Tepoztlán es un pueblito mágico ubicado en México. Se dice que allí nació Quetzalcóatl, el dios azteca, representado con una serpiente emplumada. Nunca he estado allí, pero conozco sus calles y paisajes a través de las fotos y comentarios que me hace un amigo por medio de las innumerables cartas que nos escribimos regularmente.
Para mí estos papeles rompen la barrera temporal, son como pequeñas cápsulas del pasado; cápsulas de quienes fuimos cuando las escribimos con paciencia y cariño. Su escritura requiere mayor cuidado que un chat de WhatsApp y, en cierto modo, también de mayor reflexión. Por medio de ellas he logrado entender mejor mi entorno y soñar e imaginar lo que vive mi amigo a más de 5.000 kilómetros de distancia.
Contrario a lo que uno pudiera pensar, esta distancia nos acerca. Nos hace ver que existen problemas comunes entre su país y el mío. Ambos hemos tenido que enfrentar los efectos del Covid-19, el encierro y luego la guerra internacional. De la misma forma, ambos hemos podido recuperarnos, así como cada país lo ha hecho, de forma muy particular, y con distintos efectos en su economía.
Ese es un tema que nos inquieta y nos interesa. En nuestras últimas cartas hemos estado conversando sobre la inflación. Más allá de las teorías, cálculos y palabras complicadas, hemos analizado sus efectos en distintos actores. Conjuntamente los ejemplos de nuestro entorno, hemos reconfirmado el hecho de que la inflación afecta a los más pobres, en mayor medida. Es lógico. Si alguien tiene un ingreso elevado, que el precio del pan o del transporte se incrementen podría no ser un gran problema. Pero para quien tiene más obligaciones y un ingreso más modesto por supuesto que el impacto será mayor. Esta es la razón por la que algunos gobiernos implementan medidas para controlar la inflación. Una de ellas, promovida por varios países, es el tema de la subvención.
La subvención es una política que ayuda a minimizar los impactos del mercado y requiere del destino de recursos económicos para su cobertura. En Bolivia la subvención beneficia a los consumidores de energía, combustibles y ciertos alimentos. Si bien algunas voces aseveran que debe ser eliminada, se olvidan del costo social que ello implicaría. No hablamos de una familia, sino de miles de familias que en este momento se verían afligidas con un eventual recorte.
Es evidente que los recursos de la subvención deben ser bien dirigidos, y es por eso que se requieren controles y el análisis de las políticas implementadas. Por supuesto, toda política es perfectible, pero ello no quita la importancia de esta medida en favor de quienes más lo necesitan. Compararnos con otros países, en términos de inflación, nos permite vislumbrar que las subvenciones han logrado mitigar los efectos que en otros países han hecho estragos. Bolivia tiene los niveles más bajos de inflación y eso es algo por lo que se debe trabajar para mantener.
Cada integrante del país puede y debe trabajar por mejorar estas políticas. Es momento de que, de cara al Bicentenario, se resguarden y protejan los avances que hemos tenido como país. Precisamos la concertación y el diálogo. Eso es algo que pondré en mi próxima carta.
Hoy me ha visitado el cartero y he recibido un sobre con sellos y estampillas. Sé que ha viajado miles de kilómetros para llegar hasta mí y que, en cierta forma, se constituye en un tesoro en mis manos. Mi amigo me dice que está bien en Tepoztlán, que la inflación está disminuyendo, y yo sonrío.