En la política boliviana, en la que los intereses personales y las ambiciones de poder suelen nublar el bienestar colectivo, el reciente "pacto político secreto" acordado en Washington por sectores opositores no es más que un intento desesperado por aferrarse a las sombras del pasado.
En lugar de ofrecer propuestas concretas que respondan a las necesidades y aspiraciones del pueblo boliviano, este bloque opositor opta por acogerse al manto del imperialismo, buscando apoyo en los mismos centros de poder que históricamente han socavado la soberanía, la democracia y los derechos humanos de nuestro país.
Es lamentable que, en lugar de trabajar por el desarrollo integral de Bolivia, estos sectores opositores se hayan dejado seducir por el odio y la división. Como bien señala el vocero presidencial, Jorge Richter, este pacto carece de trascendencia y no responde a las expectativas de un país que anhela avanzar hacia un futuro de paz social y desarrollo.
En el año del bicentenario, cuando Bolivia celebre dos siglos de vida independiente, nuestro pueblo merece algo más que pactos secretos y alianzas oscuras.
Necesitamos líderes comprometidos con el progreso, capaces de articular una visión clara y coherente para el desarrollo del país. Necesitamos propuestas concretas que aborden los desafíos sociales, económicos y ambientales que enfrentamos, dejando atrás las prácticas divisivas y los discursos de confrontación.
Es hora de que la oposición —de la derecha tradicional y golpista, y de la nueva derecha conspiradora, divisionista y caótica de Evo Morales— entienda que el futuro de Bolivia no se construye en las sombras de Washington o en los despachos de potencias extranjeras, planificando bloqueos o inventando falsedades.
Nuestro destino se forja con el trabajo de un pueblo que anhela justicia, paz social, equidad y oportunidades para todos.
El Gobierno ha demostrado su compromiso con el bienestar del pueblo boliviano, impulsando políticas orientadas al desarrollo y la inclusión social, y conduciendo al país a la industrialización.
Mientras la administración socialista de Luis Arce ha optado por la transparencia y la participación ciudadana, ya que reconoce que el verdadero poder reside en el pueblo, otros suscriben conspiradores pactos secretos y destilan cada día muletillas absurdas, como Evo Morales, que empachan hasta al más paciente de los bolivianos.
¿Será pedir demasiado a la oposición que abandone las prácticas divisivas y el odio infundado?
El sentido común manda dejar atrás los intereses mezquinos y abrazar una visión más amplia, que nos permita construir un país más justo, próspero y unido.
Bolivia no necesita de pactos secretos ni alianzas con potencias extranjeras, ni tampoco de amenazas y chantajes a supuesto título de diálogo y unidad.
Lo que necesitamos son líderes comprometidos con el bienestar de la nación, capaces de trascender sus angurrias de poder y trabajar por un futuro mejor para todos.