Hoy en día, la estabilidad del sistema financiero es uno de los actores económicos más importantes que aseguran las transacciones de intermediación financiera, la protección del ahorro, el financiamiento al desarrollo productivo y no sólo asegura la correcta asignación de recursos, sino que también se constituye en un factor para que la gente que accede a sus servicios pueda aportar al crecimiento permanente de un país.
Bajo este contexto, la resiliencia, que juega un rol importante en este ámbito, se entiende como la capacidad de las instituciones y mercados financieros de absorber, adaptarse y recuperarse frente a impactos externos, manteniendo sus funciones básicas sin poner en riesgo la estabilidad sistémica. Vale la pena recordar que la construcción de resiliencia no es un proceso estático, sino dinámico, donde los reguladores juegan un papel activo y los marcos normativos están diseñados para integrar las lecciones de las crisis pasadas.
Tras la crisis financiera global de 2008, organismos como el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (BCBS, por sus siglas en inglés) y el Banco de Pagos Internacionales (BIS) promovieron reformas regulatorias orientadas a robustecer la solidez del sistema financiero, entre las cuales se destacan las principales acciones relativas a:
- Mayores requerimientos de capital y liquidez
- Previsiones contracíclicas para mitigar el efecto procíclico del crédito
- Pruebas de estrés periódicas
- Mecanismos de resolución ordenada para instituciones sistémicas
En Bolivia, la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) ha desempeñado un rol crucial en la preservación de la estabilidad y resiliencia del sistema financiero. Su marco normativo combina medidas prudenciales (exigencias de capital, límites a la concentración de riesgos, previsiones específicas por cartera), con disposiciones de carácter social y de política pública, basadas en disposiciones de la Ley N° 393 de Servicios Financieros, tales como la fijación de tasas de interés máximas y la determinación de canalizar el crédito hacia sectores productivos y de vivienda social.
Durante la pandemia del COVID-19, ASFI, en el marco de la legislación vigente, implementó medidas de alivio financiero como la reprogramación y refinanciamiento de créditos, éstas decisiones contribuyeron a evitar un deterioro de la cartera, preservar la cultura de pago y a mantener la confianza en el sistema financiero, mostrando un enfoque de resiliencia adaptativa frente a un impacto externo sin precedentes.
Asimismo, la coyuntura actual representó uno de los episodios más desafiantes para el sistema financiero. La combinación de factores externos, caída de los precios internacionales de materias primas, contracción de la liquidez externa y presiones inflacionarias, con factores internos, que generó un entorno de alta incertidumbre.
Durante esta coyuntura, ASFI activó medidas extraordinarias: reprogramación y refinanciación de los créditos, ajustes a los límites de liquidez mínima y mecanismos de acompañamiento para la reestructuración de créditos. Estas acciones buscaron contener un posible efecto dominó en la cadena de pagos y logró preservar la confianza de los depositantes.
Se demostró la importancia de contar con reguladores proactivos y herramientas macroprudenciales. La rapidez de las acciones de ASFI y la coordinación con el Banco Central de Bolivia permitieron evitar situaciones de riesgo no controladas, toda vez que la estabilidad del sistema financiero enfrenta desafíos crecientes que demandan una regulación dinámica, como por ejemplo:
- La transformación digital y ciberseguridad, la digitalización de servicios financieros y la expansión de las “fintech”.
- El cambio climático y riesgos ambientales, tanto los riesgos físicos (desastres naturales) como los de transición (cambios en políticas hacia energías limpias) pueden afectar la solvencia de sectores con alta participación en la cartera crediticia, como hidrocarburos o agroindustria.
- Innovaciones tecnológicas, criptoacitvos y finanzas descentralizadas plantean riesgos emergentes y de lavado de activos que están siendo incorporados en la supervisión boliviana.
La estabilidad financiera es un bien público que requiere vigilancia permanente y capacidad de anticipación regulatoria. En Bolivia, ASFI ha logrado consolidar un sistema financiero sólido y estable, incluso en coyunturas de alta incertidumbre como la pandemia. La verdadera resiliencia dependerá de la capacidad para integrar los riesgos emergentes, tecnológicos, climáticos y de innovación financiera, dentro de su marco normativo, sin frenar la inclusión ni la eficiencia.
Un sistema financiero resiliente no es aquel que nunca enfrenta crisis, sino aquel que puede resistirlas, adaptarse y seguir cumpliendo su función esencial, canalizando recursos hacia el desarrollo económico y social de un país.
Por: Willy Edmundo Carranza Dick/