Las cifras frías y desgarradoras que la Fiscalía General del Estado nos presenta no son meras estadísticas, son vidas perdidas, sueños truncados y familias quebrantadas. Con 79 feminicidios y 24 infanticidios registrados desde el 1 de enero hasta el 17 de diciembre de 2023 en Bolivia, nos enfrentamos a una realidad que nos obliga a reflexionar como sociedad.
Cada número representa una historia interrumpida, una voz silenciada y un futuro arrebatado. Detrás de cada estadística hay rostros, nombres y corazones que laten con dolor y desesperación. Familias enteras sumidas en un luto inimaginable, preguntándose una y otra por qué a ellas.
Lamentamos profundamente este panorama desolador y expresamos nuestra solidaridad y apoyo a todas las familias afectadas. Su dolor es nuestro dolor, su pérdida es una herida abierta en el tejido mismo de nuestra sociedad.
Este no es solo un problema de cifras o de leyes, es un problema profundamente arraigado en nuestra cultura y en las relaciones de poder desequilibradas que persisten en nuestra sociedad. La violencia, en todas sus formas, genera un ciclo de dolor y luto que solo puede romperse con un compromiso colectivo y acciones concretas.
Hacemos un llamado urgente a toda la sociedad boliviana: es momento de actuar. No podemos permitirnos ser espectadores pasivos ante esta tragedia. Es imperativo que cada uno de nosotros asuma la responsabilidad de promover relaciones basadas en el respeto, la igualdad y la no violencia.
La prevención de la violencia comienza en los hogares, en las escuelas, en nuestras comunidades. Eduquemos a nuestras futuras generaciones en valores de respeto mutuo y equidad, para que crezcan en un entorno donde la violencia no tenga cabida.
Las autoridades de justicia deben redoblar esfuerzos en la protección de las mujeres y niños, garantizando que cuenten con los recursos y el apoyo necesario para denunciar y escapar de situaciones de violencia.
La justicia debe ser implacable con los responsables y garantizar que enfrenten las consecuencias de sus actos.
No más violencia, no más dolor, no más luto. Este debe ser nuestro grito unánime como sociedad.
Es hora de unirnos, de trabajar juntos para construir un país donde cada vida sea valorada y protegida. El camino es difícil y lleno de desafíos, pero la causa es justa y urgente. La hora de actuar es ahora.