Francisco fue elegido Papa en marzo de 2013. Los escándalos de abuso sexual han perseguido a la Iglesia Católica una década antes de asumir Francisco su papado y se han convertido en un tema central en América, Europa y Asia.
Las denuncias, miles de ellas comprobadas, han dañado la imagen católica en el mundo.
En la Biblia hay más de 40 versículos en los que se habla del perdón. El Papa argentino ha honrado el cumplimiento de las antiguas escrituras y ha pedido la indulgencia a las víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes en varios países, pero no lo hizo con los afectados en Bolivia.
Dolor, vergüenza y consternación. Eso dice sentir el prelado por el escándalo de la pederastia que desde el 30 de abril sacude a la Iglesia boliviana.
En una carta en la que responde la misiva que le remitió el presidente de Bolivia, Luis Arce, el Pontífice omite, diplomáticamente, la palabra más esperada por los bolivianos: “Perdón”.
En cambio, “conmovido y consternado”, manifestó su dolor, sentimientos de vergüenza y consternación porque sus ministros de la Iglesia no actuaron como custodios y garantes del bien y del futuro de niños bolivianos.
Los casos de pederastia en Bolivia permanecieron por más de tres décadas ocultos y disimulados con una complicidad que no tiene explicación. El Papa se comprometió al menos con el Presidente boliviano a colaborar con las autoridades para que las víctimas inocentes, ahora de 40 a 55 años, encuentren justicia.
Francisco prometió la total disponibilidad de la Iglesia para trabajar junto con el Gobierno para resolver los crímenes que conmovieron al país.
De momento, sin embargo, los obispos bolivianos no han fijado posición en dos temas centrales: si habrá indemnización económica a las víctimas, como sucedió en otros países, y si, en la disponibilidad de la que habla Francisco, abrirán sus archivos para recabar toda la información sobre estos crímenes cometidos en el pasado.
En una futura nueva relación entre el Estado Plurinacional de Bolivia y el Vaticano se espera que todos los sacerdotes que lleguen al país ejerzan sus oficios de pastores con sumo cuidado para salvaguardar la protección de menores y conscientes de que rendirán cuentas de su responsabilidad ante las autoridades mandadas por ley.