Los sionistas que gobiernan Israel tienen 76 años colonizando y agrediendo a la antigua tierra Palestina con el apoyo de Inglaterra, Estados Unidos y otras potencias coloniales, sin que los palestinos se hayan rendido.
A pesar de que, anualmente reciben tres mil millones de dólares de ayuda militar por parte de los gobiernos de Estados Unidos, han formado un ejército profesional, alistado a más de 700 mil efectivos y una industria de sistemas de armas altamente avanzadas, no han podido conquistar un territorio de apenas 364 km2, dos millones de habitantes y una fuerza militar calculada de 30 mil combatientes palestinos, carentes de aviones, tanques y barcos artillados.
La operación combinada por aire, mar y tierra del sionismo israelí ya cumplió cuatro meses y su mayor resultado ha sido dar muerte a más 27 mil personas —la mayoría de las cuales lo constituyen mujeres, niños y ancianos— utilizando bombardeo de saturación de aviones, tanques y artillería terrestre, que han destruido la mayoría de la infraestructura residencial, vial, educativa, económica y sanitaria de la Franja de Gaza Palestina, sin haber podido alcanzar la rendición del ejército irregular de la resistencia palestina ni conseguido la deseada emigración a países vecinos de la ancestral población árabe palestina.
En su frustración por, el alto nivel de bajas de sus soldados, la imposibilidad de liberar a las y los soldados retenidos en la Operación Inundación de Al Aqsa del pasado 7 de octubre, la ampliación del teatro de operaciones militares por la incorporación al combate contra Israel y sus aliados de Estados Unidos y sus satélites europeos, de las fuerzas de la resistencia de Cisjordania, Yemen, Libano, Irak y Siria, la presión interna de los familiares de los civiles y militares israelíes retenidos, la salida al exterior de más de 500 mil residentes extranjeros y turistas y la semiparalización de su economía. El gobierno colonialista de Israel persiste en su acción criminal, violando la decisión de la Corte Internacional de Justicia CIJ, que le exigió medidas de auxilio a la población civil. Y desoyendo las voces, mayoritarias, provenientes de los Estados Miembros de la ONU que condenan; el elevado nivel de asesinatos de civiles no combatientes y la destrucción la infraestructura vital de las ciudades y pueblos de la Franja de Gaza, exigiendo la aplicación de una Tregua Humanitaria para el suministro de agua, alimentos, recursos sanitarios y fuentes eléctricas, combustibles, telefonía e internet y la firma de un cese al fuego, que permita la liberación de los prisioneros de guerra y retenidos civiles de ambas partes, y el inicio de conversaciones dirigidas a la solución definitiva del conflicto palestino israelí, con base a los Convenios de Ginebra de 1949 y sus tres protocolos adicionales sobre Derecho Humanitario y a las reiteradas y vigentes resoluciones de la ONU, sobre el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a un Estado Soberano e independiente en tierras Palestina.
La incapacidad del ejército israelí —falsamente considerado como “el quinto ejército más poderoso del mundo”— para derrotar a los combatientes de Hamas y la Yihad Islámica, evidencia la derrota mediática, política y militar estratégica del sionista Estado de Israel, la cual, inevitablemente, modificará las actuales realidades geopolíticas del Medio Oriente e impactará positivamente los cambios políticos y económicos que se vienen produciendo en el mundo con la emergencia del grupo de países Brics, el crecimiento de la voluntad de reformas democráticas en el seno de la ONU y el reconocimiento de la multilateralidad como sistema de relacionamiento equilibrado para la Paz, la seguridad y el desarrollo de la comunidad de Estados en este siglo XXI y en los tiempos por venir.