Hay muchas maneras de hacer política y lastimosamente Evo Morales ha demostrado que optó por la vía del chantaje y las amenazas. De un tiempo a esta parte se ha limitado a atrincherarse en sus caprichos y echar por tierra todo aquello que no condice con lo que él piensa. Evidentemente, su entorno más cercano se encarga de validar tales acciones para sumergirse en una burbuja de autonarrativas que no causan el regocijo de nadie, excepto de ellos mismos.
Un ejemplo de estos extremos es lo ocurrido en el Encuentro Multipartidario por la Democracia, convocado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), en el que Morales, fiel a su estilo, condicionó su firma en el acuerdo para la suspensión de las elecciones primarias a cambio de que se reconozca el “fallido” —como lo calificó el propio Óscar Hassenteufel— encuentro de Lauca Ñ, desarrollado el año pasado; de lo contrario, amenazó con hacer respetar las primarias cerradas con movilizaciones en calles y caminos.
Al no salirse con su capricho, cual niño majadero, Morales se levantó y abandonó el encuentro, en una muestra más de su radicalidad que fue secundada por el presidente de la Cámara de Senadores, Andrónico Rodríguez, su fiel seguidor.
Pero este tipo de actitudes ya se han convertido en un hábito del dirigente cocalero. Solo un par de meses atrás, en mayo, hacía similares advertencias en referencia a su inhabilitación como candidato presidencial: “Si no quieren de a buenas, será a las malas, y eso es con movilización”.
Lo que Morales no ve —o no quiere ver— es que este tipo de actitudes intransigentes no hacen otra cosa que ahondar el repudio que a pulso se ha ganado en la población boliviana y en todo aquel que escucha sus vociferaciones. Cegado por una ambición de poder irrefrenable y con la venia de su íntimo grupo de también desgastados seguidores, el exmandatario está cayendo en una profunda espiral de desprecio de la que no hace el mínimo intento por salir.
Es evidente que la práctica democrática y el consenso no condicen con los principios de Evo Morales, esto ha sido demostrado en infinidad de oportunidades. Pero el pueblo juzgará y sabrá castigar estas amenazas y atropellos de quien antepone sus propios intereses por encima de los de todo un país.