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La voz firme de Bolivia por la paz en Palestina

En un mundo cada vez más convulso e inestable, donde los conflictos armados y las violaciones a los derechos humanos parecen normalizarse, es alentador escuchar una voz firme y contundente que clama por la paz, la justicia y el respeto al derecho internacional. Esa voz es la del Gobierno boliviano ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En su intervención, la jefa de la diplomacia boliviana no tuvo reparos en denunciar lo que calificó como un "genocidio" en curso contra el pueblo palestino.

Con cifras escalofriantes que hablan de decenas de miles de víctimas mortales, heridos y desplazados, Celinda Sosa puso el dedo en la llaga de uno de los conflictos más cruentos de la historia reciente.

Pero más allá de las estadísticas, lo que resalta en la posición boliviana es su valentía para señalar las graves violaciones al derecho internacional y a los derechos humanos que se están cometiendo en territorio palestino.

Sin ambigüedades, el gobierno del socialista Luis Arce acusó a Israel de desconocer los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional humanitario.

Esta postura firme y coherente con los principios de respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos no es nueva en la política exterior boliviana. Desde hace décadas, nuestro país ha abrazado la causa palestina y ha alzado su voz en los foros multilaterales para exigir una solución justa y duradera de este conflicto.

Pero lo que hace particularmente relevante el llamado boliviano es el contexto en el que se produce. En un momento en el que la escalada de violencia en la Franja de Gaza amenaza con desatar una nueva espiral de enfrentamientos y represalias, su demanda de un cese al fuego inmediato y el respeto a la vida y la seguridad de los palestinos adquiere una urgencia apremiante.

Más allá de las posiciones ideológicas o las simpatías políticas, lo que Bolivia está pidiendo es algo que debería ser un imperativo para toda la comunidad internacional: evitar a toda costa que el conflicto en la Franja de Gaza desate una conflagración de consecuencias impredecibles para la región y el mundo entero.

La voz de Bolivia en el Consejo de Seguridad de la ONU es, en esencia, un llamado a la cordura, a la mesura y al diálogo. Es un recordatorio de que la solución a este conflicto no se encontrará en el terreno de las armas y la violencia, sino en la negociación y el respeto mutuo a los derechos de ambos pueblos.

La posición boliviana es un grito de alarma ante la posibilidad de que el "genocidio" que denuncia se extienda y desate una crisis humanitaria de proporciones inimaginables. Es un llamado a la acción urgente para prevenir que la sangre derramada en Gaza sea el preludio de una tragedia aún mayor.

En un mundo cada vez más polarizado y dividido, donde las voces de la moderación y la sensatez parecen ahogarse entre los gritos de la intolerancia y el extremismo, la posición boliviana en defensa del pueblo palestino y de una solución pacífica y negociada al conflicto debe ser aplaudida y respaldada por todas las naciones que anhelan un mundo más justo y pacífico.

Porque, como bien lo ha expresado la canciller Celinda Sosa, la solidaridad con las causas justas no tiene fronteras ni distancias.

Y en la defensa de la vida y la dignidad humana, Bolivia ha demostrado que su voz siempre estará del lado correcto de la historia.


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