Encuéntranos en:
Búsqueda:

El incierto devenir de la Asamblea Legislativa

El cambio de gobierno del próximo sábado 8 de noviembre pondrá fin a un ciclo de casi dos décadas en las que el pueblo boliviano, representado por sus mayorías legítimas —indígenas, campesinos, obreros, trabajadores— estuvo en control del Órgano Ejecutivo. Pero el cambio brusco no se queda solo allí. Después de 20 años, el movimiento popular, además, quedará casi marginado de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP).

Esta difícil coyuntura debe analizarse, primero, desde una recapitulación de los avances propiciados: la Asamblea Constituyente y la aprobación de normas clave; y, luego, desde las consecuencias del triste declive de representatividad y legitimidad: el accionar del evismo en los últimos años.

En primer lugar, hay que recordar que las grandes transformaciones propiciadas por el proceso de cambio, si bien fueron ideadas y ejecutadas desde los gobiernos, fueron posibles constitucional y legalmente gracias a un marco normativo audaz y decisivo plasmado en el Legislativo. La histórica decisión y realización de la Constituyente fue el pilar que hasta hoy sostiene al Estado Plurinacional y, en los años siguientes, se trabajó y aprobó una batería de leyes que dan marco a una Bolivia más digna, soberana, inclusiva y equitativa: la nacionalización de los recursos naturales y las empresas estratégicas, las leyes estructurales del nuevo Estado, las que abren lugar a mejorar y apuntalar los derechos e identidades, las que tonifican y posibilitan el desarrollo del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, etc.

Mas, rememorar lo positivo y loable debe también llamar a la reflexión en torno a los errores que propiciaron el corte del ciclo progresista. La próxima semana cerrará la que pinta como una de las peores gestiones legislativas de las últimas décadas y no solo por el mediocre accionar de la derecha tradicional, sino, sobre todo, por la incomprensible traición del evismo que dividió al MAS-IPSP y se pertrechó en torno a las ambiciones y aspiraciones personales y egoístas de su líder. Ahí se rompió todo, se empezó a sabotear al gobierno y, por consiguiente, a postergar al pueblo, que debió sufrir crisis y escasez artificialmente generadas, solo por mezquinos intereses particulares.

Sin perder de vista todo lo repasado, es indudable que ahora el pueblo boliviano está altamente expectante en lo que viene —siempre hablando del accionar de la ALP— y, para ello, lo que suceda en los primeros meses será crucial: ¿logrará la derecha imponer su hegemonía y sustentar un regresismo funesto hacia un Estado neoliberal? ¿O más bien se impondrá un sentido común para, más allá de partidos políticos e ideologías conservadoras, actuar con madurez y en pro del bienestar colectivo? El no tener bancadas y representatividad indígena, campesina y popular suficientes, no debería ser sinónimo de vía libre para que se cumplan las ambiciones ultraconservadoras, aunque no se puede dejar de pensar en que hay un serio riesgo.


Imprimir   Correo electrónico

Ahora El Pueblo logo

Búsqueda