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Ramiro Ramírez

El Papa periodista

Nuevamente el papa Francisco se refiere al periodismo. Ya lo hizo otras veces y para bien. Fiel a su visión católica habla de los cuatro pecados de este oficio, pero que en realidad podrían ser muchos más.

Es que el periodismo en sí mismo no es un oficio que garantice nada —como cualquier otro— y sea, quien lo practica, un manojo de virtudes. De hecho, si bien puede decirse que el periodismo es el oficio “más bello del mundo”, resulta inevitable poner en duda aquella visión idílica del Gabo, cuando vemos el día a día de los grandes medios y otros que no son tan grandes pero que igual propalan miedos.

El papa Francisco, que recibió esta semana el premio “Es periodismo” —creado en 1995 por periodistas italianos para apoyar el trabajo de los profesionales de este rubro—, ha identificado al menos cuatro pecados en los que se hallan zambullidos gran parte de los medios y los periodistas de todas las latitudes dominadas por el consumismo y la mercantilización de las noticias.

Uno de los primeros pecados que menciona el Pontífice es la desinformación. Uno de los pecados que, entre otras cosas, se ha hecho ya parte de la práctica de muchos medios y periodistas que se han adscrito de manera abierta a posiciones ultraconservadoras y, como nos referimos en una anterior columna, a corrientes negacionistas que buscan destejer la historia a conveniencia de verdaderas mafias económicas o, para no caer en desinformación, de gigantescas cadenas multimedia ligadas a grandes capitales privados. Esos que no tienen ningún rubor en financiar golpes de Estado, de ensangrentar pueblos y conspirar contra presidentes y gobiernos progresistas, las variantes de este pecado las veremos más adelante.

Desde la perspectiva de Francisco, hermanastras de la desinformación resultan la difamación, la calumnia y, el cuarto pecado (quizás el más meloso con el que se relame la gran prensa), la corpofilia, “el amor al escándalo, a la porquería”. En su momento, al referirme a las prácticas “comunicacionales” de los golpistas de noviembre de 2019 en Bolivia, hice un retrato de la entonces ministra del área que se revolcaba en el lodo y se envolvía airosa en el mal olor que despedía el poder de facto.

Los cuatro pecados que señala el papa Francisco quedan cortos, por cierto. Su mirada piadosa, de Santo Padre, no le permite denunciar con energía otros pecados del “periodismo” que tienen que ver con la conspiración antidemocrática, anticomunista, antiderechos, que sostienen a fascistas jugando a la democracia. Aquel periodismo que cacarea la “libertad de prensa”, que dice sentirse amenazado y “perseguido” bajo gobiernos populares cuando en los hechos fueron/son cómplices de una maquinaria tenebrosa que ya conocimos en tiempos de las dictaduras militares-civiles.

Aquel periodismo mercenario que siembra el miedo y se alimenta de la violencia irracional, de confrontación y de fragmentación social abunda en nuestros países y se expresa hoy desembozado en Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Bolivia, claro, para socavar los cimientos de las democracias conquistadas por el pueblo.

Si la conspiración antidemocrática se ha instalado en cierto periodismo, los pecados del servilismo, del mercenarismo abierto y encubierto que se hacen presentes y abruman en los “noticieros” impunes; indignan y generan rechazos silenciosos, pero —hay que decirlo— más adherencias peligrosas que erosionan la unidad del pueblo, que alimentan el odio racial, el machismo, la confrontación entre hermanos.

Más se podría decir del periodismo desembozado de hoy y será necesario retornar sobre este asunto. Pero lo cierto es que el Papa no deja de dar muestras de su íntima relación terrenal. Al referirse a los pecados del periodismo hoy, expresa un concepto materialista-dialéctico que lo hace diferente al resto de la curia ciega, colindante con la herejía más cruda y vil. Francisco apela finalmente a una constatación que no podríamos pasar por alto, por más que lo intentáramos: “la realidad es superior a la idea, siempre: la realidad de los hechos, el dinamismo de los hechos; que nunca están inmóviles y siempre evolucionan, hacia el bien o hacia el mal…” ¡Qué más prueba del sinceramiento y lealtad con la verdad! Algo que el llamado “periodismo” de estos días, reducido a tristes presentadores de noticias/escándalo; noticias/basura y fake news…, ni sospechan.

*Es periodista.


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