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Miguel Clares

Evófilo y sus delincuentes

Evo Morales y su séquito de delincuentes han demostrado, una vez más, que su único interés es la manipulación, la mentira y el sabotaje contra Bolivia. Morales, quien debería estar rindiendo cuentas ante la justicia por corrupción, pedofilia y vínculos con el narcotráfico, se empeña en jugar el papel de víctima mientras usa a sus asambleístas como títeres para sus oscuros propósitos. Su ambición desmedida lo ha llevado a rodearse de personajes despreciables.

Uno de los más serviles en esta farsa es Héctor Arce, un individuo que convirtió su rol de asambleísta en un espectáculo bochornoso. En lugar de legislar con seriedad y responsabilidad, se dedica a montar shows políticos ridículos, sin el más mínimo respeto por la investidura que ostenta. Su único mérito parece ser su lealtad ciega a Morales, repitiendo discursos desgastados y llenos de mentiras para justificar lo injustificable.

Héctor Arce, que no tiene ni el más mínimo conocimiento en economía, se atreve a opinar con una soberbia que solo delata su ignorancia. Su mediocridad es evidente cada vez que habla, dejando claro que su objetivo no es trabajar por Bolivia, sino actuar como el vocero sumiso de un personaje que debería estar tras las rejas. En lugar de aportar con ideas o soluciones, se limita a defender lo indefendible, mostrando un nivel de profesionalismo inexistente.

Pero su servilismo no es lo peor. Este personaje se ha prestado a la degradación total, defendiendo a un pedófilo con una vehemencia asquerosa, sin el menor reparo moral. No le interesa la justicia, ni la verdad, ni el bienestar de Bolivia. Lo único que le importa es seguir las órdenes de su amo, sin importar cuántas mentiras tenga que repetir, cuántos principios tenga que pisotear o cuánta dignidad tenga que perder.

H. Arce y el resto de los lacayos de Morales han demostrado que no tienen respeto por nada. No respetan la justicia, no respetan la democracia y mucho menos respetan a los bolivianos. Han convertido la política en un circo grotesco donde la única regla es la mentira y el único propósito es proteger a un delincuente que se aferra al poder como un parásito desesperado.

Mientras el país enfrenta desafíos económicos y sociales, estos personajes están ocupados en sus intrigas, en su teatro barato y en sus intentos de desestabilización. No les importa Bolivia, no les importa el bienestar del pueblo, solo les importa su líder y su ambición desmedida. Son una plaga que contamina la política y una vergüenza para cualquier institución que representen.

No se puede permitir que estos delincuentes sigan engañando al país. Bolivia necesita políticos con valores, con principios, con verdadera vocación de servicio, no marionetas al servicio de un fugitivo de la justicia. Es momento de desenmascararlos, de exponer su podredumbre y de asegurarnos de que nunca más tengan la oportunidad de volver a traicionar a los bolivianos.

Morales debe responder por sus crímenes y sus secuaces de- ben pagar por su complicidad. No hay discurso que pueda ocultar la verdad, no hay mentira que pueda tapar la realidad. Los bolivianos merecen justicia, y tarde o temprano, la tendrán. Bolivia ya no se deja engañar. Los tiempos de impunidad deben llegar a su fin. Que Morales y su séquito se preparen, porque el país no olvida ni perdona a quienes lo traicionaron.

Por:  Miguel Clares (Economista)


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