Una brisa invernal y seis grados recibieron al millonario beniano implicado en el asesinato de tres miembros de la fuerza pública.
Al caer la tarde del sábado 25 de junio de 2022, llegó Misael Nallar a las puertas del penal de Chonchocoro, emplazado en el municipio altiplánico de Viacha.
Una brisa invernal y seis grados recibieron al millonario benianos implicado en el asesinato de tres miembros de la fuerza pública.
Dos años y cinco meses después de esa fría tarde, Nallar fue sentenciado a 15 años de prisión por lo que la justicia describió como la masacre de Porongo, una pequeña ciudad a las afueras de Santa Cruz de la Sierra, donde ocurrieron los macabros sucesos del 21 de junio de 2022.
En Porongo fueron obligados a arrodillarse y luego ejecutados sucesivamente los sargentos Alfonso Chávez y Eustaquio Alanes, y el voluntario del Gacip David Candia.
El viceministro de Régimen Interior, Jhonny Aguilera, un expolicía que se retiró con el grado de general tras haber sido comandante de su institución, dijo, como lamentando la sentencia, que “no sea de 30 años”, la pena máxima que prevé la justicia boliviana por asesinato, “pero genera una sensación de justicia”.
La condena, dijo la autoridad, no revive a los dos policías y al voluntario asesinados, “pero da una señal clara de no dejar en la impunidad ningún hecho como este”.
HOMBRE PELIGROSO
Nallar, yerno de un poderoso narcotraficante boliviano, preso en Brasil, es un hombre peligroso. Cuando llegó a Chonchocoro, ubicado en la provincia Ingavi de La Paz, a 3.879 metros de altura sobre el nivel del mar, las fuerzas policiales desplegaron un importante operativo en Santa Cruz y El Alto.
Numerosos agentes fueron equipados con chalecos blindados, fusiles de asalto, y vehículos todo terreno lo custodiaron en ambas urbes.
En la terminal aérea de El Alto lo recibieron más de un centenar de policías para trasladarlo al penal de máxima seguridad de Bolivia.
La temperatura de la primera noche del detenido preventivamente en esta dura penitenciaría fue de menos cuatro grados centígrados.
Cuando fue detenido, Nallar aguardaba las vacaciones escolares de invierno de sus hijos porque tenía planeado viajar a Estados Unidos —él y su familia obtuvieron la visa a ese país— y pasar unas cálidas semanas en Disneylandia.
La esposa del ‘Doctor’, así llaman al abogado Misael Nallar, Fernanda Lima Lobo, es hija de Einar Lima Lobo, un narcotraficante extraditado en mayo de 2021 a Brasil y condenado en ese país a 14 años de cárcel.
Como su yerno Lima Lobo, la familia paterna del ‘Doctor’ está vinculada al narcotráfico desde la década de los ochenta, cuando con las dictaduras militares el negocio de la droga tenía protección oficial a cambio del pago de un “generoso impuesto”.
La autorización estadounidense para visitar su territorio a una familia vinculada con actividades ilegales llamó la atención de los periodistas por aquellos días.
El ‘Doctor’, quien se había afeitado su frondosa barba y recortado el cabello, se entregó voluntariamente en Los Troncos, a dos horas de Santa Cruz de La Sierra, al verse cercado por la Policía. El mayor Álvaro Muñoz fue quien lo capturó a través de un informante.
Nallar, a quien la Policía describió como un asesino a sangre fría que hizo arrodillar y ejecutó a tres uniformados desarmados, se mostró temeroso y asustado ante el mayor Muñoz.
Temía ser “dado de baja”, asesinado, por las fuerzas de seguridad del Estado que lo buscaban y lo tenían “plenamente identificado”.
También tenía miedo, lo confesó a la policía cuando fue capturado, a otros narcotraficantes.
En dos años y medio recluido en Chonchocoro —un penal extremadamente frío y aislado de la ciudad, construido con fondos estadounidenses para llenarlo de narcotraficantes en la década de los noventa— al parecer se le fue el miedo porque provocó un grave motín el 11 de junio de 2024.
Los videos de las cámaras de seguridad de Chonchocoro muestran cómo Misael Nallar lidera la sublevación de privados de libertad en el Bloque B, golpea a policías y ordena que maten a un joven subteniente.
El grupo de reos llegó a destruir por completo la puerta e ingresó a la zona de control y monitoreo, enfrentándose a los uniformados.
VIDA A EEUU
No fue casual que el mayor Álvaro Muñoz lo hubiera capturado. Sus superiores le encargaron a él esa responsabilidad.
La Policía de Santa Cruz había sido salpicada con escándalos de narcotráfico, corrupción e ineptitud por aquellos años.
Uniformados comprometidos en volteo de droga, robo de vehículos, asociación con delincuentes.
Su desprolija actuación en el atraco frustrado a la joyería Eurochronos matando delincuentes y rehenes está aún en la memoria colectiva. Además, en el juicio de ese caso se estableció que seis policías, en diferente grado de complicidad, eran parte del atraco.
En ese panorama sombrío, el recién llegado mayor Muñoz a la difícil plaza cruceña era el idóneo para la tarea de captura. Hoy su identidad ha sido expuesta y dos poderosas familias de narcotraficantes lo tienen marcado.
El asustado Nallar —hoy de 29 años, el cuerpo tatuado y padre de tres niños— fue investigado por la fuerza antidroga por supuestos nexos con el narcotráfico.
Dicen que Nallar aún sueña con su viaje a Estados Unidos. La embajada de ese país en Bolivia nunca se ha pronunciado oficialmente sobre la visa otorgada a quien se perfila, de momento, como un peso pesado del narcotráfico y condenado por asesinato.
Un colega periodista no supo si llorar o reír, en junio de 2022, cuando preguntó a esa delegación diplomática sobre la visa al asustadizo Nallar y recibió una respuesta vaga, ambigua: “La embajada no niega ni confirma por la Ley de Privacidad”.
GANANCIAS ILÍCITAS
Las investigaciones al ‘Doctor’ por presunta legitimación de ganancias ilícitas señalan que sus bienes superan los $us 4 millones y su flujo económico está relacionado a la compra de maquinaria por un valor de $us 50.000, en compra de accesorios de ropa por un valor de $us 30.000 en ‘Compro x ti’, entre otros.
A esto se suma el pago de compraventa con “reserva de propiedad” por la hacienda La Bendita, en la que erogó un primer depósito de $us 450.000, siendo que el valor de la hacienda era de $us 850.000.
La Fiscalía procedió a la anotación preventiva de todos los bienes de Nallar: 27 motorizados, la hacienda La Bendita, el inmueble Team 777, 450 cabezas de ganado blanco, 192 vacas de raza, 17 caballos y 28 cabras y chivos.
Además de la suma de Bs 1.675.704 que se encontraban en una cuenta de banco a su nombre, monto que fue incautado y pasará a las cuentas de la Dirección General de Registro, Control y Administración de Bienes Incautados.
Según un informe de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, existen nexos de Nallar con la paraguaya Reina Mercedes Duarte (presa en la cárcel por vínculos con redes internacionales del narcotráfico) por depósitos bancarios.
CAMINO INVERSO
Dictada la sentencia, Misael Nallar —ahora calvo, musculoso y con una frondosa barba— retornó a Santa Cruz de la Sierra ayer jueves en un operativo policial similar al del 25 de junio de 2022 para ser encarcelado en el penal de Palmasola, donde deberá cumplir 15 años de prisión tras haber aceptado su participación en el triple asesinato del 21 de junio de 2022 en el municipio de Porongo.
Sin embargo, como “indignante y leve” calificó Marina Rojas Díaz, viuda del sargento Eustaquio Olano, la sentencia de la justicia.
“Es indignante”, reaccionó, y denunció que la sentencia estuvo mediada no por la búsqueda de justicia, sino por la parte económica: “corrió mucho dinero, corrió mucho dinero, que no quieran meterme el dedo a la boca”, dijo a la red DTV.
Además dijo, la indignada viuda, que lo trasladen a Palmasola “es un premio para el asesino y eso no es correcto”.
“Lo que pido es justicia, por lo menos 30 años de cárcel y que cumpla su condena en Chonchocoro”, agregó.
La madre y las hermanas de Eustaquio, que no han podido seguir el juicio porque viven en Caranavi, La Paz, exigen justicia, dijo la viuda.
Un periodista le preguntó a la afligida Marina si no sentía miedo, con Nallar en Santa Cruz: “No, no tengo miedo, porque tengo a mis guardaespaldas, son mis ángeles que me cuidan, y Dios está conmigo”.
La Paz/AEP