se la cuidó, no se cuidó al sector de hidrocarburos que generaba el excedente.
Por otra parte, tampoco se diversificó la economía para encontrar nuevos generadores de riqueza. O sea, el modelo está bien. Por ejemplo, la política minera: no hubo nuevos factores de riqueza, no se industrializó la minería, no se generaron nuevas fuentes de producción minera.
Tampoco se fomentó el sector agropecuario y tampoco se planteó decididamente y de manera clara, como lo estamos haciendo nosotros, el proceso de industrialización. Nosotros estamos corrigiendo lo que no se hizo para darle la solidez y poner cimientos muy fuertes al modelo económico, que anteriormente solo funcionó con base en un sector.
En hidrocarburos, tenemos un plan de exploración, como no se hizo en el pasado, para mantener y consolidar el sector como productor de excedentes económicos.
El litio quedó muy rezagado. Al llegar al gobierno hemos encontrado un proyecto de explotación mal hecho; tuvimos que reconducirlo y lo estamos haciendo funcionar.
Hoy Bolivia produce carbonato de litio y cloruro de potasio a escalas interesantes. No son las que quisiéramos, porque la planta estuvo mal concebida y durante muchos años no la pudieron hacer funcionar. Además, no estamos amarrados a una sola empresa, como en el pasado, cuando se acordó (un proyecto de hidróxido de litio) con una empresa alemana que no sabemos de dónde venía ni qué calidad tenía. Ni siquiera estábamos hablando de una de las diez mejores empresas de litio en el mundo. Hoy sí la empresa número uno del mundo está trabajando con nosotros.
—Presidente, en el pasado usted era el ministro de Economía, ¿por qué se desatendió la diversificación de la economía?
—No se hizo en el pasado porque no se entendía el modelo. Si no lo entendían, no se podía implementar. Esta era la eterna pelea que tenía con otros ministerios en los gabinetes económicos. Traté de orientarlos: les decía qué había que hacer, pero nunca venía la voz de arriba instruyendo que las cosas se hagan. No se entendió. Nosotros concebimos el modelo, así que en nuestro gobierno lo hemos ejecutado desde el primer día.
—Muchos de los proyectos que usted menciona tardarán en dar frutos y el momento económico apremia. ¿Cómo tiene planificado resolver la carestía de diésel?
—El problema del diésel y gasolina que hoy vivimos es el resultado de una mala política de hidrocarburos que no enfatizó en la exploración.
Hice notar cientos de veces que había que hacer exploración, pero no se la hizo y, cuando se la hizo, se la hizo mal.
Nosotros estamos corrigiendo esos errores: ya hemos dado buenas noticias (un descubrimiento auspicioso en Mayaya, en el norte de La Paz) y en los próximos meses esperamos dar más, porque seguimos explorando.
Yo recibí un país dependiente de las importaciones de diésel y gasolina. En 2016 importábamos el 50% de la demanda nacional de diésel, hoy importamos el 86%, realmente estamos mal. Se necesitan siete años para desarrollar una actividad petrolera. Hoy somos lo que no se hizo en los últimos años.
Nuestro plan es que mañana podamos tener gasolina y diésel de producción nacional.
Para responder las necesidades del corto plazo, ya tenemos una planta de biodiésel funcionando en Santa Cruz, otra que se inicia en diciembre en El Alto; luego construiremos la planta HBO, que es la más grande.
Con esto, hacia 2026, vamos a atender el 60% de la demanda nacional con producción nacional. La solución de las plantas de biodiesel está abierta también al sector privado.
Los nuevos descubrimientos de gas podrían tener frutos hacia 2026. Existe entonces una posibilidad real de que el país resuelva sus problemas de hidrocarburos en torno a ese año.
—¿Son suficientes los créditos detenidos en el Parlamento para enfrentar las necesidades del país? Ahí hay 1.000 millones de dólares detenidos. Pero los analistas económicos dicen que al país se necesita inyectarle muchos más recursos.
—Estamos trabajando en esas nuevas fuentes; tendremos resultados próximamente. Pero necesito explicarle mi reclamo sobre el boicot de la derecha y del evismo en la Asamblea Legislativa, día, mes, trimestre que pasa. Al no tener estos recursos, necesitamos más recursos.
Si se hubiera cumplido el programa de créditos, habríamos tenido una fuente regular de financiación y no habríamos tenido los problemas que hoy tenemos. Los problemas de carestía no habrían existido.
Como no llegaron estos recursos, estuvimos obligados a usar las reservas internacionales. Recibí un país con un poco más de 4.000 millones de dólares de reservas. Si los desembolsos (de los créditos) llegaban a tiempo, no hubiéramos tenido problemas, pese a que ya no teníamos los mismos volúmenes de exportación de gas.
—¿Ha pensado en acudir al FMI, que puede ser la única institución que podría darle los dos mil o tres mil millones de dólares que necesitamos?
—No creo en esas magnitudes, por una parte.
Por otra, el problema con el FMI es la condicionalidad de sus créditos. Cuando estuvimos en el mejor momento económico fue porque no firmamos nada con el FMI, desplegamos nuestra propia política económica sin tener que rendir cuentas a los organismos internacionales.
En el gobierno de Alberto Fernández de Argentina, el deterioro económico fue tan acelerado porque tenía un convenio con el FMI. Ellos te exigen cumplir determinadas variables que muchas veces son asfixiantes. Ellos no entienden cómo funciona cada país, las características propias de una economía. Ellos ponen el plan, ponen metas trimestrales a las diferentes variables económicas, y el gobierno de turno solo está encargado de cumplir.
Estas condicionalidades, en lugar de resolver los problemas, los agravan. Creen que es lo mismo aplicar una receta en América Latina o el África, pero no es lo mismo, incluso hay diferencias entre los países de la región, ahí está el problema. No vamos a acudir al FMI.
Estamos buscando otras fuentes de financiamiento a las que Bolivia, por distintas razones, no pudo acceder hasta ahora. Nos estamos abriendo a nuevos tipos de financiamiento: hablamos del (financiamiento relacionado con el) tema medioambiental, el cuidado de la Amazonia. Estamos gestionando recursos ahí, pues nunca hemos recibido recursos por eso.
En la reunión que hemos tenido con la Confederación de Empresarios Privados hemos acordado que se gestione un gran crédito y eso estamos haciendo. Ellos se dieron cuenta de dónde está el problema. El estancamiento de los créditos en la Asamblea es el estrangulamiento de la economía boliviana por intereses políticos de la derecha y del evismo.
—¿Cómo se puede conseguir dólares si no se obliga a los exportadores (sean del agro o la minería) a entregar los dólares que generan? Ellos producen sus riquezas en nuestro país, con nuestros recursos y a costa de nuestro medioambiente.
—Nunca el Gobierno central propuso el control de divisas, eso lo propuso la COB. Para mí es importante aclarar que no lo ha propuesto el Gobierno porque entendemos el control de divisas como una cosa y la entrega obligatoria de divisas como otra. Dejamos abierta la compuerta: si la economía así lo amerita, podríamos aplicar la entrega obligatoria de divisas, que es muy diferente al control de divisas. El control de divisas se dio en la Argentina, en Venezuela y otros países, e implica un control estatal. Yo no creo que esta sea una salida, como se lo expliqué a los empresarios, y es por eso que nunca lo hicimos.
Pero también les dije que no descarto, ante una necesidad máxima de la economía, tomar la decisión de la entrega obligatoria de divisas al Banco Central, como existía en el pasado. Eso lo debo aclarar; ahí no hubo ningún retroceso. Lo que les planteé (a los empresarios) es que ellos se organicen en un comité de divisas.
Funciona así: el exportador viene con su dólar y dice “¿quién me lo quiere comprar?” y el banco que le oferta el mejor tipo de cambio se queda con ese dólar, mientras en paralelo también vende al mejor tipo de cambio, no solo para compensar sus costos, sino para generar utilidades; eso es lo que hace. Este dólar puede ser pagado por un importador de vehículos, por ejemplo, o de repuestos, pero el sector de salud no puede pagar ese tipo de cambio tan alto. En definitiva, lo que se está generado en esta selva cambiaria es que los que pueden acceder a los dólares son los que más tienen, los que pueden trasladar su precio al consumidor final, pero sectores como salud, farmacias y otros no van a acceder a esos dólares.
Cuando les planteé esto a los empresarios, ellos creyeron que les estaba planteando el control de cambios, pero lo que les dije es la creación de un comité de divisas en el que los bancos y el sector privado puedan sentarse, sin la intervención del Gobierno, y asignar adecuadamente esos dólares.
El comité de divisas que propongo es para que ellos asignen de manera correcta las divisas, porque el mercado no ve las necesidades de la gente.
—¿Los bancos están especulando con el dólar?
—Totalmente. Eso es lo que la Autoridad del Sistema Financiero (ASFI) trata de controlar con las medidas que impone.
La mayoría no tiene acceso al dólar caro, pero tampoco acceso a sus propios dólares, que están guardados en los bancos en los que confiaron. Las restricciones son cada vez mayores para estos ahorristas que no tienen grandes cantidades. Hay ciudadanos que tienen que mandar remesas a sus hijos, que no son grandes cantidades, pero se ven limitados. La crítica es que la ASFI no protege al ahorrista, sino más bien al banco.
El problema es que al banco no le interesa ese pequeño. Ese comité del que le hablo ayudaría a una distribución más democrática del dólar.
La Paz/AEP