En los últimos años, la presencia de EEUU ha vuelto a aumentar en América Latina y el Caribe, en especial desde que la generala Laura Richardson asumió el mando del Comando Sur en 2021.
Sus declaraciones, hablando de los recursos naturales de la región como propios y criticando la presencia de China y Rusia, países a los que se refiere como “malignos”, se están haciendo costumbre.
Las elecciones de Javier Milei y de Daniel Noboa son, por ahora, sus triunfos más grandes. En el primer caso, Milei les ha entregado territorio para la construcción de una base y, con su complicidad, están acosando a la misión de la base espacial china en Neuquén. Del mismo modo, el rechazo argentino a la invitación del Brics ha sido un triunfo estratégico para los estadounidenses. Mientras tanto, las políticas neoliberales del nuevo presidente son respaldadas por instituciones y medios estadounidenses, sin importar la realidad de la población.
En el segundo, Richardson no ha ocultado el nivel de involucramiento con el gobierno de Noboa, al punto de decir que tienen un plan de seguridad con el país a cinco años. Es bastante evidente que el Presidente ecuatoriano aprobó el asalto a la embajada mexicana en su país solo porque se sabe respaldado por EEUU.
Esta reforzada presencia tiene un objetivo principal: recuperar su hegemonía sobre ‘su patio trasero’, expulsando a China de la región.
En 2009, EEUU dio el llamado “giro hacia el Pacífico” en su política exterior. Luego de la crisis financiera de 2008, en la Casa Blanca entendieron que el crecimiento de China era imparable y concentraron todas sus energías en intentar pararlo. De este modo, iniciaron una etapa en la que América Latina y el Caribe dejó de ser una zona de prioridad.
En los últimos años, los diplomáticos estadounidenses han ido por el mundo intentando conminar a gobiernos de otros países a tomar una decisión: o ponerse del lado de EEUU o al lado de China. Las respuestas que recibieron en la mayor parte del mundo no han sido las esperadas.
Sin entender este contexto global, es imposible entender lo que está pasando en la región, y lo aún más difícil que se pondrá.
El fracaso del “giro hacia el Pacífico”
En cuanto a Asia, los intentos de aislar a China fracasaron. Los países de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (Asean, por sus siglas en inglés) hicieron entender a EEUU que si los hacían elegir, no les iba a gustar la respuesta. En los últimos meses, EEUU ha encontrado en Filipinas un aliado, pero el país no saldrá de Asean y primará la política económica.
En Asia Occidental, el panorama es aún más sombrío para los estadounidenses. Arabia Saudita ha optado por una política exterior diferente, que prioriza lazos con Rusia y China; mientras que deja de financiar a grupos extremistas que siempre han sido funcionales a intereses estadounidenses. Hay que sumar su ingreso y el de los Emiratos Árabes Unidos al Brics.
Tal vez los éxitos diplomáticos de Irán son la mayor derrota de EEUU en la zona. Tanto con el ingreso a Brics como a la Organización de Cooperación de Shanghái, Irán ha consolidado su liderazgo regional.
El acercamiento diplomático a Arabia Saudita, mediado por China, tomó a Washington por sorpresa y alteró los planes de empujar la normalización de relaciones diplomáticas de los países de la zona con “Israel”, a través de los Acuerdos de Abraham.
El apoyo al gobierno sionista ha sido la estocada final a EEUU en la zona. Cuando sus diplomáticos viajan son rechazados. Arabia Saudita ya dejó en claro que no normalizará relaciones con “Israel”. Por último, terminaron de dilapidar lo que les quedaba de poder blando en esa parte del mundo.
A EEUU le quedan sus dos colonias de facto, Japón y Corea del Sur y, en cierta medida, India. La realidad de estos vínculos es un poco más compleja. Washington no pudo evitar que ambos países formaran parte de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), que es el acuerdo de libre comercio más grande del mundo y que incluye a China.
India pretende tener una política exterior independiente y ocupar algún liderazgo en el mundo. Eso será un poco complicado, puesto que su hinduismo nacionalista le impide construir vínculos con países musulmanes; su negativa de entrar al RCEP lo convierte en un paria en la región; su inclusión en alianzas como el QUAD, con países occidentales genera desconfianza; y su pelea contra una China cada vez más interconectada con el mundo los aleja de la mayoría. No será de ninguna ayuda para los intereses estadounidenses en Asia.
EEUU pierde influencia en África
En África, varios políticos respondieron a los diplomáticos estadounidenses que no iban a aceptar presiones y que ellos tomaban decisiones soberanas. Además agregaron que China no los obliga a tomar medidas ni interfiere en asuntos internos. La actitud confrontacional es de un solo lado.
En África Occidental, si bien la lucha más importante es contra el colonialismo francés, Níger ya denunció el acuerdo de seguridad con EEUU y ha solicitado que retire sus tropas de su territorio. Esta ruptura se dio luego de los intentos estadounidenses de presionar a la Junta para que no firme acuerdos con Irán.
El bloque de los Brics también tendrá mayor presencia en el continente y reducirá el dominio estadounidense. Además de Sudáfrica, Egipto y Etiopía oficializaron su ingreso. Se espera que, en la Cumbre de este año, se extienda la invitación a Argelia y Nigeria.
Las relaciones entre América Latina y el Caribe con China
Luego del “giro hacia el Pacífico” de EEUU, las inversiones chinas se multiplicaron en América Latina y el Caribe.
A finales de 2022, el volumen comercial llegó a los 184.000 millones de dólares de exportaciones regionales al país asiático, y un estimado de 265.000 millones en bienes importados desde esa nación. Hoy en día, China es el primer o segundo socio comercial de los Estados latinoamericanos y caribeños.
Hasta ahora, la relación se ha basado en exportación de materias primas hacia China, mientras que a los latinoamericanos nos llegan productos manufacturados y servicios. Desde el lado chino, se espera que esto cambie pronto.
Desde hace unos años, China ha cambiado su enfoque en sus relaciones exteriores. Ya no quiere ser un mero importador de materias primas. En cambio, busca apoyar en el desarrollo de los países a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y estableciendo acuerdos de transferencia tecnológica.
Esta dinámica ya tiene una década en Asia y África, cuyos resultados son palpables. Los latinoamericanos hemos llegado tarde y recién estamos dando los primeros pasos.
EEUU se aferra a su ‘patio trasero’
Hoy, un EEUU de capa caída busca aferrarse a los pocos espacios que le quedan. Va a ser complicado que logren expulsar del todo a China, ya que Washington no puede suplir la demanda económica. Sin embargo, van a sabotear cualquier intento de que la relación supere la etapa de la exportación de materias primas.
Ese nuevo enfoque en las relaciones exteriores de China, que ya lleva una década en Asia y África, va a ser muy difícil de implementar en América Latina y el Caribe.
Cualquier intento de megaproyecto de infraestructura, de transferencia tecnológica, de intercambio científico o cultural, de inversión en telecomunicaciones y cualquier otra opción de desarrollo que se le pueda ocurrir, será objeto de sabotaje, generando caos y divisiones internas.
La facilidad con la que logran desestabilizar la región se la debemos a nuestras oligarquías nacionales antipatriotas, que están dispuestas a vender el país para garantizar sus propios intereses. La mayoría se beneficia de la matriz primario-exportadora que sostiene a las naciones latina¡americanas.
Además, los estadounidenses tienen de aliados a los medios, algunos de ellos disfrazados de independientes, que promueven narrativas del estilo “China es un país imperialista” y alertan sobre los “peligros del poderío chino”.
Una revitalización de las relaciones con China puede ser la llave para solucionar muchos de los problemas de desarrollo social en América Latina y el Caribe. Tanto en Asia como en África, lo tienen claro y EEUU está perdiendo su hegemonía.
Pero en la región latinoamericana y caribeña se están sentando las condiciones para que nada cambie e incluso empeore. Toca preguntarse si los habitantes de esta región de a pie vamos a permitirlo.