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El viraje y el costo social

La economía de Bolivia no es de las mejores y las explicaciones sobran, pero lo que se viene debería preocuparnos a todos. Muy pocos repararon en las consecuencias de un viraje hacia la derecha, porque de haberlo hecho seguro habrían pensado mejor a la hora de emitir su voto en la primera vuelta.

Ya nada se puede hacer y solo resta esperar que el golpe en ciernes nos tenga, por lo menos, algo preparados. Cuando se habla de macroeconomía, como el equilibrio fiscal, dejar todo a la economía, achicar el Estado y la política monetaria, es un concepto abstracto que no dice nada a la gran mayoría de la población.

Quizá por eso los políticos, aquellos que están en carrera electoral, prefieren lo abstracto cuando se trata de las medidas que tocarán los bolsillos de los bolivianos, sobre todo de los más necesitados.

Plantean quitar subsidios, por ejemplo, a los hidrocarburos, pero sin explicar cómo lo harán (shock o gradualmente), cómo impactará en la microeconomía o en la economía del ciudadano de a pie y qué medidas de compensación implementarán para que el costo social no sea alto.

Tanto Jorge Quiroga como Rodrigo Paz coinciden en esta propuesta de ajuste que tendrá efectos multiplicadores y disparará la inflación en porcentajes que comparados con los actuales se asemejarán a una hormiga frente a un elefante. Ninguno de los candidatos lo dice, porque conoce de su desastroso efecto político.

Pero la población o por lo menos una parte de la población lo ve cada vez más cerca. En el interior de un minibús de servicio público un sugestivo mensaje de letras color negro destacaba en un fondo blanco: disfrute del pasaje de Bs 2,40, porque cuando se quite el subsidio a los carburantes, el pasaje será Bs 7.

El dirigente del Transporte Libre, Limbert Tancara, aseguró el 16 de septiembre, en coincidencia con el anuncio en el minibús, que si el nuevo gobierno levanta la subvención a los combustibles, el pasaje del transporte público subirá a Bs 7, al menos en La Paz.

Aún no se conoce si quitarán la subvención de forma progresiva o de una sola vez. La subvención mantiene el litro del diésel en Bs 3,72 y de la gasolina en Bs 3,74, pero de anularla el precio se disparará y una muestra de esa compleja situación ya se la puede ver con la importación y venta privada de diésel (sin subvención) en un surtidor cruceño de la empresa Empacar Energy: el litro se vende en Bs 13,99.

Familias de escasos recursos económicos, que son la mayoría, las verán difíciles. Justamente para proteger a este mayoritario segmento de la población, el gobierno de Luis Arce mantendrá, hasta el 8 de noviembre —cuando dejará el mando de Bolivia— la subvención intacta, pese al boicot evista y de la oposición.

Casi a $us 3.000 millones llegó la subvención a los hidrocarburos en 2024 y la situación en este 2025 no será diferente, teniendo en cuenta el contexto externo. El transporte público, los agroindustriales y el transporte particular es beneficiado de forma directa y el resto de la población, de forma indirecta.

Entonces, el beneficio llega a todos los habitantes en Bolivia. Cuando se retire parcial o totalmente este beneficio su efecto también será para todos sin distinción de ninguna clase, pero con mayor efecto para las familias de bajos recursos económicos.

Si decían que vivíamos tiempos difíciles, ahora sí se avecinan tiempos complejos de la mano de un modelo económico del “sálvese quien pueda”.


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