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Demandas que rozan con el desvarío

Evo Morales llegó a la ciudad de La Paz con la idea de tumbar al presidente Luis Arce y colocar en su reemplazo, forzando la sucesión constitucional, al frágil Andrónico Rodríguez, a quien mueve a su antojo con los hilos invisibles de la política. Pretendía el dirigente cocalero sumir a la ciudad sede del gobierno en una convulsión social.

Pero la “colosal, histórica, única, multitudinaria, poderosa” marcha que partió de Oruro, como la describieron sus impresentables “demócratas” que los asesoran, o le incitan, era apenas de dos a tres mil en Caracollo, y de cinco a seis mil personas en La Paz y, por tanto, incapaz de incomodar a un gobierno.

Evo quizá no advirtió lo “colosal” de la marcha porque apenas la acompañó desde un lujoso vehículo de propiedad de una familia con antecedentes de narcotráfico.

Y es que en el motorizado de alta gama, como reportaron varios medios de prensa, había una jovencita acompañándolo. No era la misma adolescente, precisaron, que estuvo con él en México, cuando huyó del país en 2019.

A falta del músculo político de masas de antaño, desacreditado por sus impopulares acciones, el dirigente, durante su discurso de cierre de la marcha en un bullicioso puente de La Paz, al lado de una cervecería, apeló a palabras indecentes, incendiarias, ofensivas y desvergonzadas como único ofrecimiento para “salvar Bolivia”.

Evo se atrevió a dar un ultimátum a un presidente elegido en las urnas con el 55,11% del voto popular, para cumplir con demandas que rozan con el desvarío: despedir a ministros “corruptos, drogadictos, racistas, fascistas, narcos".

Indecente, ofensivo y desvergonzado, Evo no aporta pruebas de tamañas ofensas contra las personas que circunstancialmente cumplen la función pública al lado del presidente Luis Arce.

También pidió el abastecimiento de combustibles, cuando no hay escasez, y un plan de austeridad en un gobierno de marcada austeridad. El resto fue dirigido al Legislativo, donde tiene la llave para aprobar sus propias iniciativas.

Y nada más, eso fue todo. Nada más para el país, nada para “salvar Bolivia”.

Se olvidó por completo de su pliego de demandas de 16 puntos que fue respondido plenamente por el Ejecutivo, pero que utilizó como pretexto para la caminata de una semana a La Paz e intentar la ruptura constitucional.

Evo, que quiere ser presidente otra vez “sea como sea”, como él mismo lo ha admitido, ha perdido totalmente el rumbo.

Él cree que con palabras incendiarias y amenazas que en cualquier otro país lo hubieran llevado a la cárcel va a recuperar el favor popular.

Pero su ambición política enfermiza de tomar el poder a toda costa no ha terminado. Él tiene trazado un camino obsesivo para que Andrónico asuma la presidencia y que desde esa posición lo habilite como candidato presidencial para las elecciones de agosto de 2025.

Desde hace meses, Evo ha dejado clara su intención de regresar al poder en su búsqueda de instaurar a un presidente que responda a sus intereses, sin pasar por las urnas.

Y, al parecer, no le importa tampoco llevar al país a una "guerra civil" y un "baño de sangre" si no se cumplen sus demandas.

Ahora, ante el fracaso de la marcha, ha anunciado un bloqueo nacional de caminos desde el lunes 30 de septiembre para insistir en su mismo objetivo.

Pero Evo Morales está legalmente inhabilitado para presentarse como candidato en 2025. El fallo del Tribunal Constitucional del 29 de diciembre de 2023, que suspendió la reelección indefinida en Bolivia, no es un capricho político, sino una decisión fundamentada en principios democráticos.

La Sentencia Constitucional 1010/2023 establece claramente que la reelección "no es un derecho humano" y, por lo tanto, puede ser legítimamente restringida.

Este fallo anula la controvertida sentencia de 2017 que permitió a Morales postularse para una tercera reelección en 2019.

El Tribunal Supremo Electoral dijo también, en una clara señal de su compromiso con la seriedad y la legalidad en el proceso político boliviano, que no reconoce el registro y las decisiones tomadas en el X Congreso de Lauca Ñ en 2023, donde el expresidente fue reelegido como líder del Movimiento Al Socialismo y proclamado candidato presidencial.

La obstinación de Morales y sus seguidores en desafiar las decisiones judicial y electoral demuestra un desprecio flagrante por el Estado de derecho.


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