Reitero: cuando es evidente que las estructuras jerárquicas al interior de un partido político son inalterables, la militancia prefiere participar al margen de ella, ya sea formando colectivos urbanos o desde el interior de movimientos sociales.
Esta idea reconoce el impulso de la dirigencia para alejar sistemáticamente a sus militantes de la participación política al interior del partido político que puede converger más adelante, en la ausencia de nuevas adhesiones de simpatizantes. Una exclusión abierta del partido hacia sus militantes promueve la fragilidad de la unidad en futuros conflictivos y más, cuando se requiera de ella, para la defensa de un proyecto común.
La decisión de la cúpula dirigencial del MAS de prohibir la participación de la militancia que se encuentre vinculada al funcionariado público en las decisiones que se tomen en congresos, comprendería no solo desconocer que entre estos realmente existen militantes comprometidos con el Proceso de Cambio y con la ideología que abriga la lucha revolucionaria. Pareciera ser que la instrumentalización del servidor público ha generado en la dirigencia nacional del MAS la decisión de resguardarse en la voluntad de pocos; de ser así, cómo defiendes la fuerza popular sin la adhesión de ellos en las próximas concentraciones. Y es que hay contradicciones: si proteger la decisión de la dirigencia tiene que ver con la posible expulsión de Lucho y David del Instrumento, que por ello no se podía permitir que sus servidores públicos asistan para rechazar tal decisión, por qué hoy titubean al señalar que esa no era la finalidad. Está bien, si esa no era la finalidad del próximo congreso, y no se tomarían decisiones importantes, por qué temer la asistencia de servidores públicos. En fin, aquella decisión se convierte en un error histórico de la dirigencia nacional que, por conseguir un fin, prohíbe el ejercicio democrático de sus militantes abriéndoles la puerta para que se marchen, se convierte en el menú ansiado de la derecha que anda muy venida a menos.
Nuevamente se encontraron frente a frente la disciplina militante con el pluralismo de ideas, ojo no el pluralismo ideológico, es importante diferenciarlos. No sorprende que la primera persona que haya salido a debatir esa decisión haya sido María Nela Prada, que desde su militancia cuestionó esa intención de proscribir el derecho de participación en la toma de decisiones; demostró el nivel de compromiso que tiene con el Proceso de Cambio y con el Instrumento Político, lo que sorprende fue la ausencia de ecos y colegas respaldándola. La respuesta fue inmediata, pero vacía de argumentos, recubierta de ataques personales y cuestionamientos banales, incluso por su color de piel. Cómo seguir creyendo que las mejores decisiones emanan de la dirigencia del MAS si no pueden presentar y defender mayor argumento que ese; terminan recurriendo a un tipo de violencia que se intenta erradicar, la violencia política hacia la mujer.
No obstante, ya en marzo argumenté que: “Hacia afuera, es una lucha entre enemigos que buscan desplazar del poder hegemónico al otro; sin embargo, cuando los principios constitutivos de la ideología que se ejercen son iguales o al menos similares, podríamos estar frente a la búsqueda de una lucha que Mouffe llamó entre agonismos y no entre antagonismos. Para Mouffe un adversario es un enemigo, pero un enemigo legítimo, un enemigo con el que se tiene una base común con la que se comparte una adhesión de principios ético-políticos de la democracia liberal; no hay que olvidar que la democracia finalmente es un componente del Estado liberal. Ante este conflicto, Mouffe sugiere como solución lo que denomina: un consenso conflictivo; es decir, a partir del reconocimiento de la legitimidad del otro, debe llegarse a un acuerdo sobre los principios ético-políticos de la democracia pluralista y pese a mantenerse desacuerdos sobre el alcance de estos, se superen las diferencias con un objetivo común y temporal, para ello se debe aceptar una hegemonía tan solo estacional”.
Desde ambos lados, se tiene que reconocer la legitimidad de ambos presidentes; es impensable la unidad sin este reconocimiento. Anticipar pronósticos electorales con el pasado de uno versus el presente de otro no favorece posibles acercamientos, es urgente posponer esos debates electorales y centrarse en zanjar hermandades, en el marco de la ideología formadora de esos principios éticos-políticos que hacen al Instrumento Político. Nuevamente: “(…) cuando se habla del MAS se anota también las dimensiones que tiene y la gran heterogeneidad que participa en este, de ahí que la fuerza que tiene se estructura en el reconocimiento de sus diferencias y entre las particularidades de los bolivianos que engloban sus filas. Por último, no debe dejarse de lado la vigencia de la segunda parte de la sigla, que quizá entrevé el génesis de su fundación como partido político: el MAS, en definitiva, solo es y será si continúa siendo el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP)”.