Develar información quitándole el antifaz al Gobierno de los EEUU tuvo sus consecuencias y Assange las ha vivido en carne propia desde que publicó en WikiLeaks, el video titulado ‘Asesinato Colateral’ en el año 2010, en donde se muestra el ataque de un helicóptero de combate estadounidense en Irak, en el cual murieron 18 civiles entre ellos 2 periodistas de Reuters; documentación proporcionada por la exanalista de inteligencia del Ejército de EEUU Chelsea Manning, la que se expuso a un duro castigo y una condena de 35 años de prisión, misma que fue conmutada por Barack Obama en 2017.
El fundador del portal WikiLeaks, Julian Assange, considerado referente de lucha por la libertad de expresión, fue liberado tras un calvario judicial de 14 años, que incluyeron más de cinco años de detención en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en Londres, después de llegar a un acuerdo con los EEUU y declararse culpable el miércoles 26 de junio de 2024, y asumir haber infringido la ley de espionaje al obtener y publicar documentos clasificados del país del Norte.
Chelsea Manning fue la persona que filtró los centenares de miles de registros proporcionados al periodista Julian Assange —unos 700.000 documentos diplomáticos y militares secretos— los que fueron publicados en el portal de WikiLeaks, y los que demostraban los crímenes de guerra de EEUU en Irak y Afganistán, este último en ‘Diarios de Afganistán’; así como los auténticos intereses económicos y geopolíticos del Gobierno estadounidense en diversas partes del mundo, además de información sobre las cárceles de Guantánamo y Abu Ghraib, símbolos infames de las violaciones de los derechos humanos en Estados Unidos, como lo señala el libro Abogados más allá de las fronteras, de la historiadora María Armoudian (University of Michigan Press, septiembre de 2021).
Esa es la doble moral del Imperio (EEUU-Inglaterra), que ha querido silenciar a un periodista, con la amenaza de hasta 175 años de cárcel por supuesto espionaje; ya que con su autodenominada “guerra contra el terror”, ha cometido violaciones a los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y genocidio.
Julian Assange está libre; sin embargo los verdaderos crímenes no se han juzgado, no existe ningún responsable de EEUU en la cárcel por los crímenes de lesa humanidad cometidos. Estados Unidos ha juzgado a un periodista extranjero, cuyo medio tampoco tiene su sede en ese país; y da la casualidad que en este momento preelectoral estadounidense, el actual presidente, el demócrata Joe Biden, cuya imagen en declive por su respaldo al genocidio de Israel en Gaza, haya abandonado la persecución a Assange, y le haya otorgado un acuerdo para su libertad.
Los intereses de las superpotencias en callar la verdad, violan el derecho internacional, la libertad de expresión, el acceso a la información y el derecho a la verdad, son derechos imprescindibles cuando se vive en democracia; pues toda información oculta nace con vocación de ser revelada y puesta a disposición de los ciudadanos, por ende, el Gobierno de los Estados Unidos viola salvajemente no sólo los derechos humanos, sino la tal mal llamada “democracia”, y la libertad de expresión; ya que Julian Assange ha enviado un mensaje claro al mundo y es que el periodismo sigue bajo amenaza, por ello la lucha por la libertad de prensa mundial continúa.
En estos momentos, cuando el régimen sionista Israelí lleva adelante la limpieza étnica, el genocidio perpetrado en la Franja de Gaza, donde existen ya más de 38.500 muertos, toda divulgación de información fidedigna, toda documentación de los crímenes de Israel resulta imprescindible y un duro golpe para la impunidad sionista, porque callar nos hace cómplices; ya que ya existen más de 147 periodistas asesinados en el enclave costero.
Julian Assange, Chelsea Manning, Edward Snowden, los que han sido perseguidos, y los que han entregado sus vidas por mostrar la verdad de los hechos, no sólo son referentes para los periodistas de todo el mundo; sino también aquellos que siendo hostigados pertenecemos a la línea no servil imperialista, aquellos que continuamos en la denuncia de los Estados que pretenden ser “democracias ejemplares” y los que continúan en la impunidad por sus crímenes.