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Miguel Clares

Evistas malnacidos, la vergüenza del país

La indignación de los bolivianos es absoluta. El país enfrenta emergencias climáticas devastadoras, además de la necesidad de garantizar el voto de sus compatriotas en el exterior para las elecciones de agosto de este año y, aun así, un grupo de asambleístas serviles a Evo Morales acaba de rechazar un financiamiento ventajoso de $us 100,9 millones con un interés casi inexistente del 0,01%.

No hay justificación válida, no hay argumento racional, solo una mezquina estrategia de bloqueo propia de mediocres que prefieren ver a Bolivia sufrir antes que permitir su desarrollo.

Estos traidores le dijeron que no al progreso, no a la democracia y no a las familias afectadas por desastres naturales. Su rechazo no es un error de cálculo ni un desacuerdo técnico, es una acción deliberada para sumir al país en el caos. No les interesa el bienestar de los bolivianos, solo les importa seguir los caprichos de un caudillo en decadencia que busca venganza porque ya nadie lo quiere en el poder.

Bolivia no puede seguir permitiendo que este grupo de ignorantes decida el futuro de millones de personas. No entienden de economía, no saben lo que significa un financiamiento blando y, peor aún, no les interesa aprender. Son un obstáculo para el país, una barrera para el desarrollo, un lastre que impide atender necesidades urgentes.

Mientras cientos de familias bolivianas lo han perdido todo por los desastres naturales, estos asambleístas irresponsables bloquean los recursos que podrían aliviar su sufrimiento. La indiferencia con la que han actuado demuestra su desprecio por la gente. No son representantes del pueblo, son saboteadores que siguen las órdenes de Evófilo sin cuestionar el daño que causan.

El financiamiento rechazado también garantizaba el voto de los bolivianos en el exterior, algo que evidentemente les aterra. No quieren que se exprese la voluntad popular, no les conviene una elección limpia y democrática porque saben que están condenados al fracaso. Prefieren boicotear el proceso antes que enfrentarse a una derrota segura.

Este no es un simple acto de oposición política, es una traición al país. Mientras otras naciones aprovechan oportunidades de financiamiento con condiciones favorables, Bolivia ve cómo un puñado de incompetentes le cierra las puertas al desarrollo por órdenes de un delincuente obsesionado con el poder.

Los bolivianos no podemos olvidar esta infamia. No podemos permitir que estos malnacidos sigan bloqueando el progreso con su ignorancia y su servilismo. Se han burlado del pueblo, han saboteado la democracia y han condenado a miles de personas a seguir sufriendo las consecuencias de desastres naturales sin ayuda.

Cada familia afectada, cada boliviano que vea retrasadas sus oportunidades, debe recordar los nombres de estos traidores. No merecen seguir en el poder, no merecen hablar en nombre del país, no merecen el más mínimo respeto. La historia los recordará como lo que son: Un grupo de mediocres que, por obediencia ciega a Morales, le dieron la espalda a Bolivia. El país merece avanzar, pero con ellos en el poder, solo hay retroceso, miseria y desesperanza. Es hora de que los bolivianos los enfrenten con la fuerza de la memoria y la indignación. Su traición no quedará impune.

Por: Miguel Clares/


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