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Cris González

Comandante sempiterno

El 28 de julio de 1954 nació Hugo Chávez Frías, expresidente de Venezuela, vino al mundo en una etapa en que aún se sentían los efectos de la Segunda Guerra Mundial. Y que el imperio, junto a la ONU, retornaban de la intromisión en la guerra de Corea, a principios de los 50 hasta el 53. El poder del mundo era bipolar y los campos de batalla se libraban en tierras de otros, de pueblos pobres, porque entre las potencias se había levantado la denominada “Cortina de Hierro”.

Sin embargo, el pequeño Hugo Chávez no sabía de nada de esta coyuntura política durante su infancia y adolescencia en Sabaneta, pues su interés estaba puesto en la pintura, el béisbol y en disfrutar la vida de niño, aunque pobre, colmado de amor recíproco por parte de su abuela paterna Rosa, que asumía los cuidados de él y sus hermanos mientras sus padres, maestros de escuela, cumplían funciones en otra ciudad. Además, con Rosa aprendía de la naturaleza, tenía en su casa muchos árboles frutales y plantas que conocía a la perfección y que les proporcionaban la fruta para los dulces que él vendía y con ello se aumentaba —un poco—el escaso ingreso del feliz hogar. Se ganó con ese trabajo el apodo del “arañero” porque los dulces de lechosa o papaya tienen esta denominación en Venezuela.

En su biografía Mi primera vida (entrevista con Ramonet) cuenta con dulzura y profunda remembranza esos días de niñez y pubertad que fueron interrumpidos por la muerte de su ídolo, el beisbolista más famoso de su tiempo, el ‘Látigo’ Chávez, que murió el 16 de marzo de 1969 en un accidente de avión. De ahí surgió su promesa de ser como él y para eso debía ir a Caracas.

El destino le deparó otra cosa; para cumplir su sueño de ir a Caracas se incorporó al Ejército, lo que cambiaría por completo su vida, así como conocer una versión veraz sobre el caudillo Maisanta, del que era bisnieto y al que la historia oficial designaba como a un bandido, habiendo sido en realidad un revolucionario que luchó por las causas justas. Estando en la capital caminó varios kilómetros hasta el cementerio para pedirle perdón en su tumba al ‘Látigo’ por no cumplir la promesa, ya había decidido seguir la senda de Bolívar, tan loable, como difícil.

En su corta vida, más corta aun para alguien imprescindible como el Comandante Chávez, cambió al mundo porque su pensamiento llegó a todos los pueblos oprimidos o subyugados por las clases poderosas. Alzó la voz cuando se creía que los procesos revolucionarios ya eran cosa del pasado. Apoyó, cooperando con los países de América Latina para que dejaran de depender del imperio y tener que firmar tratados como el ALCA que tanto daño hicieron a nuestras naciones. Habló y propuso un mundo multipolar que hoy se vislumbra como un horizonte inmediato; creó, junto a otros mandatarios progresistas de continente, la Unasur, el ALBA, Celac, Telesur, el Banco del Alba, el Sucre, todos espacios de integración y compartir entre pueblos hermanos. Sabía del potencial de América Latina y el Caribe, porque así también lo dejó claro Simón Bolívar dos siglos antes y siguió su legado. Solo que Chávez no sintió que aró en el mar ni sembró en el viento, como diría Bolívar después de tanta traición que hizo retroceder los planes de una Patria Grande, la cual retomó Chávez y que construimos en su honor.

¡Jallalla Comandante eterno Hugo Chávez!


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