Las recientes denuncias del presidente Luis Arce sobre los intentos de división en las organizaciones sociales de Bolivia son una llamada de atención sobre un fenómeno preocupante que está cobrando fuerza en el país.
La arremetida, según el Presidente, tiene como objetivo fracturar la unidad de las organizaciones sociales, creando entidades paralelas y sembrando la discordia en el seno de movimientos tan importantes como el Pacto de Unidad.
Este intento de división no es algo nuevo. Organizaciones emblemáticas como la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia y los Interculturales de Bolivia han sido objeto de este juego perverso que busca socavar su cohesión y debilitar su poder de representación.
Incluso la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob) ha enfrentado intentos de fraccionamiento, lo que evidencia una estrategia calculada para desarticular estructuras que han sido fundamentales en la lucha por los derechos, la justicia social y la democracia en el país.
Es alentador ver que algunas organizaciones, como la Confederación de Mujeres Campesinas, han logrado mantener su unidad monolítica frente a estos embates. Sin embargo, es imperativo reconocer que el peligro persiste y que ninguna de las organizaciones sociales está exenta de ser blanco de estos intentos de división.
El presidente Arce ha señalado con acierto que detrás de estos intentos de división se encuentra el deseo de ciertos sectores de vincularse estrechamente con la Dirección Nacional del Instrumento Político, en clara alusión al ala evista. Esta manipulación de las organizaciones sociales con fines políticos es un acto cuestionable que socava los principios democráticos y la autonomía de dichas entidades.
Ante esta coyuntura, resulta crucial destacar la sabia decisión del Pacto de Unidad de convocar a un congreso del MAS-IPSP para mayo en la ciudad de El Alto.
Este movimiento demuestra que las organizaciones sociales son conscientes de su papel fundamental en la vida política del país y están decididas a recuperar el control sobre su propio Instrumento Político.
Es necesario recordar que el MAS-IPSP es un producto de la lucha de las organizaciones sociales y que su destino debe ser decidido por ellas y no por intereses partidistas. Ningún individuo o grupo puede arrogarse el derecho de apropiarse del Instrumento Político de las masas.
En este contexto, es esencial promover el debate de ideas como un medio para resolver las diferencias y alcanzar acuerdos. La violencia y la imposición no tienen cabida en un proceso democrático y deben ser repudiadas enérgicamente.
Los intentos de división en las organizaciones sociales de Bolivia son una afrenta a la democracia y a la voluntad popular. Es responsabilidad de todos los ciudadanos, líderes políticos y sociales defender la integridad y la autonomía de estas entidades frente a cualquier intento de manipulación o coerción.
La unidad y la solidaridad son nuestras mejores armas en la lucha por un país más justo y equitativo.