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Pamela E. Escobar Carpio

Las compensaciones de 1950 y el hito 60 con Chile - La ruta del litio

El hito 60 – la ruta del litio y la posibilidad de abrir una agenda bilateral con Chile nos lleva a hacer reflexiones inquietantes. Aceptar subordinarnos a la geopolítica del invasor es dar lugar al gran plan de absorción y cancelación de la soberanía boliviana meditado por Chile desde la Confederación. El reanudar las relaciones con Chile es aceptar que no existen temas pendientes. Bolivia no renunció y no renunciará a su derecho sobre el océano Pacífico, debemos hacer énfasis en cuanto al reclamo y derecho boliviano, durante todo este tiempo, si hay algo que no flaquea es precisamente esa convicción boliviana, que no muere y no morirá. 

Lo ocurrido en 1950 constituye hasta el presente una iniciativa que tarde o temprano volverá a la actualidad, debido sobre todo a la respuesta chilena en donde asumen el compromiso de buscar una fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al océano Pacífico. Este momento llegará cuando la comprensión internacional haya penetrado en la conciencia de los pueblos afectados.

Entre 1947 y 1950 hubo conversaciones entre Bolivia y Chile para iniciar negociaciones con el fin de otorgar una salida al mar a Bolivia, por medio de un corredor terrestre situado al norte de Arica, a cambio de una serie de compensaciones a Chile. La gestión culminó en el famoso cambio de notas de fechas 1 y 20 de junio de 1950 por las que ambos Gobiernos convenían en la negociación directa, destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al océano Pacífico y a Chile obtener las compensaciones que no tengan carácter territorial y que resguarden efectivamente sus intereses”.

La cuestión de las tales compensaciones a Chile tenía un aspecto que no se hizo muy visible y tampoco fueron reveladas en los documentos oficiales. El hecho consistía en que Bolivia tendría que dar a Chile el derecho de utilizar, para la irrigación y energía eléctrica, las aguas de los lagos Titicaca y Poopó a cambio de un corredor de 10 kilómetros de ancho a lo largo de la frontera norte de Chile. Como era de suponer, la noticia no pasó desapercibida y causó un verdadero temor en la opinión pública boliviana. Tamayo al respecto nos dice:

La miserable oveja boliviana que va a beber una gota de su lago natural y propio. Ahí está el gendarme chileno que le dice: “Esta oveja miserable (por oveja y por boliviana) está robando las aguas de este lago, que son legítima propiedad chilena. Intervención Armada. Y el del labriego, “miserable y boliviano también, que toma un poco del agua de su lago para regar su minúsculo terrazgo. Y el gendarme: “Robo”. Este labriego ladrón está robando las aguas de legítima propiedad chilena. Intervención Armada”.

Bolivia sabe que la respuesta que se obtendrá por parte del Gobierno chileno es básicamente la misma, esa necesidad de negociar no existe, puesto que Bolivia puede salir al mar utilizando el “libre tránsito” que Chile le reconoce. Se ha demostrado que ese “libre tránsito” está subordinado a la cambiante política internacional que desarrolla Chile con Bolivia, la misma que es obstruccionista, y hostil, ese libre tránsito está más que desvirtuado. Convencidos de la inutilidad de sus argumentos, no le inquieta tener que cargar en su conciencia con el gran atropello, tomando como agravio cualquier protesta por el enclaustramiento al que sometió a Bolivia, mientras dan por extinguido el derecho boliviano.

Sabemos que ningún factor nuevo se ha sumado positivamente en favor de la causa boliviana que pueda modificar la historia de la política chilena.


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